Capítulo 48: Agradable Noticia

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Bueno, la entrevista no había salido mal después de todo. Habían pasado dos días desde ese acontecimiento y lo único malo que me agobiaba eran los paparazzi que permanecía afuera del edificio de Jax y solían fotografiarnos cada vez que entrábamos o salíamos del trabajo.

Era agotador porque por más que intentábamos hablarles y pedirles que no siguieran haciéndolo, no nos escuchaban, simplemente se concentraban en sacar fotos de nosotros, en especial de mí por ser una nueva joyita del momento por así decirlo.

—¡Oriana! —La voz de Zoe me sobresaltó.

Irrumpió en la oficina de Jax, aunque él no se encontraba en ese momento ya que estaba en la sala de reuniones atendiendo un asunto importante sobre el nuevo hotel que estaba en construcción.

—Zoe, me asustaste —Llevé una mano a mi pecho.

Mi respiración se había acelerado de repente por el simple empuje que le dio a la puerta, sonó como una patada.

—Lo siento, quería venir a verte. Últimamente no hemos hablado mucho y Jax no nos deja ni tener reuniones contigo en el café... Hace lo posible por que nuestras horas de descanso no coincidan —se quejó.

Caminó hasta el escritorio de Jax y se sentó en la silla, mostrándose exhausta con la bocanada de aire que salió de su boca. La rubia se encogió de hombros en el asiento.

—Jax está alerta después de lo que pasó, me sorprende que actúes con normalidad si Richard también te trató como le dio la gana —confesé, cruzándome de brazos.

—Ese imbécil me las va a pagar. Juro que si lo vuelvo a ver le arrancaré el pene —proclamó, entre dientes y formando un puño con su mano.

—Amm, creo que es un poco exagerado eso... —murmuré, desviando la mirada.

Zoe y Pablo se parecían en actitudes, a veces pensaba que eran tal para cual porque decían las cosas sin tener una pizca de vergüenza, en especial las palabras vulgares.

A mí me costaban.

—¿Acaso no quieres hacerlo añicos? Porque Jax sí —bufó, echándose hacia atrás—. Ese desgraciado merece pudrirse en la cárcel o morirse ahogado en un lago lleno de porquería —expresó, molesta.

—Zoe, entiendo que lo odies, yo también lo detesto por todo lo que me ha hecho pasar, pero debes controlar un poco el cómo te hace sentir si no quieres perjudicar a los demás —aclaré, colocando mi mano sobre la mesa.

Se suponía que estaba redactando un informe, lo cual solía ser mi trabajo habitual y que me daba dolor de ojos por enfocar tanto la vista en las palabras pequeñas que no se podían modificar.

Pero dejé lo que estaba haciendo para prestarle toda mi atención a Zoe, quien se encontraba angustiada y llena de rabia al recordar el evento pasado que nos dejó mal a todos.

—Quería desahogarme contigo, expresarte que entiendo lo que sientes por ese hombre y dejarte en claro que si lo vuelvo a ver, lo hundiré tras las rejas —dictaminó, con unos ojos llenos de determinación.

—¿Cómo lo harás? Ese tipo es escurridizo. Todavía no puedo creer que la policía no lo encontró en ningún lugar del bosque —resoplé, con la mano en la sien.

—Vale, hay que admitir que esos policías fueron muy novatos. Capaz no buscaron encima de los árboles y en la maleza —mencionó—. En fin, ¿sabes cómo lo haré? Es simple, haciendo una escena en donde yo sea la víctima —añadió, dramática.

—No te entiendo —Fruncí el ceño.

—Olvídalo, Oriana, igual no creo que nos volvamos a topar. Él te busca es a ti... ¿O se te olvida que quiso secuestrarte? —recordó, con obviedad en su tono.

Salvada por el CEO [COMPLETA] Where stories live. Discover now