Capítulo 31: Cotilleos

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Zoe abrió la puerta de la cafetería haciendo sonar la típica campanilla. Ya habíamos buscado a Pablo en la recepción y dejó a un compañero que apareció de la nada a cargo mientras él tomaba su descanso.

Entramos y por alguna razón no había tanta gente como las veces anteriores, como mucho habían tres mesas ocupadas. Nos fue fácil conseguir una a lo lejos y sentarnos, cerca de la ventana para apreciar el entorno de afuera en donde pasaban autos de un lado a otro y personas por la acera.

—¿Y bien? ¿Cuál es el misterio? —indagué, juntando mis manos sobre la mesa.

Pablo se había sentado frente a mi y a su lado Zoe, o sea que yo podía verle fácilmente las caras a los dos. El castaño comprimió la sonrisa, acomodó sus lentes y carraspeó antes de hablar.

—Creo que próximamente tendré un novio muy rico, en todos los sentidos.

Mi ceño se frunció. Zoe parecía estar emocionada ante la situación, pero yo no comprendía bien qué significaba eso a parte de haber tenido doble sentido la oración.

—Cuéntale, cuéntale la historia —lo animó Zoe, dándole una palmadita en el hombro.

—Oriana, como sabrás, te considero una excelente amistad, más allá de ser colegas de trabajo —confesó, tomando mis manos con sutileza—. Espero no te moleste que quiera invitarte a formar parte de este mini grupo que creamos nosotros —miró a Zoe de reojo.

—Estoy bien, Pablo. No me molesta, más bien me siento agradecida porque me consideraste para esto —le sonreí con sinceridad.

—Perfecto —chilló el hombre—. Es que me emociona mucho compartir los asuntos sobre mi vida amorosa, soy un hombre independiente al cual mis padres me dieron la espalda por mi preferencia sexual, aun así, no me rendí y seguí forjando mi propio camino. Y ve donde terminé, en la empresa del tipo más adinerado de la ciudad —se echó aires con su mano en forma de abanico.

—La vida puede ser dura al inicio, pero luego se viene lo bueno, no siempre sufriremos, Pablo —comentó Zoe, mirándolo.

—Lo sé, lo sé, querida —afirmó, deteniéndola—. El punto es que hace mucho no llegaba un hombre a mi vida, entonces decidí descargarme una de esas aplicaciones de citas en internet por el celular y me encontré a un hombre misterioso que ocultaba su identidad, pero con el que compartía muchas cosas en común —alegó, mordiéndose el labio.

—¿No crees que puede ser peligroso? Hay muchos casos en donde secuestran personas por eso... —argumenté, un poco preocupada por él, hundiendo mis cejas.

—Escucha primero la explicación de Pablo —recalcó Zoe.

Rodé los ojos y apoyé el mentón  sobre mi puño para escuchar con atención lo que tenía que decir Pablo. Aunque me preocupaba un poco que se estuviera ilusionando y al final ese hombre resultara ser muy malo, capaz de hacerle daño. Los ojos del castaño brillaban igual que un adolescente ilusionado y enamorado de un ídolo.

—Como decía, hace meses que venía hablando con ese hombre misterioso. Hasta que un día acordamos en vernos, obvio lo cité en la plaza ya que es un lugar donde siempre hay gente, no estaría en ningún peligro —explicó, encogiéndose de hombros—. ¿Adivina quién resultó ser? —se mordió de nuevo el labio, conteniendo la emoción.

—Bueno... ¿Algún actor famoso? —respondí, arqueando una ceja.

—¡Elías Thompson! —exclamó Zoe.

De inmediato cubrió su boca al ver que Pablo la asesinaba con la mirada y la mandíbula tensa, pudiéndosele notar el choque entre dientes.

—Arruinas la historia, Zoe —dijo el castaño, entre dientes.

Salvada por el CEO [COMPLETA] Where stories live. Discover now