Mi mejor amiga

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Pricila

Había guardado en la parte de atrás de mi pantalón el sobre que encontré en mi libro menos preferido, en el cual nunca me imaginé que Alicia dejaría algo para mí. Tal vez sólo quizo facilitar el hallazgo de su carta. Si la hubiese dejado en mi libro preferido hubiera tenido una gran confusión al buscarla y encontrarla. Ella sabía que era más fácil reconocer el libro que odiaba que mi libro favorito. Y Día Domingo era el afortunado de tener entre sus hojas aquella carta que mi mejor amiga muerta había dejado para mí.

Día Domingo era definitivamente el libro más odidado por mi persona, pero a partir de ahora, éste tenía un significado valioso para mí. Guardé el libro en mi caja de libros que habíamos realizado con Alicia, hecha con una caja de tomates y barnizada por nosotras. Ella tenía una igual en su habitación.

Me senté en el borde de mi cama y procedí a leer mi carta.

Pricila,

Quiero que sepas que eres una de las mejores personas que conocí en mi vida. Eres la mejor amiga que cualquier persona que podría tener, sin embargo, yo no lo fui del todo. Seguramente ya lo sabes, o tal vez no, pero hay algo muy importante que no pude contarte, aún así, siendo tú mi mayor confidente. De hecho hay varias cosas que no te conté, y no porque no tuviera la confianza suficiente para contarte, sino porque temía a que si te enterabas de las cosas que en realidad hacía, tal vez te rehusarías a ser mi amiga. Y no quería perder tu amistad, eres la única persona que ha estado en las buenas y las malas conmigo. Tú y Alexander eran lo único que tenía. Tu hombro siempre estaba dispuesto a empaparse con mis lágrimas cuando mi corazón estaba roto y tus labios siempre estaban preparados para decir las palabras correctas en el momento indicado o a guardar silencio conmigo cuando era necesario. Tus risas y carcajadas conmigo fueron el regalo más increíble que pudiste darme. Cuando te quitabas las gafas porque sentías que llorarías de la risa.
Las noches de desvelo en tu casa o en la mía, viendo películas de terror o de romance, comiendo palomitas de maíz y siendo las dos chicas más felices del universo juntas.

Volviendo a las cosas pendientes por contarte, son las siguientes:

Fumaba marihuana, me escapé muchas noches más, aparte de la que tú sabías a la casa de la abuela de Alexander y la última y la más importante, estuve embarazada. Dejé a mi bebé viviendo,está entre ustedes. Al bebé de Alexander y mío.

Sé que no soy quien para pedirte un favor, porque sé que has de estar muy molesta conmigo, pero quisiera pedirte que seas como una mamá para mi bebé. Dale besos y abrazos, peinala antes de ir a la escuela y explicale el asunto de la menstruación.

Se la mejor mamá para mi hija. Por favor, cuidala junto a Alexander.

Te quiero muchísimo amiga. Nunca me olvides.

Alicia.

Dios mío. Alicia estuvo embarazada.

Esa noche fui con el oficial Paterson y le rogué que por favor dejara a Alexande acompañarme al funeral de Alicia. Éste se rehusó obviamente, así que hablé con Charlie.

Iba a mostrarle la carta de Alicia pero recordé las palabras de Alexander.

-Señor, usted estuvo allí. Es testigo de que el comportamiento de Paterson no fue el mejor.

-Lo sé Pricila, pero el de Alexander tampoco. -¡Rayos!

-Por favor, solo será esta noche. Alexander no hizo algo tan grave. -Charlie me miró diciéndome con los ojos que no era verdad lo que decía. -Se supone que Paterson debía ayudarnos en esto, y en vez, lo está arruinando todo.

-Gracias señorita. -Dijo una voz detrás de mi abriendo la puerta. Paterson. No hubo necesidad de voltear a ver para saber que era él, la pesadez en su voz evidenciaba que era él.

Sonreí irónicamente sin verlo.

-Como le decía señor, solamente será esta noche. Mi madre lo traerá mañana por la mañana. Solo quiero ir con él al funeral de Alicia. -Casi supliqué a Charlie y éste se quedaba viendo fijamente a la puerta como si ésta fuese a darle respuesta alguna, pero supuse que lo estaba considerando. Casi lo lograba. Hasta que...

-¿Dejar salir al muchacho? ¿Estás loco Charlie? Mira como dejó mi rostro. -Dijo Paterson a la defensiva. -Ese muchachito es un peligro para la sociedad.

Era lo que merecía y más. Pensé. ¡Maldición! Paterson lo arruinaba todo.

-¡Basta! -Dije poniéndome de pie y somatando el escritorio de Charlie con la palma de mi mano. Debo admitir que ésta ardió después del golpe que di en la mesa. -Ahora.

-Señorita, lo que nos pide no puede ser posible. -Dijo Charlie. -Tanto ver al capitán de la estación como dejar ir al muchacho.

-¿Por qué no puedo verlo?

-Tendría que tener una cita previa.

-No es justo. -Dije con la voz entre cortada. -¡NO ES JUSTO! -Grité más alterada.

Me sentía indignada. Estos tipos no podrían impedir que Alexander fuera al funeral de Alicia. No podían. Me recosté sobre el escritorio de Charlie y una lágrima cayó sobre la madera vieja.

Alguien abrió la puerta pero no quise levantarme para ver quien era.

-¿Pasa algo? -Dijo un hombre con voz ronca detrás de mí.

-¡Capitán Florek! -¿El capitán? ¡Aleluya!

Me levanté de inmediato, me Sequé las lágrimas y me dirigí al señor. Era un tipo como de treinta y pocos años. Para ser sincera, era bastante apuesto, con cabello negro, ojos intimidantes, y muy, muy alto.

-Buenas noches señor, mi nombre es Pricila Parker.

-Pricila. -Dijo sonriendo -¿Sucede algo?

-Quiero hablar con usted, si me lo permite. Es sobre un asunto urgente. -Lo vi a los ojos. -A solas.

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Besos. Elizabeth.

PD: Para ti, mi Karen.

La Carta Suicida de AliciaWaar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu