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En algún punto de la noche cuando el alcohol ya había hecho mella en todos los asistentes de la fiesta, habían improvisado una especie de pista de baile en el centro del salón de la casa, el cual era bastante espacioso. Juanjo estaba pletórico, no podía creer que estaba disfrutando de su cumpleaños con la gente que más apreciaba en el mundo y que sus amigos del pueblo y los de Madrid se hubiesen conocido le parecía maravilloso. Al principio de la noche los había presentado formalmente a todos y pese a lo diferentes que eran todos entre sí, habían hecho buenas migas.

—¡Gente!—gritó Álvaro tras parar la música y ponerse encima del sofá para llamar la atención del resto. Todos fueron hacia donde se encontraba y esperaron a que siguiese hablando—Somos los peores, nos ha podido las ganas de fiesta y ni si quiera le hemos cantado cumpleaños feliz a Juanjo—añadió dramatizando la acción y creyéndose por los efectos del alcohol todo lo que había dicho.

—Alvi Mayo no hace falta, no tengo cinco años—dijo tratando de evitar ese momento que siempre le incomodaba.

—De está no te vas a librar —le susurró Martin quien se había puesto a su lado, con una sonrisa pícara que le removió todo por dentro al maño.

—¡Hombre que no! Juanjo súbete al sofá para que te cantemos—le gritó una amiga.

Al ver que no tenía otra opción, tuvo que hacer caso a los demás por presión social y se subió al sofá sentándose en el respaldo de este mientras observaba al grupo cantarle a destiempo "cumpleaños feliz" y obviamente siendo un completo caos en la última parte donde muchos dijeron su nombre y otros "todos". Juanjo se estaba muriendo de vergüenza, tenía las mejillas coloradas y no podía evitar reírse nerviosamente.

—¡Muchas gracias! —dijo tras acabar deseando volver a que pusieran música y olvidarse del mal trago. Fue a hacer el ademán de bajar pero le retuvieron.

—No te muevas, que faltan los regalos.

—Joder, ¿me habéis hecho regalos y todo? No hacía falta, ya con estar todos juntos aquí es el mejor regalo—dijo muy sorprendido, pero sus amigos no le dieron tregua y un par se fue a por unas bolsas.

Cuando se las entregaron las abrió con la ilusión de un niño pequeño dejando ver las prendas que sus amigos del pueblo le habían comprado. Lo primero que sacó fue una camiseta ancha morada que le gustó mucho, sin embargo al abrir el resto de bolsas se quedó sorprendido. Le habían comprado unos chinos color caqui y varios polos en diferentes colores pastel. No pudo evitar su sorpresa al verlo, hacía un par de meses le hubiese encantado, sin embargo desde que había comenzado a llevar pantalones anchos su estilo de ropa (con la asesoría de Álvaro, Bea y por su puesto Martin, a quien le robaba constantemente prendas de su armario) le parecía extraño volver a llevar ese estilo. Sin embargo, sonrió agradecido a sus amigos y fue al baño para cambiarse de ropa y ponerse la nueva y al salir sus amigos le aplaudieron y le dijeron que estaba guapísimo, claro que hacía mucho que no se veían y no sabían la nueva faceta urbana del maño.

Entre la gente pudo divisar a Martin surruandole algo a Kiki al oído mientras ambos soltaban una risita y estaba seguro de que habría hecho un comentario sobre su outfit, así que les fulminó con la mirada y sus risas incrementaron pero le dedicaron un corazón entrelazando ambas manos para hacerle saber que era de broma.

Bea arrastró de nuevo al sofá a Juanjo y los Friends se acercaron para darle su regalo. Juanjo estaba nervioso, todos miraban expectantes y de pronto Martin se sacó del bolsillo trasero un sobre blanco medio arrugado y se lo dio.

—¿Esto es un soborno? ¿Qué habéis hecho?

—Anda calla y ábrelo —le dijo la madrileña que estaba impaciente por ver la reacción de Juanjo al contenido del sobre.

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