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Juanjo se despertó mareado, se acercó a la mesita para buscar su móvil y ver la hora que era, las 7:35 de la mañana. Suspiró profundamente e intentó pensar algo con coherencia pero su cabeza iba a estallar, no podía pensar en nada de lo sucedido la noche anterior por la tremenda resaca que tenía, aun así advirtió el cuerpo de Martin a su lado que dormía plácidamente con el pelo revuelto y las facciones de la cara completamente relajadas. Estuvo observándole dormir un par de minutos, no entendía por qué pero le había costado apartar la mirada de esa tierna imagen que tenía delante suyo, sin embargo cuando lo consiguió trató de levantarse sin hacer demasiado ruido o movimientos bruscos para no despertarle y se dirigió cual zombie hacia la cocina. Notaba el cuerpo entumecido y mientras se agachaba para coger un ibuprofeno de uno de los cajones de debajo de la mesa de la cocina notó como se mareaba intensamente, así que se rellenó un vaso de agua y se lo tomó tan rápido como pudo, pero al ver las consecuencias de todo el alcohol que se había tomado la noche anterior, prefirió esperar un rato despierto y seguir bebiendo agua como si le fuese la vida en ello para que cuando se volviese a despertar a medio día no se encontrase tan en la mierda.

Poco a poco el mareo fue desapareciendo ligeramente a medida que iba bebiendo más y más agua, pero el dolor de cabeza y las ganas de vomitar persistían. Mientras hacía tiempo a que su cuerpo reaccionase, entró a Instagram para ver las stories de la noche anterior, la cual tenía un poco difusa. Álvaro y Bea le habían grabado cantando Miénteme y Juanjo cometió el error de verlo. En el vídeo aparecía de un lado a otro bailando y animando a la gente, cosa que le sacó una sonrisa al maño, le gustó verse. Sin embargo, al final de uno de los vídeos, vio cómo se dirigía a Martin para cantarle muy cerca de su boca mientras que el otro lo miraba embobado. Esos últimos dos segundos bastaron para que su mente comenzase a recordar poco a poco la gran mayoría de recuerdos de la noche anterior y su mente fue aclarándose.

QUÉ COJONES HAS HECHO JUANJO BONA

                                                                           

* * *

Respiró profundamente y percibió un olor ajeno que le resultaba conocido. Juanjo. De pronto Martin recordó todo lo que había pasado la noche anterior y no pudo evitar sonreír aún con los ojos cerrados. ¿Había pasado de verdad? No podía creerlo, jamás se lo hubiese imaginado. Estiró el brazo para buscar el cuerpo de Juanjo pero con lo único con lo que se topó fue con la camiseta, ya fría, que este se había puesto para dormir la noche anterior así que decidió abrir los ojos para cerciorarse entre la penumbra de que efectivamente estaba solo en la habitación y no pudo evitar que la decepción se apoderase de él, aunque ese sentimiento no le duró mucho porque fue remplazado por un fuerte dolor en el estómago que lo llevó a incorporarse de la cama lentamente y al hacerlo sintió como toda la habitación se movía a su alrededor.

Martin no había bebido realmente tanto, pero no estaba acostumbrado al alcohol y la resaca que tenía se podía catalogar como mínimo de interesante. Salió de la cama despacio para no marearse más aún, sin embargo un ardor le empezó a subir por el pecho y le llevó a casi medio correr hasta el baño mientras sentía como el vómito subía aceleradamente por su garganta. Tras echarlo todo, se dio un tiempo para recomponerse, se lavó la cara y se enjuagó la boca sintiéndose ya un poco mejor, pero al salir del baño tampoco encontró a Juanjo ni en la cocina ni en el salón ni en la terraza y se temió lo peor. Efectivamente, el piso estaba vacío, Bea y Álvaro seguro que seguían durmiendo, pero no había rastro de Juanjo por ningún lado.

Martin volvió a la habitación del maño y se sentó en la cama. Sintió una punzada de dolor en el pecho, le había vuelto a hacer lo mismo otra vez y él lo había permitido. Se sentía estafado, especialmente después de que Juanjo hubiese insistido en que se quedase a dormir con él, aunque Martin le había dicho que se iba a arrepentir. Efectivamente, había tenido razón, tendría que haberse ido a dormir a su piso, pero claro le puso esa cara... Y no pudo evitar hacerle caso y quedarse con él. Sin embargo, ahora había huido de él otra vez, con la diferencia de que esta vez lo había hecho de su propia casa. Al vasco le sentó como una patada en el estómago, ¿por qué le tocaba vivir las historias más complicadas? ¿Por qué tenía que haberse liado con Juanjo cuando estaba claro que solo lo había querido para experimentar y porque estaba borracho? Justo ahora que volvían a estar bien como amigos se había vuelto a joder todo de nuevo y el vasco se temía que esta vez ya no habría vuelta atrás, especialmente después de su segunda huida consecutiva, ¿acaso se había portado tan mal en otra vida que el destino no paraba de castigarle? Primero con Hugo y ahora con Juanjo, nunca encontraría a nadie que le valorase y que le tratase como se merece. Tampoco esperaba que Juanjo le despertase con besos o un gran recibimiento, pero por lo menos había esperado poder tener una conversación con él para aclarar lo que pasó la noche anterior sin que ninguno de los dos saliese herido de ello, sin embargo, estaba claro que eso no iba a pasar. No pudo evitar que le saliese una lágrima de rabia mientras se ponía la ropa de la noche anterior y se preparaba para irse.

