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Al abrir los ojos lo primero que vio Juanjo fue la cara de Martin observándole con una sonrisa mientras le acariciaba el brazo.

Dios ojalá poder despertar así todos los días.

Le devolvió la sonrisa y le dio un corto beso en los labios.

—Hoda—saludó al vasco utilizando un tono de bebé y provocando que el otro riese.

Se está riendo de ti. ¿Qué cojones haces Juanjo? ¿Porque has hablado así como un tonto enamorado?—se reprendió a si mismo. Siempre le había dado arcadas solo de pensar en las personas que hablaban así a sus parejas y si le hubiesen dicho hace un escaso mes que él habría utilizado ese tono con alguien se hubiese reído en su cara, pero el chico no lo había podido evitar al observar la carita que le ponía Martin.

—¿Y eso? —dijo el vasco haciendo un puchero super enternecedor que a Juanjo le derritió por dentro. Los colores se subieron a las mejillas del maño y se tapó la cara con las sábanas para evitar la mirada de Martin, pero este se movió rápido e imitó el movimiento del chico por lo que quedaron ambos cubiertos por las sábanas.—Eh no, ahora me miras—inquirió fingiendo enfado y buscando su atención.

Juanjo levantó lentamente y con vergüenza la mirada y se encontró con Martin y una sonrisa preciosa que hacía que le saliese un pequeño hoyuelo en la comisura de la boca.

—Hoda—respondió el vasco empleando el mismo tono que había usado Juanjo antes y esto hizo que el maño se muriese de ternura y toda la vergüenza que había sentido se esfumó tan rápido como vino. Eso solo le pasaba con Martin.

—Pero por favor... Como puedes ser tan mono—dijo cogiéndole de las mejillas y aprentándoselas.

—¿Y me lo dices tú después de hablarme con esa voz de niño bueno?

—Es voz de bebé.

—Con que de bebé eh—dijo esbozando una sonrisa al tiempo que se acercaba a Juanjo.

—Sí porque eres un bebé—añadió el maño, y Martin no se pudo contener más y empezó a besarle intensamente.

El vasco había notado un cambio en el comportamiento de Juanjo en las últimas horas, un cambio para bien. Era como si se estuviese desprendiendo de algunas capas que todavía le oprimían y se alegró mucho de ver esa evolución en su persona.

—Quien te ha visto y quien te ve—bromeó tras el beso.

—Anda que eres tonto, me muero de hambre, ¿podemos desayunar?

—¿Qué quieres desayunar? —preguntó Martin acercándose peligrosamente a Juanjo y dándole una mirada lasciva que provocó que el otro se pusiese nervioso y de mordiese el labio ante tal insinuación.

—¿Qué quieres desayunar tú?

—Yo he preguntado primero—le respondió Martin con la mirada fija en sus labios.

—Joder—gruñó mientras sus ojos se posaban también en esos labios perfectos.

Y tras un par de segundos en los que ninguno dijo nada y la tensión aumentó considerablemente, Juanjo terminó por acercarse y se apoderó de la boca del vasco y empezaron una lucha de lenguas por ver quién obtenía el control. Una cosa llevó a la otra y la ropa que tenían puesta comenzaba a estorbarles cada vez más. Martin succionaba, lamía y besaba cada centímetro de la piel de Juanjo que se le ponía por delante provocando un mar de sensaciones en el maño quién se sentía en el quinto cielo. Quería ir más allá, sentía que ya no se conformaba con lo poco que había hecho con Martin, necesitaba sentirlo más y su mano no era suficiente.

Dale Miénteme - JuantinWhere stories live. Discover now