10

1.8K 95 1
                                    

—¡Martin qué haces durmiendo todavía! —dijo Ruslana con la vitalidad que le caracterizaba mientras se dirigió a levantar la persiana de la habitación de su amigo —Venga que en nada llega Chiara a ver el piso. No me digas que se te ha olvidado.

La pelirroja se giró hacia la cama con intención de saltar sobre su amigo quien todavía no había respondido cuando observó dos bultos abrazados. Uno de ellos se incorporó de golpe al darse cuenta de la situación y miró a Ruslana con cara de pánico, era Juanjo.

—¿Juanjo?

El chico intentó decir algo pero no le salían las palabras así que se levantó y comenzó a ponerse las zapatillas evitando la mirada de Martin quien tras incorporarse se había puesto rojo de vergüenza y le miraba fijamente asimilando la situación.

—No es lo que parece, te lo juro. Yo nunca haría algo con... vamos nunca me liaría...—intentó excusarse el maño, pero los nervios pudieron con él y decidió que sería mejor dejar de hablar y centrarse en que no le temblaran las manos para poder atarse los cordones de los zapatos lo antes posible y salir pitando de allí. —Bueno eso que yo ya me voy.

Y dicho esto, sin si quiera haber cruzado ni una sola palabra o mirada con Martin salió disparado del piso dejando a Ruslana con la boca abierta y al pequeño desconcertado todavía. Juanjo cerró la puerta con un fuerte golpe y trató de serenarse, menudo despertar.

No recordaba en qué momento se había quedado dormido, pero cuando escuchó la voz de la compañera de piso de Martin y abrió los ojos, se dio cuenta de que estaba apoyado en el pecho del vasco con su mano apoyada al lado de su cabeza con lo cual notaba los latidos de su corazón y escuchaba su respiración pausada. En algún punto de la noche habían debido cambiar de posición y acabar completamente abrazados y con las piernas entrelazadas, fue entonces cuando reparó en su olor. No sabría explicar a qué exactamente a que olía, pero era una mezcla entre pino con algún toque dulce.

Que bien huele el jodido. Además, he dormido de puta madre y mira que llevaba casi una semana sin dormir del tirón por la ansiedad con la puta carrera en la que me he metido. ¿Qué tendrá este chico?

Pero qué coño estaba pensando, se reprendió a él mismo. Es verdad que Martin había conseguido trasmitirle una sensación de confort que hacía mucho tiempo que no encontraba en alguien a quien acababa de conocer y también le había parecido muy simpático. De verdad creía que podía convertirse en uno de sus apoyos mientras estuviese en la capital, pero de ahí a pensar todo eso... Al Juanjo interior se le estaba yendo la cabeza, vamos ni que le gustase. Y se rio internamente ante tal pensamiento. Además que cojones había sido eso de dormir abrazados, si el maño siempre rehuía cuando le tocaba dormir con alguien. Siempre había tenido claro que necesitaba su espacio personal, no entendía que le estaba pasando. Vamos es que ni con Álvaro o Bea había dormido así, pero ni con ellos ni con sus ligues de una noche claramente.

* * *

—Ya hablaremos de esto más tarde—le dijo Ruslana a Martin apuntándole con el dedo y mirándole seriamente—Pero ahora tienes que arreglarte que en veinte minutos llega Chiara. Voy a ordenar un poco la cocina y eso para que no se asuste.

Martin se obligó a no pensar en lo que acaba de suceder esta mañana y por supuesto a no pensar en el hecho de que se había despertado abrazando a Juanjo como si la vida le fuese en ello. Cada vez que lo recordaba sentía las típicas mariposas en el estómago, si a eso se le puede llamar mariposas y no rinocerontes. Se duchó rápidamente y se puso algo de ropa decente y para cuando salió de la ducha llamaron a la puerta.

—¡Hola! Yo soy Martin y esta es la otra compañera de piso de la que te hablé, Ruslana— dijo el vasco tras darle dos besos a Chiara.

La chica parecía emocionada, llevaba el pelo ligeramente despeinado y parecía que había corrido para llegar al piso porque llegaba tarde, pero se pasó la mano sobre el pelo intentando ordenarlo y se colocó sobre la cabeza unas gafas de sol con forma de dos corazones que traía puestas. Estuvieron entorno a unos quince minutos enseñándole el piso y cuando terminaron la chica ya se había enamorado tanto de este como de los dos compañeros.

Dale Miénteme - JuantinWhere stories live. Discover now