No sabía que sentía por Juanjo, desde luego nada serio, lo que había sucedido la noche anterior había sido increíble, salvaje, pero mucho más sexual que cualquier otra cosa. Sin embargo, había dado un paso que no debería porque el maño lo había usado y se sentía como una mierda, pensaba que eran amigos, pero esto... Se sentía como un conejillo de indias.

Se secó la lágrima y cogió su teléfono de la mesita y vio que eran las 11:30 de la mañana, aún pronto teniendo en cuenta las horas en las que se hablan acostado. Se guardó el teléfono y salió de la habitación sin mirar atrás y queriendo borrar todo lo que había sucedido la noche anterior. Se sentía como un gilipollas, el más tonto, suspiró pesadamente el enfado hacia Juanjo pronto se trasformó en enfadado consigo mismo, por permitir de nuevo cosas que había prometido no hacer. Por volver a caer en la repetición de patrones después de todo lo que había sufrido por Hugo.

Abrió la puerta del piso mientras se pasaba una mano por el pelo para tratar de adecentarlo y justo en ese momento sus ojos se toparon con los de Juanjo, casi chocaron puesto que el maño estaba a punto de meter la llave en la cerradura y abrir la puerta. Este lo miró sorprendido y con el ceño fruncido y Martin se sintió peor, desde luego no esperaba verlo tan pronto después de todo lo que había pasado y después de lo que este había hecho, seguro que pensaba que ya se habría ido y por eso volvía a casa. Ninguno hizo ademán de moverse, aunque Martin quisiese poner kilómetros de distancia entre ellos, Juanjo se había quedado estático impidiéndole la salida y estando muy cerca el uno del otro.

—¿Ya te vas? —inquirió el maño. Parecía un tanto confundido cosa que descolocó a Martin, ¿acaso no era lo que quería? Que se fuese, él se había ido a la primera de cambio.

—Bueno no pinto nada aquí—dijo Martin aún enfadado, aunque las palabras le costaron horrores salir de su boca y sintió que le quemaban la garganta al soltarlas.

Juanjo se quedó mirándole con una cara que el pequeño no supo descifrar, ¿era indiferencia, estaba molesto y lo trataba de ocultar? No lo sabía y tampoco pensaba quedarse mucho más tiempo para averiguarlo.

—¿No? —dijo Juanjo ahogando una risa irónica, pero no dejó que Martin contestase y musitó más para sí mismo que para el otro chico—Claro que no, que tontería más grande pensar lo contrario. —resopló y apartó a Martin con el brazo que tenía libre para intentar entrar en su piso.

—¿Ahora te ofendes Juanjo? De verdad que no hay quien te entienda.

Juanjo estaba de espaldas a Martin, pero al escuchar las recriminaciones del más pequeño se giró mosqueado para enfrentarle.

—¿A mí? Ya claro... Mira Martin no estoy hoy como para broncas, ¿vale? Estoy con una resaca de la hostia y lo que menos me apetece es seguir discutiendo. En fin, si es que de bueno soy tonto.

Martin soltó una carcajada al escuchar el comentario final de Juanjo.

—Estarás de coña.

—¿Qué cojones quieres Martin? No sé porque estás así de repente conmigo de verdad que no te entiendo pero si vas a seguir así vete a tu puta casa ya, ¿no?

—¿Qué no sabes por qué estoy enfadado Juanjo? Pues porque me tomas por tonto y yo me dejo, ya pasó la otra vez cuando te quedaste a dormir y saliste huyendo y ahora otra vez. Y yo aquí permitiéndote ser tú puto conejillo de indias para que el chaval experimente—explotó Martin.

—¡¿Pero qué paranoia te has montado?! ¿Eso piensas de mí? —dijo Juanjo dolido por las palabras del vasco, trató de parpadear para evitar que las lágrimas cayesen y bajó la cabeza para que el chico no se diese cuenta de cuánto le había afectado ese comentario. —Había ido a comprar esto—dijo levantado la mano derecha donde traía una bolsa de papel llena hasta arriba y propinándole un golpe con esta en el brazo—Pensaba que igual te apetecía, a mí siempre me salvan la vida cuando estoy de resaca, sobre todo las napolitanas de chocolate... pero da igual. Vete con tus reproches a otro lado.

Martin se quedó plantado en shock al escuchar lasúltimas palabras de Juanjo, se había precipitado al sacar conclusiones, pero ¿cómoiba a saberlo? Trató de reaccionar y pedirle perdón por lo que había dicho,pero cuando se quiso dar cuenta el mayor había cerrado la puerta del piso y lohabía dejado ahí como un pasmarote, sintiéndose completamente estúpido. Tras un minuto asimilando lo que acababa de pasar, suspiró pesadamente y empezó a subirlas escaleras sintiéndose la persona más tonta del mundo, ahora sí que la habíacagado pero bien. Su pasado le había jugado una mala pasada y quizás había juzgado mal a Juanjo después de todo. Aunque, ahora eso ya daba igual, el daño ya estaba hecho.

Dale Miénteme - JuantinWhere stories live. Discover now