Un Policía Idiota

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El oficial iba conduciendo, Charlie iba en el asiento del copiloto y yo iba con mi madre en los asientos de atrás en la patrulla ruidosa y vieja de Paterson. Mi madre casi me mataba con los ojos, y no la culpo. Mi madre no se merecía que la llevaran en una patrulla a la casa vieja de su madre fallecida por mi culpa.

-¿Es aquí?

-Sí. -Dijo mi madre.

Nos bajamos del auto y todos los recuerdos de aquella noche inundaron mi mente. Quise llorar.

-Alexander, ¿En dónde estuvieron exactamente con Alicia esa noche?

-En todas partes. -Dije.

-Se específico. -Exigió Paterson.

-Paterson, calma. -Dijo Charlie levantando su dedo índice hacia el oficial. Él se calmó.

-En la habitación. -Dije, recordando los momentos que habíamos pasado allí. No quería pasar. No quería revivir todos esos recuerdos que ahora solamente me comían vivo y aumentaban mis ganas de querer morir.

Paterson y Charlie entraron a la habitación y comenzaron a indagar en ella, mientras mi madre me miraba cada vez más decepcionada, pero no decía una palabra. Sus ojos me lo decían todo.

-¿Cuántas veces estuvieron aquí? -Dijo Charlie.

-Cuatro.

-Sin duda, hay algo aquí para ti. ¿En dónde crees que podría estar?

-En la habitación. -Dije sin pensarlo.

Entramos Paterson y yo. Mi madre estaba demasiado mal y consternada como para asimilar lo que estaba pasando.

El olor. Ese olor a esas cuatro noches inolvidables. Cuando entrabamos a la habitación con Alicia y sentíamos como si estuviésemos en casa. Revisé primero sobre la cama y entre las almohadas, pero todo estaba tal y como lo habíamos dejado la última vez. Revisé el mueble en dónde dejábamos nuestra ropa mientras dormíamos, o no dormíamos, pero tampoco había nada que Alicia pudiera haber dejado para mí.

20 de marzo de 1997

-¿Vamos arriba?

-Claro. -Dijo sonriente Alicia, a pesar de que estaba temblando de frío. Cogí una chamarra para taparla cuando estuviéramos afuera.

Estábamos sentados en el suelo viendo el cielo estrellado y escuchando música del reproductor de Alicia. Ella estaba recostada sobre mi regazo y yo acariciaba su cabellera negra, haciendo pequeños masajes en su cabeza. Eso le encantaba, hacía que se quedara profundamente dormida, pero esta vez no pasó. Solo seguía respirando profundo, pero sus ojos seguían abiertos.

-Volveremos a este lugar ¿Verdad? -Preguntó con una voz casi susurrante.

-Las veces que quieras.

-Este es nuestro lugar.

-Siempre lo será.

-Me refiero a este lugar. -Dijo Alicia tocando el suelo del lugar en dónde estábamos sentados.

-¿Aquí? -Dije confundido.

-¿Por qué no? -Dijo levantándose y viéndome a los ojos.

-Y... ¿Por qué?

-Por que este lugar es especial. -Dijo acercándose lentamente a mí y besando con dulzura mis labios. Su lengua jugaba dentro de mi boca, eso hacía que la temperatura y la excitación en ambos aumentara. coloqué mis manos en su cintura y lentamente subí su blusa rosada dejando al descubierto su brassiere sosteniendo sus perfectos pechos que me encantaban. Saqué la blusa de su cabeza y ella me abrazó con fuerza mientras hacía lo mismo con mi camisa. Alicia comenzó a besar mi cuello, eso me estremecía. Mis manos traviesas descendieron a su entrepierna y eso hizo que perdiera el control. Sentía como eso la encendía. Ella posicionó sus manos en mi cinturón y no tardó en desabrocharlo.

La Carta Suicida de AliciaUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum