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Al entrar en la cocina Juanjo metió un pack de cervezas en la nevera mientras Martin se entretenía sacando todos los ingredientes que iban a utilizar de la bolsa y los dejó ordenados encima del banco. Estuvieron un rato en silencio mientras preparaban todo lo que iban a usar para cocinar, pero a ninguno de los dos les molestó. No era un silencio incómodo, sino sorprendentemente agradable, pero al final el aragonés lo rompió.

—¿Me ayudas a picar las cebollas? — dijo mientras le acercaba la tabla y un cuchillo y el joven asintió y se puso manos a la obra.

Por su parte Juanjo añadió aceite a la sartén y encendió el fuego para que se calentase lentamente y empezó a cortar el resto de verdura. Se movía con bastante confianza por la cocina cosa que sorprendió a Martin el cual no podía parar de mirarle de reojo mientras sufría cortando la cebolla. Notaba que los ojos le escocían exageradamente y se llevó la mano a la cara para secarse las lágrimas que le iban cayendo, pero Juanjo se dio cuenta y le cogió el brazo antes de que pudiese cagarla.

—Para loco. ¿No ves que si te tocas los ojos con la mano con la que has tocado la cebolla te escocerán más? Anda que vaya pinche estás hecho, eh. Ya termino yo, ves a lavarte la cara.

A Martin le sorprendió el contacto, por lo que había observado el día que estuvieron todos juntos en la terraza el maño no solía establecer mucho contacto físico ni visual, ni siquiera con sus amigos con los que tenía toda la confianza del mundo. Se sorbió la nariz y observó como Juanjo apartaba su mano de su brazo con una expresión claramente contrariada y se puso a terminar de cortar la cebolla.

—Gracias —musitó el pequeño haciendo caso del consejo que le había dado.

Tras volver a la cocina vio que Juanjo ya había metido todos los ingredientes en la sartén y estaba moviéndolos con soltura, pero al escucharlo se giró para observarle y arqueó la ceja al tiempo que le ofrecía una sonrisa ladeada.

—¿Qué tal? ¿Mejor no? — el vasco asintió ofreciéndole una sonrisa avergonzada y Juanjo siguió hablando concentrado en las verduras— Un truco para la próxima vez. Si al pelar la cebolla la mojas en agua, suele escoger mucho menos— y le guiñó el ojo.

Próxima vez. Ha dicho próxima vez.

El vasco notó como el calor comenzaba a invadir sus mejillas ante las palabras de Juanjo y especialmente tras haberle guiñado el ojo. Estaba seguro de que estaba de coña, pero no pudo evitar ponerse nervioso igualmente.

—Me lo apunto, bro —dijo imitando la forma de hablar de Juanjo en un intento de frenar la tensión que se estaba creando en el ambiente. Juanjo rodó los ojos y apartó su mirada del vasco.

—Oye ya vale con la bromita, ¿no? Mi hermano habla así y llevo todo el verano con él en Magallón. Qué le hago si al final me lo ha pegado, hermano —dijo acentuando la última palabra.

Martin se sentó sobre la encimera para observar como Juanjo seguía cocinando y este le miró divertido mientras rodaba los ojos. A continuación, se acercó a la nevera y sacó un par de cervezas frías. Le tendió una y Martin aceptó, aunque tampoco era muy fan de la bebida.

—No sabía que te gustara cocinar.

—Me gusta mucho la verdad. Es como una especie de terapia, cuando estoy agobiado con cualquier cosa o tengo un mal día como hoy me ayuda a despejar la mente. Además, no te voy a mentir, luego zamparse lo que has cocinado y qué esté de puta madre es la cosa más satisfactoria del mundo.

Ambos rieron con complicidad. La cena estaba casi lista y toda la cocina olía increíblemente bien, cosa que hizo que a Martin le sonasen las tripas del hambre. Este trató de disimularlo con un carraspeo mientras se apretaba el estómago, esperaba que Juanjo no se hubiese dado cuenta, pero el vasco apreció de que el chico pese a que parecía que muchas veces estaba concentrado en otras cosas, siempre se terminaba percatando de los pequeños detalles que ocurrían a su alrededor, aunque la mitad de veces disimulase solía estar bastante atento.

Dale Miénteme - Juantinحيث تعيش القصص. اكتشف الآن