4

2K 153 12
                                    

Salí del baño, sintiéndome un poco más fresca después de la ducha. Al entrar en la sala de estar, noté que todos estaban dormidos, incluido Charles, quien descansaba en la habitación de huéspedes. Decidí ir a la cocina a comer algo para calmar el hambre que me invadía.

Mientras comía, vi a Charles entrar en la cocina. 

-Charles... no soy Catalina... no lo soy. Me miras como a ella-dije, con la voz cargada de frustración y confusión.

Charles se sentó junto a mí, su mirada mostraba pesar. 

-Ya sé que no eres ella... Lo siento, Annia. No debí besarte-, admitió con sinceridad, mirándome con arrepentimiento en los ojos.

-Además, esto no lo recordaremos. Ambos estamos ebrios- agregué, tratando de despejar el aire entre nosotros.

Charles rió en silencio, una risa que resonó en la tranquila cocina. 

-Tienes razón, Annia-, respondió, reconociendo la verdad en mis palabras.

Por un impulso repentino, me incliné y lo besé, dejando que la pasión del momento nos consumiera. Después de todo, mi hermana seguramente estaba rehaciendo su vida mientras Charles parecía estar estancado en el pasado.

Charles me tomó de la cintura y me sentó en sus piernas, profundizando el beso con una intensidad apasionada. 

-Eres tan tentadora, Annia-, susurró entre besos, mientras sus manos exploraban mi cuerpo con deseo.

Sin decir una palabra más, Charles me levantó en brazos y me llevó a la habitación de huéspedes, donde la noche prometía ser larga y llena de secretos compartidos en la oscuridad.

Los besos de Charles continuaron con una intensidad abrumadora, su mano firme en la nuca mientras me perdía en la vorágine de sensaciones que sus labios despertaban en mí. Sentí el calor de su cuerpo cuando se levantó, llevándome en brazos hasta el sofá donde nos sentamos juntos.

Sin separarnos, continuó besándome con fervor mientras sus manos expertas se deshacían de su pantalón. La anticipación hizo que mi corazón latiera con fuerza, y aunque sabía que lo que estábamos a punto de hacer no era lo correcto, una parte de mí ansiaba entregarse al deseo que arremolinaba en el aire.

Con un suspiro tembloroso, dejé caer la bata de baño que me cubría, sintiendo la tensión palpable en el aire mientras la habitación se llenaba con la electricidad de nuestra complicidad compartida. Sabía que esto no estaba bien, que deberíamos detenernos, pero la atracción era demasiado fuerte para resistirla.

Me sentía nerviosa, insegura, pero cuando los labios de Charles encontraron los míos una vez más, todos esos pensamientos se desvanecieron en la vorágine del deseo. Me dejé llevar por la pasión del momento, sabiendo que estaba tomando un camino peligroso pero incapaz de resistirme a la tentación de lo desconocido.

Charles me miró con una sonrisa seductora y susurró en francés: 

-Eres perfecta... solo mírate.- Su elogio me hizo sonreír, aunque por dentro sentía una mezcla de excitación y nerviosismo.

Observé cómo se deshacía de su pantalón, dejándolo en el suelo mientras permanecía en boxer. Su mirada ardiente y su actitud decidida avivaron el fuego que ardía dentro de mí, haciendo que mi corazón latiera con fuerza en mi pecho.

Sin decir una palabra, comenzó a masturbarse lentamente, su mirada fija en mí mientras sus movimientos se volvían más intensos. La tensión en la habitación era palpable, cargada de deseo y anticipación.

Aunque parte de mí sabía que esto estaba mal, que debíamos detenernos antes de que fuera demasiado tarde, otra parte anhelaba la excitación del momento, deseando entregarme completamente al placer que Charles me ofrecía.

Me mordí el labio inferior, sintiendo cómo la lujuria se apoderaba de cada fibra de mi ser. No podía apartar la mirada de él, hipnotizada por la intensidad de su deseo y la promesa de un placer inimaginable.

No puedo evitar sentir la electricidad que fluye entre nosotros cuando Charles se acerca, su mirada ardiente y su sonrisa seductora me hacen perder la razón. Antes de que pueda decir algo, sus labios se encuentran con los míos en un beso ardiente, cargado de deseo y anhelo.

Mi corazón late con fuerza en mi pecho cuando siento cómo Charles comienza a entrar en mí, su movimiento rudo y decidido me hace gemir involuntariamente. Instintivamente, él cubre mi boca con su mano para sofocar mis gemidos, mientras continúa con su embestida implacable.

La pasión nos consume por completo, y me encuentro perdiéndome en la vorágine del deseo, entregándome al placer que solo él puede proporcionarme. Cada roce, cada movimiento, me sumerge más profundamente en un éxtasis indescriptible, dejando que el placer nos envuelva en una danza frenética de lujuria y anhelo.

Mis manos se aferran a su espalda, sintiendo la tensión de sus músculos mientras se mueve con una intensidad abrumadora. El calor del momento nos envuelve por completo, y por un instante, todo lo demás desaparece, dejándonos a solas con nuestra pasión desenfrenada.

El mundo se reduce a nosotros dos, a este momento de éxtasis compartido, donde nuestras almas se entrelazan en una sinfonía de placer y deseo. Y en medio de esta vorágine de sensaciones, me doy cuenta de que no hay vuelta atrás, que estamos completamente perdidos el uno en el otro, dejándonos llevar por la corriente de la pasión.

-¿Te gusta, Annia? ¿Te gusta cómo te hago sentir?-

- Sí... sí, me encanta...-

- Eres mía, Annia. Solo mía...-

- Charles...-

La habitación se llena con el sonido de nuestros gemidos entrelazados mientras nos entregamos completamente al placer. Cada embestida de Charles me lleva más cerca del borde del éxtasis, envolviéndome en una ola interminable de sensaciones abrumadoras.

- Charles... no puedo... aguantar...-

- Déjate llevar, Annia... déjame sentirte...-

Mis manos se aferran a él con desesperación, buscando algo tangible en medio del torbellino de placer que nos envuelve. Cada caricia, cada beso, me lleva más cerca del precipicio, y cuando finalmente llegamos juntos al clímax, el mundo estalla en una explosión de éxtasis indescriptible.

Después de un momento de pura euforia, nos quedamos allí, abrazados en un silencio cargado de significado. El calor de nuestros cuerpos se mezcla con el aroma del deseo, creando un vínculo que trasciende las palabras.

Nos quedamos así, perdidos en el éxtasis compartido.

LA MAÑANA SIGUIENTE

Después de un intercambio de palabras tenso y lleno de emociones encontradas, Charles y yo nos dirigimos a su habitación para dormir. Nos acostamos en silencio, pero mi mente estaba llena de pensamientos tumultuosos y mi corazón pesaba con el peso de la culpa.

A la mañana siguiente, me despertó el sonido de la puerta  y escuché la voz de mi madre. 

-¿Charles? Hijo, iremos a desayunar. Creo que Annia se fue temprano-, dijo, su tono ligeramente preocupado.

Suspiré con pesar, sintiéndome culpable por no haber sido honesta con mi madre y por haber traicionado la confianza de Alex. Me tocaba la cabeza, tratando de calmar el torbellino de emociones que me invadía.

Charles se levantó y se acercó a mí con preocupación. 

-¿Estás bien, Annia? Yo...-Comenzó a decir, pero lo interrumpí con un gesto de la mano.

-No estoy bien, Charles- le dije con voz apagada, mirándolo con ojos llenos de pesar. -Alex es mi novio, y ve lo que le hice. Él confía en mí-agregué, sintiendo el peso de mi error pesando sobre mí.

Sin esperar su respuesta, salí de la habitación.

Immortal She - CHARLES LECLERC -+18Where stories live. Discover now