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Pasaron las horas y Álvaro seguía sin haber vuelto del piso de los vecinos. La mente de Juanjo no paraba de inventar historias sobre lo que podía estar pasando en el piso de arriba y eso le cabreaba más. Ya no solo por el hecho de que su amigo se hubiese llevado el mérito de algo que no sabía hacer sino porque se había quedado tirado un viernes por la noche solo en casa ante ningún plan. O al menos eso se repetía constantemente para justificar su enfado, quizás le daba envidia que el sevillano hubiese preferido pasar tiempo con prácticamente un desconocido a invertir un viernes con su mejor amigo.

Al final Juanjo decidió optar por bajar al supermercado a comprar un par de cosas para hacer burritos mexicanos y es que cocinar siempre le ayudaba a despejar su mente y mantenerla alejada de aquellos pensamientos que le frustraban cuando entraba en bucle. De paso así compraría más latas de cerveza que se habían acabado el otro día. Como llevaba unos pantalones de chándal grises se puso una sudadera naranja y se hizo un lacito con los cordones de la capucha, pilló la cartera y salió de casa.

Al ir por la calle su frustración fue aumentando conforme se cruzaba con grupos de gente joven arreglada para salir de fiesta o que cargaban botellas de alcohol y echó una mirada a su chándal resoplando y aligeró el paso para poder llegar al supermercado cuanto antes. Una vez allí fue llenando el carrito de la compra rápidamente y se dirigió a los estantes de la cerveza para cargar con un par de packs, teniendo la mala suerte de que justo en el momento en el que se agachó para dejarlos dentro del carro notó como alguien se chocaba contra él y le daba un fuerte golpe en la espalda.

Este acto terminó por agotar la paciencia del maño y se giró para gritar enfadado al culpable.

—¿Se puede saber porque no miras por dónde vas? Joder menudo golpe— dijo frotándose la espalda cabreado hasta que sus ojos se toparon con un par de ojos castaño claro que lo miraban sin dar crédito a lo que estaba pasando.

—Joder Juanjo lo siento. No te he visto iba mirando el móvil y... Perdona de verdad, ¿estás bien? —Martin comenzó a hablar sin saber muy bien que decir, pero claramente estaba preocupado por el golpe que le había dado sin querer.

El vasco se acercó a Juanjo mientras hablaba como si quisiera comprobar que no se había hecho daño pero se quedó paralizado ante la mirada del mayor quien parecía estar sufriendo los mismos efectos.

—Estoy bien, pero el susto no me lo quita nadie. —Dijo Juanjo mientras cogía otro pack más de cervezas y las metía en el carro, no es que necesitase más pero le incomodaba mirar a su vecino durante tanto tiempo seguido. — Oye, ¿tú no estabas con Álvaro haciendo no sé qué de un cartel?

—Bueno se fue hace un rato, que había quedado con unos amigos de clase.

—Anda que avisa el muy cabrón y yo aquí más aburrido que un mono— resopló más para sí mismo.

—Con toda la cerveza que vas a comprar cualquiera diría que no tienes plan.

—Bueno había que reponer en el piso, aunque no descarto beberme alguna con el día de mierda que llevo.

Se dirigieron a las cajas lentamente. A Martin le había sorprendido ver a Juanjo en el supermercado, pero todavía más con ese chándal puesto. ¿Cómo podía estar tan guapo incluso con una ropa tan poco sexy? No entendía como una persona tan diferente a él a simple vista y a la que conocía tan poco podía despertarle tales sensaciones en su cuerpo, pero al escuchar que el maño no tenía plan y estaba teniendo un mal día se armó de valor.

—Oye yo tenía pensado cenar y verme una película en el piso —dijo levantando los dos paquetes de palomitas que acababa de pagar — si te apetece puedes subirte.

La tímida sonrisa de Martin contagió a Juanjo quien asintió lentamente. Notó como el joven evitaba su mirada y se dio cuenta de que se le habían colorado las mejillas.

—He comprado un par de cosas para cenar, mi idea era hacer unos burritos. No sé si te gustarán pero... — la cara de Martin se iluminó al escuchar lo que pretendía cocinar y Juanjo aprovechó para pagar y terminar de meter en bolsas el resto de la compra.

—Me encanta, de hecho es una de mis comidas favoritas. Trae que te ayudo con las cervezas — dijo Martin al tiempo que rozaba sus manos para quitarle dos packs y llevarlos él.

Juanjo sintió una ligera descarga en aquellos puntos donde los dedos de Martin le habían rozado, ¿qué cojones ha sido eso? — pensó, pero musitó un leve gracias y ambos pusieron rumbo hacia el piso.

—Yo creo que habrá comida sufriente para los tres, ¿no?

—¿Los tres? — respondió el vasco sorprendido

—Nosotros dos y Ruslana. Ya sabes, esa chica pelirroja, bajita y muy guapa con la que compartes piso.

El vasco asestó el golpe conforme pudo, ahí estaba el por qué Juanjo le había dicho que sí al plan improvisado. Tenía interés por conocer a Ruslana, y en parte lo entendía, ¿quién no? Pero eso no hacía que su decepción desapareciese.

—Ruslana ha quedado hoy. En un principio seríamos solo tú y yo, pero si lo prefieres lo podemos dejar para la próxima.

Habían llegado al portal. Juanjo no sabía en qué momento había empezado a contener la respiración, ¿Martin y él solos? Algo en su cabeza le decía que no era muy buena idea, además Álvaro se lo reprocharía más tarde, de eso no tenía dudas. Sin embargo, y pese a que cada parte de su mente le dijese que el chico le había puesto en bandeja el rechazar la proposición y que era lo mejor, por su amigo y porque no sabía en qué plan le había propuesto Martin nada... Terminó aceptando.

—Ah bueno, pues solo tú y yo bro. Por mí no hay problema. Si quieres podemos quedarnos en mi piso y así nos ahorramos subir la compra hasta el tuyo.

—Vale bro— dijo Martin sin poder evitarlo mientras reía y Juanjo le lanzó una mirada asesina mientras rodaba la llave y abría la puerta.



Dale Miénteme - JuantinWhere stories live. Discover now