22

1K 103 5
                                    

Jules irrumpió en la habitación con su típica energía infantil, seguido de cerca por Mick, quien parecía un poco agotado por el alboroto del niño.

-Mami, estoy muy lleno- exclamó Jules con una sonrisa pícara, mientras se aferraba a su estómago.

Mick intervino con una broma

-Se comió una docena de papas fritas-.

-Gracias, Mick. Mañana nos vemos en el garaje- respondí con una sonrisa agradecida antes de que él se despidiera y se marchara.

Una vez solos, Jules corrió hacia la cama donde George estaba sentado y se acurrucó a su lado. 

-George... ¿tú eres mi papá?-, preguntó con inocencia en su voz infantil.

George, sorprendido por la pregunta, respondió con ternura, 

-Sí, pequeño, ¿por qué preguntas?-

Jules frunció el ceño ligeramente y explicó su confusión

-Bueno... todos los niños que conozco se llaman como su papá, pero yo me llamo Jules, no George-

George sonrió con complicidad antes de contarle la historia del legendario piloto Jules, compartiendo detalles emocionantes sobre sus hazañas en las pistas y la razón detrás del nombre del niño. Jules escuchaba atentamente, sus ojos brillaban con fascinación 

Después de un amanecer tranquilo, George se marchó temprano, dejándonos a Jules y a mí desayunando juntos en el hotel. Mientras compartíamos el desayuno, Jules repentinamente recordó algo importante.

-Mami, ¿y mi camiseta de Mercedes?-, preguntó, mientras revolvía toda su maleta en busca de la prenda perdida.

-Carino, la dejaste en el sofá-, le recordé suavemente, señalando hacia la sala de estar donde habíamos dejado nuestras pertenencias la noche anterior.

Jules, aliviado al encontrar la camiseta, asintió con la cabeza y dijo

-Cierto, mami-

Terminé de arreglarme mientras Jules continuaba con su desayuno. Entonces, de repente, mencionó algo que me tomó por sorpresa.

-Mami, no me gusta el lunar que tengo en la cara-, dijo con una expresión preocupada, señalando un lunar que había pasado desapercibido para mí hasta ese momento.

Miré el lunar y me quedé en silencio por un momento, recordando el mismo lunar que tenía Charles. Pero decidí no mencionarlo y en su lugar, respondí con cariño

-Pero eres el niño más hermoso del mundo, Jules. Además, debemos irnos pronto-

Con un gesto tranquilizador, terminamos de prepararnos para el día que nos esperaba.

Llegamos al circuito y fuimos recibidos con alegría y entusiasmo por todo el equipo. Jules corría emocionado mientras saludaba a todos conocidos en el paddock. A pesar de la atmósfera festiva, podía sentir cómo los nervios me invadían poco a poco. Después de todo, estaba a punto de ver a Charles después de tantos años.

Intenté mantener la compostura mientras saludaba a los miembros del equipo, pero mi mente estaba ocupada por pensamientos sobre cómo sería el encuentro con Charles. Había pasado tanto tiempo desde que nos habíamos visto, y aunque mi corazón estaba lleno de emociones encontradas, sabía que tenía que mantener la calma por el bien de Jules.

Mientras caminábamos por el paddock, Jules corría emocionado hacia el área de Mercedes. Observé a Charles en la distancia, rodeado de su equipo, y me sentí abrumada por una mezcla de sentimientos. Por un lado, había una sensación de nostalgia y curiosidad por ver cómo había cambiado todo en estos años. Pero también estaba el temor de enfrentarme a él y revivir viejas heridas.

Traté de ocultar mis emociones detrás de una sonrisa mientras saludaba a los miembros del equipo de Mercedes. 

Mientras observaba a Jules saludar a George y a Carlos con una sonrisa radiante, recordé las palabras que me había dicho en privado. Había expresado su deseo de tener un padre como ellos, y aunque había intentado mantenerme fuerte, su deseo había resonado en lo más profundo de mi ser.

Decidí que era el momento adecuado. Tomé la mano de Jules con determinación y lo guié fuera del garage, hacia donde Charles estaba parado. Su sorpresa era evidente cuando nos vio acercarnos.

-Jules-, dije suavemente, tratando de ocultar mis propias emociones, -Conocerás a alguien especial hoy- Caminamos juntos hacia el garage de Ferrari, donde Charles estaba rodeado por la multitud.

Cuando llegamos, Charles notó nuestra presencia y sus ojos se iluminaron con asombro y alegría. Extendí mi mano hacia Jules y lo acerqué a Charles.

-¡Mira quién está aquí!-, exclamó Charles con emoción mientras abrazaba a Jules. -¡Estás enorme, Jules! Dios, ¿cómo ha pasado tanto tiempo?-

Jules miraba a Charles con confusión, tratando de procesar la situación. Me esforcé por sostener la mirada de Jules con tranquilidad, transmitiéndole con mi expresión que todo estaba bien.


La expresión de confusión en el rostro de Jules era palpable cuando se enfrentó a la realidad. Se giró hacia mí con una mirada inquisitiva y preguntó

-Mami, ¿quién es él?-

Respiré profundamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar la situación. 

-¿Recuerdas el nombre, Charles?- le pregunté, esperando que algún recuerdo se encendiera en su mente. -Bueno, Jules... él es tu padre-, dije con suavidad, aunque sabía que mis palabras iban a provocar un torbellino de emociones.

Jules frunció el ceño, claramente molesto y confundido. 

-¡Las mentiras son malas! ¡Él no es mi papá! ¡George es mi papá!-, exclamó con frustración. Me dolió escuchar su rechazo y su negación de la verdad que había intentado ocultarle durante tanto tiempo.

-Lo siento, cariño, sé que mentí-, murmuré, luchando por contener mis propias lágrimas. -Pero él es tu papá-, añadí, con la esperanza de que algún día pudiera entenderlo.

Jules, enojado y herido por la revelación, me miró con desconfianza. 

-¡Mami, no te quiero! ¡Mientes, mientes!-, gritó antes de salir corriendo de regreso al garage de Mercedes, 

El aire se llenó de tensión cuando las palabras de Jules resonaron en mis oídos, y la mirada acusadora de Charles me perforó como dagas afiladas. Sus palabras eran como un puñal en mi corazón, y me sentí atrapada en una maraña de mentiras y verdades a medias.

-¿En serio? ¿Le dijiste a mi hijo que su padre es George?- La acusación en su tono era evidente, y el dolor se reflejaba en sus ojos. Sentí un nudo en la garganta mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para responder.

-Charles, por favor...- murmuré, retrocediendo un paso, pero antes de que pudiera escapar, su mano se cerró con fuerza alrededor de mi brazo. Su agarre era firme, implacable, y me sentí como un pájaro atrapado en una jaula.

-¿A dónde vas? Tenemos que hablar- exigió, su tono era desafiante, pero también había un rastro de desesperación en su voz.

Quería liberarme de su agarre, quería huir de esa conversación que sabía que sería dolorosa y desgarradora. Pero la mirada intensa en sus ojos me mantuvo allí, anclada al suelo, incapaz de escapar de la tormenta que se avecinaba.

-No-, respondí con determinación, mi voz temblaba ligeramente pero mantuve mi postura. -No tenemos nada de qué hablar, Charles. Déjame ir- insistí, tratando de liberarme de su agarre, pero sus dedos parecían estar hechos de hierro.

Immortal She - CHARLES LECLERC -+18Where stories live. Discover now