Sueños y temores

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"...Pensando que este mundo rebosante de amor, sueños y esperanzas
Este mundo lleno de penas es hermoso
Es como una mentira de la que no te puedes reír cuando la observas desde lejos, ¿verdad?..."

-Deus Ex Machina, NIGHTMARE.

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Bruhnilde suspiraba tranquilamente entre los brazos de Siegfried preguntándose si aquello era tan real como la agonía que sufrió ronda tras ronda a lo largo de aquellas peleas que sólo le hicieron ver lo estúpida que había sido.

Nunca podría ganarle a los dioses y por ello, siempre recordaría lo que su osadía en creerse superiores a ellos le costó.


No volvería a perder de nuevo.


-¿Nilde? ¿Qué pasa? Estás muy callada esta noche... -La valquiria ronroneó gustosa de las suaves caricias a su cabello por parte del amor de su vida. No podía creer que por primera vez desde que todo comenzó, tenía un momento de extremada placidez en su vida.

La piel de Siegfried se sentía tan cálida contra la suya y eran esos pequeños detalles los que le hacían darse cuenta que todo lo vivido valía la pena para llegar a ese glorioso momento donde sus piernas se encontraban enredadas con las de su amado guerrero.

No había amenaza de ningún dios, los humanos no parecieron molestarse con ofrecer como ofrenda a los combatientes ni parecía importarles lo que sucediera con ellos mientras el resto de la humanidad fuera perdonada.

Daba lo mismo que muchos de ellos fueran reducidos a mujeres de aspecto deseable al dios contra el que se enfrentaron para su deleite, como si de mascotas se tratase.

Bruhnilde negó con la cabeza, aspirando la suave fragancia a petricor tan propia de Siegfried, olvidándose por un momento del lío en el que metió a los humanos sin su consentimiento.


"Lo que ocurra con ellos no es cosa mía, sino de los dioses..."


Ellos desearon desposar a los humanos no sin antes humillarlos. Ella cumplió con su parte del trato y lo que ocurriera después no era asunto suyo.


Lamentablemente, no era lo mismo para sus hermanas.


Las valquirias que aún seguían atadas al humano por medio de aquella ventaja que Buddha les había dado no corrían con tanta suerte. Mientras siguieran sus almas unidas a ellos, sus vidas se verían a la sombra de sus compañeros.

No deseaba pensar en ello, sólo quería seguir entre los fuertes brazos de Siegfried, recibiendo pequeños besos en su frente hasta caer profundamente dormida luego de entregarse al único hombre que amaba.

Pero el presentimiento de que algo estaba ocurriendo no abandonó su mente aún a pesar de estar dormitando.

Nada le había quitado tanto el sueño como cuando apostó todo para recuperar a su amante sacrificando a quien fuese con tal de tenerlo de vuelta.

No estaba segura de qué era sensación que erizaba su piel y le hacía removerse intranquila tratando de conciliar el sueño placentero que estaba teniendo de sostener un hermoso niño rubio de brillantes ojos verdes.

Sólo veía la nada y eso significaba que algo sumamente fuerte ocurriría.


Bruhnilde no era la única alma inquieta esa noche.


Tras la intensa actividad física, Hades soltó un suave suspiro mientras besaba el tatuaje en la espalda de una agotada emperatriz.

Qin jamás se había sentido tan satisfecha y cansada al mismo tiempo. Con mucho esfuerzo había bajado del regazo de su dios para tirarse en la cama sin intenciones de abandonarla, recargando su mejilla tatuada sobre la almohada dejando al albino besar su piel una y otra vez hasta que se aburriera de ello.

𝑺𝒉𝒐𝒘 𝑴𝒆 𝑳𝒐𝒗𝒆Where stories live. Discover now