Capítulo 29: El Acto

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El miembro de Jax parecía haber sido tallado de una manera excelente, lo suficiente para tener marcadas muy bien las venas en la posición adecuada, junto a una piel delicada por encima que lo cubría.

El hombre no esperó a que mis ojos lo detallaran por completo y procedió en ponerse el preservativo, había que tener cuidado si no queríamos tener hijos antes de casarnos... Inhalé hondo, el cuerpo de Jax era un monumento comparado con el mío.

Me sentí opacada entre tanta capa muscular, definida y hasta sus nalgas estaban más firmes y redondas que las mías. Me quedé embelesada viéndolo ajustarse el plástico encima de su masculinidad.

Jax se inclinó para darme un corto beso en los labios y quedar nuevamente sobre mí. Nuestras partes estaban rozando y eso solo me ponía más ardiente, más deseosa de tenerlo. Mis jadeos salían cada vez que Jax jugueteaba en mi zona más tierna, no podía evitarlo, era como si tocara un botón en mí que me causaba miles de corrientazos extremos, obligándome a arquear la espalda a punto de quebrarme.

La boca de Jax regresó a mis pechos, mientras pasaba su lengua por encima de uno, con la otra mano apretujaba el que quedaba. Se notaba por su expresión lujuriosa que estaba disfrutando de mí, justo como siempre había deseado. Sonreí sin que me viera porque la sensación que me hacía experimentar cada toque suyo se podía describir en tres palabras:
Emocionante, excitante, gloriosa.

Había más palabras con las que podía llegar a describirla, pero me quedaría corta por más que las citara.

Subió su boca hasta llegar a mi cuello, dando cortos besos en esa zona, específicamente cerca de la clavícula en donde sentí un cosquilleo que me hizo clavarle las uñas con cuidado en la espalda, tampoco quise sobrepasarme y controlé ese aspecto, pero Jax no ayudaba en nada haciéndome sentir un montón de punzadas recorriendo y erizado cada vello de mi piel.

—¿Lista? —preguntó, acercando su miembro a mi entrepierna.

Rozando la punta con lentitud entre mis labios de abajo y tratando de adentrarse sin prisas mientras me besaba las mejillas, el cuello, la boca.

—¡Ya te dije que sí, maldición! —chillé, entre dientes.

Dios, ese tipo me tenía angustiada por no introducirlo de una buena vez, no sabía que podía llegarme a desesperar por algo así.

Cuando lo conocí, jamás imaginé que Jax lograría tenerme en esa situación... Me negué a sus intentos de coqueteos para no caer, pero al final terminé dejándome llevar y ya para ese punto no me arrepentía de haberlo hecho, solo quería disfrutar con él.

Él me besó la boca con una delicadeza que me hizo aferrarme más a su espalda, haciendo que mis yemas recorrieran su anchos hombros con leves movimientos circulares, esperando el momento en que me haría abrir la boca llenándome de placer.

Jax empezó a empujar sus caderas con cuidado de no lastimarme, él ya sabía que mi vida sexual no había estado activa desde hace muchos años, por lo que podía tener hasta polvo ahí dentro. El cuerpo fortachón del hombre se contrajo formando una embestida sutil en donde se abría paso dentro de mí, logrando hacerme sentir en otro mundo, sin poder controlar hacia donde veían mis iris.

No pude evitar arquear mi cabeza hacia atrás al igual que mi vista quedó fija en el techo, pensando en todo lo que estaba sintiendo en ese momento. Muchas sensaciones me invadieron en cuanto Jax entró por completo, aferrando sus manos en mis caderas, enterrando las pocas uñas que tenía y dejando escapar un cálido aliento sobre mi cuello, para luego empezar a darme muchos besos.

Fue una sensación increíble, lo duro y húmedo que estaba todo ahí abajo, me dejó con ganas de que empezara la acción de una buena vez y lo obligué a moverse con ayuda de mis caderas. Jax ahogó un suspiro mordiendo su propio labio en cuanto las embestidas lentas comenzaron.

Salvada por el CEO [COMPLETA] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora