La Verdad

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─¿De qué promesa hablas? ─Dije perdiéndome en sus ojos marrones. 

─Prométeme que no harás nada en contra de Bárbara. ─Dijo en tono suplicante. 

¿Qué? ¿Cómo podía pedirme eso? Si Bárbara ha sido la culpable de que nuestras vidas hayan terminado como terminaron. Con ella, el único remedio era la muerte. 

─No puedes pedirme eso, cariño. Sabes que no puedo quedarme con esto que llevo dentro. 

─Sé lo que sientes. Sientes odio por Bárbara. ─Ella se acercó y acarició mi cabeza, jugando con mi cabello con sus manos. ─Pero, ¿Me amas? 

¿Qué clase de pregunta era esa? ¿Dudaba de mi amor por ella cuando estaba dispuesto a matar por ella? ¡Estaba dispuesto a todo y más por la persona que más amaba en el mundo! Me sentía ofendido con esa pregunta. 

─Claro que te amo, Alicia. ¿Cómo puedes dudarlo? 

─No lo dudo, Alexander. Pero no puedes crear una guerra en tu corazón entre el odio y el amor. 

─¿Estás diciéndome que si te amo no debo hacer nada contra Bárbara? 

─No puedes manchar tus manos y tu vida por cobrar venganza a alguien que no lo merece. ─Ella se recostó a mi lado. ─No puedes dejar que el odio le gane al amor. No puedes. 

─Pero esto no es puede quedar así, Alicia. ¡Ella te mató! ─Dije desesperado con tal de que Alicia me diera la razón. No podía renunciar a la segunda cosa que más deseaba en la vida, ver a Bárbara muerta. La primera era tenerla a ella viva. 

─La vida se encargará de cobrarle a Bárbara todo lo que ha hecho. Todo el daño que ha causado. ─Alicia estaba llorando. Derramó una lágrima y al instante la limpió. 

─Estás llorando por culpa de Bárbara, estás muerta por culpa de ella. ¡No puedo solo irme sin hacer que pague! 

─Y tú irás a prisión por su culpa si le haces algo. Antes de tomar el camino de la venganza, cava dos tumbas. No cabes la tuya, amor. No lo hagas. ─Me suplicó, y no pude resistir ante esos ojos brillosos y llorosos. 

Asentí y me recosté en su hombro. 

─No te imaginas la falta que me haces, Alicia. ─Dije con un nudo en la garganta. ─Te extraño tanto. 

─Yo también te he extrañado mucho, Alexander. Pero dejé algo para ti, algo que te recordará día con día lo mucho que te amo. Nuestra hija.

─Dime qué pasó contigo.  

Ella me vio con los ojos apagados y me entregó un sobre que tenía en su mano. Me sonrió y me besó en los labios por última vez. 

─Te amo con toda mi alma, Alexander. Nunca lo olvides. 

No lloré. Aunque tenía un maldito nudo en la garganta, pero solo le sonreí con la sonrisa que solía encontrarla todas las mañanas.

─Te amo tanto, Alicia. 

Ella se fue, y no me quedaba más que ver lo que había en el sobre. Adiós Alicia. 

Querido Alexander: 

Has llegado al final de todo. Tienes a nuestra hija y has descubierto que mi suicidio no fue decisión propia. Ahora, es momento de que sepas la verdad. 

En noviembre del año pasado descubrí que estaba embarazada, me realicé una prueba en el baño de chicas, del cual salí con la misma en la mano. Lastimosamente, Bárbara estaba afuera y supo al instante que estaba esperando un hijo tuyo. Ella comenzó a decirme muchas cosas tuyas que al principio no creí, pero luego lo creí todo al escuchar de su conocimiento sobre el lunar que tienes un poco abajo del ombligo. Supe que habías estado con ella, y eso me puso muy triste que por un momento pensé en dejarte y ya no tener a mi hijo. Pero Bárbara es muy inteligente. Me dijo que tuviera a mi hijo, porque si no lo hacía, correría el rumor en toda la escuela de que había abortado, y  haría del conocimiento a mis padres también. Sentí miedo. De todas maneras, yo no hubiese tenido el corazón para abortar. Ella me dejó muy en claro que no te notificara a ti  ni a nadie sobre mi embarazo, porque de ser así, tú serías el primero en desaparecer de mi vida, después de mi bebé. Así que obedecí. Cuando tenía tres meses de embarazo, fue cuando me rehusé a hacer el amor contigo, inventando siempre cualquier excusa, comencé a usar ropa holgada, y en los últimos meses tuve que usar una faja que Bárbara me dijo que usara para mantener en secreto mi embarazo. Ella me daba unas pastillas para evitar todo síntoma de embarazo; los vómitos, las náuseas, todo. Incluso, tenía que ir a los chequeos médicos con ella. Ella me acompañó en todo el transcurso de mi embarazo, pero lo hizo por una sola razón: Para quitarme a mi hija. Cuando tenía ocho meses de embarazo, ella me confesó su plan. Brooks me daría unas pastillas muy fuertes con el único fin de acabar con mi vida, pero antes tenía que dar a luz, entregarle mi bebé a Bárbara, quien se haría cargo de ella, y te re conquistaría de nuevo, sin mí en el camino, y con Pricila en prisión. Ella me obligó a tomar esas pastillas, amenazándome de no hacerlo, ella te haría daño y a nuestro bebé. No tuve otra opción. Escribí mi carta suicida un día antes de morir, mintiendo al poner la fecha que puse en la misma. Bárbara quería hacer creer a todos que yo había escrito esa carta desde el momento en que supe que estaba embarazada, con el pretexto de mi cobardía por no afrontar el hecho de ser madre y tener un bebé. Así que tuve que escribir una carta que diera a conocer mis supuestos motivos de suicidio, los cuales ella había inventado. Pero jamás contó con que yo cambiaría las cartas en los últimos minutos que me quedaban de vida. Casi muriendo, tomé mi cuaderno de literatura  y escribí en una hoja vacía la carta que encontraron la mañana siguiente de mi muerte, dejando pistas a todos para que todo llegara a la verdad. Todavía pude ver el pequeño rostro de nuestra hija antes de que Bárbara me la arrebatara de las manos, y me llena de alivio saber que ella estará contigo y que tendrá el mejor papá. Quiero que sepas que el último pensamiento que tuve antes de morir, fuiste tú. Porque yo juré que te amaría a pesar de todo, aunque hayas estado con Bárbara, hasta el último segundo de mi vida, y si había vida después de la muerte, lo seguiría haciendo. 

Querido Alexander,hay vida después de la muerte, y te sigo amando con la misma o con más intensidad que siempre. Espero verte algún día por aquí, tomarnos de la mano y vivir toda una eternidad juntos. 

Te amo. Alicia. 

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Capítulo dedicado a la persona que acertó más cercanamente a la verdad. 

Besos.

La Carta Suicida de AliciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora