25

1K 94 11
                                    

El nudo en mi estómago se apretaba con cada paso que daba hacia la habitación, donde George y Jules compartían un momento tranquilo viendo caricaturas. Su inocencia contrastaba dolorosamente con el peso de mi conciencia, cargada con la culpa por lo que acababa de hacer.

-George, ¿puedes venir un segundo?-, mi voz sonaba apenas un susurro, temerosa del juicio que se avecinaba.

Él se levantó con una expresión de preocupación, sus ojos buscando los míos en busca de respuestas. 

-¿Qué pasa? ¿Está bien Charles?- preguntó, su tono lleno de aprehensión.

-No... estaba tomando pastillas... llegué antes pero... no sé qué mierda hacer-, las palabras salieron de mi boca con un sabor amargo de angustia y arrepentimiento.

George me rodeó con sus brazos en un abrazo reconfortante, su calor transmitiéndome un destello de consuelo en medio de mi tormenta emocional. 

-Estoy aquí... cielo, no te voy a dejar que lo hagas sola...- susurró, su voz llena de determinación y amor incondicional.

Mis pensamientos se agitaron en un torbellino de confusión y remordimiento. 

-Tal vez deba pasar más tiempo Jules con Charles...-, murmuré, tratando de encontrar una solución que aliviara mi culpa.

Él asintió con comprensión. 

-Sí, eso puede ser-, dijo suavemente, ofreciéndome su apoyo inquebrantable en medio de mi angustia.

-Annia, ¿vamos a dormir?-, dijo George con suavidad, extendiendo su mano hacia mí. -Jules y yo te estábamos esperando-

Asentí con un suspiro de alivio

AL DIA SIGUIENTE 


La escena en el aeropuerto era un caos controlado, con Jules haciendo un berrinche por un helado que sabía que no podía tener. Intenté explicarle con calma, pero sus lágrimas y protestas se intensificaban con cada segundo que pasaba. George intervino con suavidad, ofreciendo una promesa de helado después del vuelo, pero Jules estaba decidido a conseguirlo ahora.

Fue entonces cuando lo vi: Charles, observando la escena desde la distancia. Mi corazón dio un vuelco, sorprendida por su presencia en un momento tan crucial. Pero antes de que pudiera procesar completamente su aparición, se acercó a nosotros con determinación.

-Jules Leclerc, basta-, dijo con firmeza, tomando a mi hijo por sorpresa. -Mamá no te dará helado porque estás hiperactivo, y si te lo da y te comportas así durante el vuelo, haré que te trasladen a la bodega de equipajes. ¿Entendido?-

Jules frunció el ceño, claramente molesto por la intervención de Charles. 

-Yo quiero helado-, insistió tercamente.

-No-, respondió Charles con autoridad. -Y cuando tu madre dice no, es no-

Jules se sentó, visiblemente frustrado por la negativa, pero también sorprendido por el tono serio de Charles. 

Charles me miró con preocupación antes de dirigirme unas palabras. 

-Avísame si sigue con este berrinche-, dijo con una mezcla de firmeza y preocupación. Aunque su intervención había calmado momentáneamente a Jules, era evidente que el niño aún estaba molesto por la negativa.

George, visiblemente incómodo con la situación, intervino para expresar su desacuerdo con la forma en que Charles había manejado la situación. 

-No debiste llamarle la atención así. Él jamás ha sido regañado-le reprochó.

Immortal She - CHARLES LECLERC -+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora