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Mientras caminábamos hacia el hotel, agotada por un día lleno de actividades en Arabia, sentía cada músculo de mi cuerpo protestar por el cansancio. Aunque el lugar era hermoso, mis pensamientos estaban en otro lado. Llevaba un mes sintiéndome fatal, y la sensación de malestar no me abandonaba.

Al llegar al hotel, encontré a mis padres esperándome en el lobby. Los abracé con fuerza, sintiendo la nostalgia y el amor mezclados en un solo gesto.

-Los extrañé muchísimo-, les dije con sinceridad, mientras mi madre me examinaba con ternura.

-Cariño, mira cómo estás, te ves hermosa-, comentó, tratando de disipar mi agotamiento con sus palabras cálidas.

Mi padre saludó a Charles con cortesía, pero sus ojos reflejaban una determinación que no pasó desapercibida para mí.

-Vamos a cenar, tengo una plática pendiente con este muchacho- dijo con una voz que dejaba entrever una seriedad que me inquietaba. Nos dirigimos hacia el restaurante, y mientras caminábamos, sentía la tensión en el aire, como si algo importante estuviera a punto de suceder.

Al escuchar las palabras de mi padre, sentí un nudo en la garganta. Llegamos al restaurante Ordenamos nuestras comidas, pero la tensión en la mesa era palpable. Cuando mi padre habló, su voz era firme y decidida.

-Charles, sabes que te apreciamos en la familia, sabes que te queremos mucho, pero ahora serás parte. Y no queremos que solo por palabra seas parte de mi familia. A ustedes dos jovencitos les exigimos que se casen antes del nacimiento-

Las palabras resonaron en mi cabeza, y miré a Charles en busca de alguna señal de sorpresa o resistencia. Pero en lugar de eso, vi en sus ojos una determinación que no esperaba.

-¿Qué?-, fue lo único que pude articular, todavía procesando la idea de un matrimonio repentino.

Pero Charles no dudó ni por un momento.

-Claro que sí, quiero casarme con Annia-, respondió con seguridad, tomando mi mano bajo la mesa. Sentí un mareo repentino ante la idea de comprometerme de esa manera tan repentina.

Insegura, miré a mis padres, buscando su complicidad, su comprensión. Pero las expectativas de mi familia pesaban sobre mí, y la presión era abrumadora.

-Papá, mamá, saben lo que opino del matrimonio- intenté argumentar, pero la mirada de Charles me instaba a ceder.

Él me interrumpió suavemente.

-Cariño, debemos darle una buena familia a nuestros bebés, deja eso a un lado, me dijo, tratando de convencerme con la idea de un futuro estable para nuestra familia.

Después de un momento de silencio, asentí con una mezcla de resignación y nerviosismo. Sabía que este matrimonio no sería solo por amor, sino también por obligación. Mi madre, visiblemente emocionada, se dirigió a Charles.

-Quiero que Annia pase el embarazo en Alemania, donde podremos cuidarla mejor-

Mis ojos se abrieron de par en par ante la propuesta, sintiendo un aluvión de emociones encontradas.

-¿Qué? No, no, yo tengo que seguir trabajando-respondí con vehemencia, sin poder contener mi sorpresa.

Charles, por su parte, se mantuvo firme en su postura de apoyarme.

-Si ella quiere trabajar, no se lo voy a negar-, intervino, tratando de mitigar cualquier tensión en la conversación.

Me sentí frustrada y confundida ante la idea de abandonar mi vida y mi carrera en Arabia.

-Mamá, ¿para qué en Alemania? No, estoy bien aquí-, supliqué, esperando que mi madre reconsiderara su sugerencia y entendiera mis razones para quedarme. Pero la determinación en su mirada me indicaba que esta decisión ya estaba tomada.

Charles tomó mi mano con firmeza y miró a mi madre con determinación.

-Señora, entiendo su preocupación, pero estoy seguro de que puedo cuidar aquí en Arabia. No es necesario que se vaya a Alemania. Podemos garantizarle toda la atención y el cuidado que necesita estando juntos-

Mi madre pareció reflexionar por un momento, evaluando las palabras de Charles. Finalmente, asintió lentamente, aunque aún mostraba cierta reticencia.

-Está bien, pero quiero que ambos entiendan que estaré pendiente de ustedes en todo momento. Annia, si en algún momento sientes que necesitas ir a Alemania, no dudes en decírmelo-

Me levanté de la mesa con un suspiro de frustración y caminé hacia un rincón apartado del restaurante mientras el teléfono seguía vibrando en mi mano. Con un nudo en la garganta, contesté la llamada de Catalina, sabiendo que no sería una conversación fácil.

-Basta, Catalina, basta-, le dije con firmeza, tratando de contener mi incomodidad.

La voz de Catalina al otro lado de la línea sonaba fría y calculadora.

-Dime, ¿estás embarazada? ¿Mamá te obligó?- preguntó directamente.

Sentí una mezcla de enojo y tristeza al escuchar sus palabras.

-No, Catalina, por favor, déjame en paz- respondí, luchando por contener las lágrimas que amenazaban con emerger. Con un último suspiro, colgué el teléfono, deseando que Catalina entendiera que mi vida y mis decisiones no eran de su incumbencia.

Me senté de nuevo en la mesa, tratando de recomponerme después de la incómoda llamada con Catalina. Mientras mi madre empezaba a hablar sobre los detalles de la boda, mi mente divagaba, aún afectada por la conversación anterior. Sentí la mano de Charles acariciar mi pierna suavemente, y su susurro en mi oído me devolvió al presente.

-¿Qué tienes?-, preguntó con preocupación en su voz.

Miré mi teléfono, todavía sintiendo el peso de lo sucedido, y luego miré a Charles.

-Nada-, respondí, tratando de sonar convincente, pero sabía que no podía ocultar completamente mi incomodidad.

NARRADOR

Catalina se sentía agitada mientras marcaba el número de Alex una y otra vez, deseando desesperadamente que respondiera. Finalmente, la voz de Alex se escuchó al otro lado de la línea, y Catalina contuvo el aliento.

—Alex, ¿eres tú?—preguntó, su voz temblorosa de emoción y ansiedad.

—¿Catalina? No, no entiendo, debe ser una broma. Tú estás muerta—respondió Alex con incredulidad.

Catalina sintió una oleada de frustración por la confusión de Alex, pero necesitaba respuestas. —Olvídalo, ¿qué pasó contigo y con Annia? ¿Sabes que ella está embarazada?—preguntó directamente, sin rodeos.

Alex suspiró al otro lado de la línea, y su tono se volvió sombrío.
—Sí, de ese imbécil que vino a Rusia a amenazarme. Sí, lo sé todo—admitió, revelando una mezcla de resentimiento y resignación en su voz.

Catalina se sintió inundada por una mezcla de emociones al escuchar las palabras de Alex. Por un lado, había una sensación de satisfacción al confirmar que Annia estaba embarazada de Charles, pero también había un rastro de preocupación por la situación entre ellos.

—¿Te amenazó? ¿Qué más pasó?—preguntó Catalina, su mente girando con preguntas y posibilidades.

Alex vaciló por un momento antes de responder, su voz cargada de amargura.

—No quiero hablar de eso. Annia no merece que me preocupe por ella después de lo que hizo—

Catalina apretó los puños con frustración. Sabía que la relación entre Annia y Alex había terminado en malos términos, pero aún le dolía ver el desprecio en las palabras de Alex.
—Lo entiendo. Gracias, Alex—dijo, su voz apenas un susurro antes de colgar.

Se sentía abrumada por la avalancha de emociones y pensamientos que la embargaban. ¿Qué pasaría ahora? ¿Cómo afectaría esto a su relación con Annia y a su propia vida? Catalina sabía que tenía muchas decisiones difíciles por delante, pero una cosa era segura: no se detendría hasta descubrir la verdad detrás de todo esto.

Immortal She - CHARLES LECLERC -+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora