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En ese preciso instante, cuando mis emociones estaban en su punto más vulnerable, la puerta de la oficina se abrió y apareció Charles. Su rostro mostraba preocupación mientras se acercaba a mí rápidamente.

-Annia, ¿estás bien?- preguntó con voz suave y compasiva, antes de rodearme con un abrazo reconfortante.

Me dejé llevar por su gesto de consuelo y me dejé guiar hacia el sofá. Mis manos temblaban mientras me sentaba, y con un suspiro, le conté a Charles lo que acababa de suceder.

-Alex... terminó conmigo-, dije con la voz entrecortada por la tristeza, mirando a Charles en busca de apoyo en medio de la tormenta emocional que me abrumaba.

Charles me sostuvo con su abrazo reconfortante mientras dejaba que las lágrimas brotaran libremente. Su presencia calmaba mi agitado corazón, y sus palabras eran un bálsamo para mi alma herida.

-Estoy aquí, Annia. Lo siento mucho-, murmuró con ternura, acariciando suavemente mi cabello mientras me dejaba desahogar.

Entre sollozos, logré articular algunas palabras más. 

-No sé qué hacer, Charles. Todo se ha derrumbado-admití, sintiendo el peso abrumador de la desesperación.

Él me miró con compasión, sus ojos reflejaban una mezcla de tristeza y determinación. 

-Vamos a encontrar una solución, Annia. No estás sola en esto-, dijo con firmeza, prometiéndome su apoyo incondicional en ese momento de oscuridad.

Sus palabras resonaron en mi interior, como una luz en la oscuridad que me recordaba que aún había esperanza. Me aferré a su abrazo con fuerza, agradecida por tenerlo a mi lado en medio de la tormenta emocional que me consumía.

Pasamos un rato en silencio, dejando que el consuelo mutuo nos reconfortara. Con cada minuto que pasaba, sentía un poco más de calma y claridad en mi mente turbulenta

Él me sonrió con ternura. 

-Siempre estaré aquí para ti, Annia. No lo olvides nunca-, aseguró, renovando su compromiso de apoyarme en cada paso del camino.

Me sentí agradecida por tener a alguien como Charles a mi lado en ese momento de adversidad. Juntos, enfrentaríamos los desafíos que la vida nos presentara, sabiendo que teníamos el apoyo inquebrantable del otro para superarlos.

Después de un rato, Charles y yo nos unimos a mis padres para comer juntos. Sin embargo, mi mente seguía atormentada por los eventos recientes, y mi apetito se desvaneció rápidamente.

Mi padre notó mi expresión afligida y, con delicadeza, me indicó una tarea para que pudiera alejarme por un momento. 

-Hija, ¿puedes ir a ver qué sucede con la calefacción?-, sugirió, esperando darme un respiro.

Asentí con un murmullo y me levanté de la mesa, agradecida por la excusa para escapar temporalmente. Descendí hasta el sótano, donde se encontraba la caldera. Al inspeccionarla, noté que la temperatura era excesivamente alta y comencé a ajustarla.

Sin embargo, antes de que pudiera terminar, sentí unas manos que rodeaban mi cintura desde atrás. Me sobresalté al reconocer el toque familiar y suave de Charles.

-¿Qué estás haciendo aquí?- pregunté con sorpresa, sintiéndome incómoda ante su proximidad.

Él sonrió con picardía y respondió con un tono juguetón, 

-Solo vine a ver si necesitabas ayuda con la calefacción, pero parece que ya te las arreglas muy bien por ti misma.-

Me aparté ligeramente, sintiendo el calor de su aliento en mi nuca. Aunque su presencia era tentadora, no podía permitirme sucumbir a sus avances en ese momento tan complicado.

Immortal She - CHARLES LECLERC -+18Where stories live. Discover now