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Llegué a la cena con un ramo de flores amarillas en la mano, una pequeña muestra de esperanza en medio de la oscuridad que me rodeaba. Mis pasos vacilantes me llevaron al interior de la mansión, donde fui recibido por los padres de Catalina con una mezcla de sorpresa y aceptación.

—Y Annia?-pregunté, buscando la presencia de la única luz en mi mundo oscuro.

Luisa, la madre de Catalina, respondió con una sonrisa tranquila. 

-No tarda en bajar. Estaba arreglándose- dijo, su tono lleno de paciencia y comprensión.

Entregué las flores con cuidado, sintiendo el peso de la esperanza en mis manos. 

-Son para ella-dije con suavidad, esperando que ese pequeño gesto pudiera aliviar aunque fuera un poco su carga.

Edward, el padre de Catalina, tomó las flores con gratitud. 

-Muy lindas, Charles. Sé que esta noticia te hará feliz-, comenzó mientras nos dirigíamos hacia la mesa. -Annia se unirá al equipo de Mercedes como parte de estrategias. Creo que sería una buena idea que poco a poco la ayudes a introducirse-

Mis ojos se abrieron con sorpresa ante la noticia. 

-Oh, claro. Pero, ¿por qué a Mercedes? Pensé que siendo accionista mayoritario de Ferrari podrías ponerla en Ferrari- pregunté con curiosidad, sintiendo una pizca de desconcierto en mi interior.

Edward soltó un suspiro antes de responder. 

-Lo iba a hacer, pero ella no quiso-dijo con una expresión pensativa mientras nos sentábamos alrededor de la mesa, dejando que las palabras flotaran en el aire como una sombra fugaz de lo que podría haber sido.

Annia bajó las escaleras, irradiando una belleza que dejó a todos sin aliento. La luz de las velas parecía bailar en su cabello mientras se sentaba a la mesa, su presencia llenando la habitación con una energía que parecía alejar la tristeza por un instante.

-Estas flores te las obsequia Charles-, anunció su padre con una sonrisa, señalando el ramo que reposaba en el centro de la mesa.

Annia se volvió hacia mí con una expresión de sorpresa y gratitud. 

-Oh, gracias, Charles... son hermosas, pero me gustan más las rojas-, dijo con una sonrisa encantadora.

Asentí con una sonrisa. 

-Para la próxima serán rojas-, prometí, sintiendo un destello de alegría en mi corazón ante su agradecimiento.

Las personas de servicio comenzaron a servir la comida, y la madre de Annia tomó la palabra. Contó cómo Annia había ido a Rusia para terminar la universidad y cómo ahora entraría a Mercedes, una oportunidad emocionante para su futuro.

-Me parece que Toto es muy agradable, igual que su esposa. Aún no conozco muy bien a Lewis ni a George, pero George es muy apuesto- comentó Annia con una sonrisa, su mirada desviándose hacia mí por un instante.

El comentario me molestó más de lo que debería, pero traté de ocultar mi incomodidad. 

-Muy lindo, pero en la pista no da una- respondí con una sonrisa forzada, tratando de mantener un tono ligero a pesar de mi irritación.

Los padres de Annia rieron ante mi comentario, y aunque intenté unirme a su risa, sentí un nudo en el estómago que me recordaba la complicada danza de emociones que se desataba en mi interior.
Mientras cenábamos, la conversación fluyó entre los cuatro de manera superficial, llenando el vacío incómodo que se había instalado en la habitación. Hablamos de cosas varias y sin sentido, tratando de ignorar la tensión que se había apoderado del ambiente.

Immortal She - CHARLES LECLERC -+18Where stories live. Discover now