─¡Papá! se hace tarde. Hoy es mi primer día de preparatoria y no quiero ser impuntual.
─En seguida voy, Alicia.
Estaba en mi habitación, sentado en mi cama en la cual había dormido solo desde siempre con un pequeño joyero en las manos. Alicia tenía 16 años y era una joven preciosa. Los mismos ojos, los mismos labios, la misma dulzura, la misma peculiaridad que su madre.
─¡Finalmente! ─Exclamó mientras se quitaba los audífonos de los oídos y me regalaba una sonrisa. ─¿Por qué tardaste tanto?
─Tengo algo para ti. ─Dije obsequiándole el joyero que había estado guardando durante tantos años.
Ella abrió sus ojos emocionada y se apresuró a abrirlo.
─¡Papa! ¡Qué precioso collar! ─Dijo ella tomándolo y examinándolo muy bien.
─Era de tu madre. ─Dije con nostalgia.
─¿En serio? ─Dijo ella sorprendida.
Asentí. ─Se lo obsequié en su cumpleaños número dieciséis y no puede tenerlo mejor persona que tú ahora.
Ella se lo colocó de inmediato.
─¿Crees que soy hermosa? ─Dijo viéndome con esos ojos que me recordaba cada día que Alicia estaba entre nosotros dos.
─La más hermosa de todas. Como tu madre.
─Te amo, papá.
─Te amo, Alicia.
El collar que le había obsequiado a mis Alicias era un corazón que tenía grabado "Eres la más hermosa de todas".
Me mudé muy lejos de la ciudad con mi hija y mi madre el día después de que Alicia me confesara toda la verdad. Dejé a Bárbara plantada en el supuesto encuentro que tendríamos esa noche, porque no volví a verla nunca. Dos años después supe que la habían encontrado muerta en un barrando cerca del vecindario en donde solíamos vivir, y que su cuerpo estaba en muy malas condiciones. Leí en el periódico que Paterson había ido a la cárcel por estar aliado con una empresa narcotraficante o algo parecido. Los padres de Alicia se mudaron también, y jamás volví a verlos. Una vez me comuniqué con ellos para saber si querían conocer a su nieta, pero ellos se rehusaron y ya no volvieron a mostrar interés por mi hija.
Pricila está enterrada justo a la par de Alicia. Ese es uno de mis lugares favoritos, el cementerio. A veces voy con Alicia, mi hija, y a veces voy solo. Platico por horas y horas con ambas y luego me despido y regreso a casa resignado de que las volveré a ver. Juntas, sonrientes, felices.
No volví a ver o a soñar a Alicia después de la noche que me confesó toda la verdad, ni siquiera una vez. Pero la sigo recordando todos los días de mi vida y la amo cada día más. Cada vez que despierto a nuestra hija, cada vez que la veo leyendo o escuchando música, cada vez que sonría, cada vez que ve como su héroe, cada vez que me dice "Te amo", cada vez que respira, es el vivo recuerdo de Alicia, y eso me hace sentir que ella está entre nosotros dos.
Ahora, solo me queda vivir la vida que me queda al lado de mi pequeña Alicia y luego, vivir la eternidad al lado de mi otra Alicia, el amor de mi vida.
Te amo, Alicia.
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Queridos lectores, LCSDA ha llegado a su fin.
Mañana actualizo la última parte que corresponde a los agradecimientos y palabras del autor.
Mil gracias por leer mi libro, espero que les haya gustado.
Besos. Elizabeth.
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La Carta Suicida de Alicia
Misterio / Suspenso"Solo cerraré mis ojos" Fueron las últimas palabras de Alicia Collins, una adolescente de 17 años, cuya verdadera vida era desconocida por quienes solían decir que la conocían. Las razones de su muerte están plasmadas en una hoja arrugada arrancada...