Capítulo 16: Mi salvador

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Escuchar esa voz gruesa y profunda de Jax, me hizo tener un rayo de esperanza. Fue esa luz a través del oscuro túnel que me consumía poco a poco por culpa de Richard y la atrocidad que planeaba hacerme.

No pensé que fuera así de rencoroso como para querer intentar aprovecharse de mí una segunda vez, mucho peor que la anterior. Más dolorosa, más asfixiante que nunca. Porque así me hizo sentir, asfixiada en una laguna llena de porquería.

Giré la cabeza en dirección a la voz de mi salvación. El hombre corpulento estaba parado frente a la puerta, ambas cerradas detrás  de él, era el único que llegó. Estaba segura que mis ojos se hincharon debido al llanto que cargaba, junto al miedo desgarrador de mi expresión.

Ni en mis más profundas pesadillas imaginé que Jax, el hombre con el que siempre discutía y le llevaba la contraria para hacerle entender que yo era una mujer fuerte, me vería destrozada y rota como lo estaba en ese momento, llena de lágrimas, con los mocos casi saliendo de mi nariz por los jadeos de no tener poder por encima de Richard.

Me sentí devastada. Un sentimiento de vergüenza me invadió en cuanto vi el rostro de Jax con el ceño fruncido y la mandíbula tensa, sus puños reposaban en cada lado de sus caderas, apretados y con ganas de golpear a alguien.

A Richard.

—¿Prometida? ¿De qué estás hablando? —cuestionó el rubio, soltando al fin el agarre que me tenía inmóvil.

En cuanto lo hizo, me dejé caer en el suelo, sentada como una mujer que experimentó el peor susto de su vida, que fue obligada en contra de su voluntad.

Para mi sorpresa, Jax caminó hasta la posición de Richard para proporcionarle un fuerte puñetazo que le volteó la cara de lado, dejándolo en shock justo como quedé yo. No me esperaba que el pelinegro fuera capaz de hacerle una cosa así solo por mí.

Mi respiración salía entre cortada.

—Oriana Jones es la mujer con la que me voy a casar. ¿Por qué intentabas abusar de ella, Richard? Más te vale que me digas una excusa aceptable porque no voy a tolerar esta falta de respeto hacia mí —demandó el pelinegro, elevando su tono y sobándose los nudillos.

—J-jax, esto tiene una explicación —respondió, acercándose a él y colocando su mano en su mejilla por el golpe—. Ella se me insinuó primero. Me sedujo, ella empezó con esto. Sabes que somos hombres y podemos caer fácil ante los encantos de una mujer —se excusó.

Pero eso obviamente era pura mentira para quedar bien con Jax. Yo no dejaba de lagrimear, la palma de mi mano estaba puesta en mi boca porque intentaba que Jax no me viera en ese estado.

Fue inútil, el hombre caminó a pasos lentos y con un porte serio que tenía temblando a Richard, disfruté mucho haberlo visto cagado del miedo por lo que Jax le podía hacer más allá de haberle dado un puñetazo. Pero el pelinegro se dirigió a mí, me sostuvo entre sus brazos para ayudar a levantarme con cuidado de no lastimarme.

Me trató como a una muñeca de porcelana que podía romperse en cualquier momento si le dabas un mal tacto.

—Ella no haría algo así —comentó—. La conozco perfectamente, además, ¿cómo explicas sus lágrimas y el miedo que tiene plasmado en el rostro? —siguió, desafiante.

Jax me abrazó, tratándome como lo más preciado en su vida. Por primera vez me sentí protegida y no amenazada por un hombre... Sentí paz al oler el perfume fresco y sutil que cargaba en su cuello, porque sí, mi cara quedó cerca de su cuello, acurrucada entre sus fuertes brazos.

—No, no la conoces, ¿o se te olvida que gracias a mí te interesaste en ella? Siempre te hablé de Oriana, Jax, de cómo era mi mejor secretaria —proclamó, haciéndose la víctima, mordiéndose el labio.

Salvada por el CEO [COMPLETA] Kde žijí příběhy. Začni objevovat