Otra equivocación

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Me rompí la mano al estrellarla contra el rostro de Paterson. Esta vez no me salvaría de un buen rato en prisión o una buena fianza que no sé cómo pagaría. Él tenía la nariz rota, el ojo izquierdo morado, moretones en la cara y el labio inferior sangrando. Me miraba con odio desde el sillón en el que se encontraba sentado sosteniendo una bolsa de hielo contra su rostro. Se lo merecía.

-Alexander, ¿Qué pasa contigo? -Dijo mi madre un tanto molesta. ¿Cómo no? Su hijo era un idiota, pero ese estúpido oficial me superaba en el nivel de idiotez.

Bajé la mirada.

-Señora, esta vez su hijo no se librará de estar tras las rejas. -Dijo Paterson como pudo. Apenas si podía hablar.

La madre de Pricila le ofreció más hielo para sostener sobre su rostro y éste lo hizo. Pricila solo me miraba victoriosa desde una esquina con el libro en sus brazos.

-Mira. -Hice una mueca a Pricila para que ojeara el libro y revisara si había algo de Alicia allí. Ella de inmediato lo hizo. ¡Bingo! Sus ojos se iluminaron pero no dijo una palabra sobre lo que había encontrado. Solamente permaneció parada en donde estaba, observando todo lo que pasaba.

-Niña, ¿Has revisado el libro? -Dijo Paterson. Pricila negó con la cabeza. -¡Hazlo! -Exigió.

Ella lo hizo lo más lento que pudo y eso enfurecía a Paterson.

-Nada. -Dijo.

-Déjame ver. -Dijo Paterson extendiendo su brazo para que Pricila le diera el libro.

Ella volteó a verme y yo negué con la cabeza rápidamente. Ella se lo entregó.

-Veamos qué es lo que tiene que decir Alicia... -Dijo revisando hoja por hoja del libro hasta llegar a la última, encontrando nada. -¡Niña tonta!

No había terminado de decir la palabra Tonta y yo ya estaba sobre él golpeando su rostro con todas mis fuerzas. Charlie y mi madre estaban tratando de quitarme de encima de Paterson, pero era inútil. Mi furia, mi euforia, mi coraje, mi rabia la estaba desquitando con la cara de Paterson, quien no hacía más que decir puras babosadas que me hacían enfurecer aún más. La muerte de mi novia me tenía deprimido, en la ruina, en la nada. Quería desquitar mi rabia con alguien, sacar todo lo que llevaba dentro, gritar, llorar... y Paterson me dio la oportunidad perfecta. Estaba encima de él golpeando y deformando con mis puños su rostro, yo estaba gritando y llorando.

-¡Vuelves llamar tonta a mi novia y juro que te mato! -Gritaba mientras deformaba más la cara de Paterson.

Mis manos estaban llenas de sangre y podía ver a Paterson debajo de mí casi muriendo.

Entonces vi a Alicia y me detuve.

-Alexander, ¿Qué haces? -Dijo ella. Tenía un vestido blanco puesto. Su cabello lacio estaba recogido con una coleta, como me gustaba verla. No tenía maquillaje, ella se miraba tan perfecta sin maquillaje y su mirada tenía la misma magia de la primera vez que me vio.

De reprende, no había otra persona en la habitación más que Alicia, Paterson casi inconsciente y yo.

-Alicia... -Fue lo único que pude decir. Estaba estupefacto. Sin poder hacer otra cosa más que verla.

Ella se acercó a mi y tomó con sus manos mi rostro. Sus manos estaban frías.

-Te amo, Alexander. -Dijo y me besó la mejilla.

-Alicia, ¿Por qué me has dejado? -Pregunté mientras la veía desaparecer y desvanecerse de la nada. -¡Alicia! Llevame contigo.

-No puedo. Tienes que encontrar lo que dejé para ti.

-¿Nuestra hija? ¡Alicia! No te vayas.

Ella desapareció. Todo estaba como antes, la única diferencian era que yo ya no golpeaba el rostro de Paterson. Caí a un lado de él, con la cabeza abajo y comencé a llorar como un niño. Pricila se acercó a mi.

-¿Estás bien?

Yo no podía dejar de llorar y golpear el suelo con mis manos. Quería otro momento como ese, con Alicia, con sus manos tocando mi rostro y su voz diciendo mi nombre, diciendo que me amaba. Quería estar con ella. Solo con ella.

Mi madre se puso de rodillas frente a mi y me tomó en sus brazos. Esa mujer logró calmar mi llanto, pero extrañaba tanto a Alicia. Quería verla de nuevo. ¿Qué podía hacer? Soñarla, invocarla, imaginarla.

Paterson se puso de pie como pudo y esposó mis muñecas.

-¡No oficial! -Gritó Pricila. Paterson la hizo a un lado de un empujón.

-Paterson, tranquilo. -Dijo Charlie.

Empuje a Paterson con mi cuerpo y éste se enfureció más. Su rostro seguía chorreando de sangre.

-No vuelvas a ponerle una mano encima a Pricila, ¿Entendido?-Grité con ira.

-Cállate. -Dijo irónicamente mientras me llevaba afuera.

Paterson me metió a la patrulla a empujones. Mi madre lloraba y él sonreía victorioso. No se saldría con la suya.

Pricila corrió y me alcanzó hasta la patrulla. Asomó su cabeza por la ventana y me susurró al oído.

-¿Qué hago?

-Lee la carta y escóndela bien. No se la muestres a nadie. Regresaré.

-Prométeme que regresarás, Alexander. No puedo con esto sola. -Dijo con la voz quebrada.

-Lo prometo. Regresaré. Tengo que encontrar a mi hija.

-¡¿QUÉ?!

Al parecer Pricila no tenía conocimiento alguno del parto misterioso de Alicia, que tuvo a nuestro hijo durante nueve meses en su vientre y nadie lo sabía. Alicia preparó muy bien todo. Ni siquiera su mejor amiga sabía que había dado a luz.

Los ojos de Pricila se abrieron como platos. Estaba realmente sorprendida.

La patrulla avanzó y no pude explicarle mayor cosa.

-Volveré. -Dije con una mueca.

-Aquí estaré.

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Me gusta leer sus comentarios. Besos.

Elizabeth.



La Carta Suicida de AliciaWhere stories live. Discover now