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Al llegar a casa, encontré a mi madre sentada en el sofá, hojeando un álbum de fotos con una expresión melancólica en el rostro. Me acerqué y me senté frente a ella, intrigada por su actitud. 

-Ma, ¿por qué jamás hablan del señor Schumacher?-, pregunté, tratando de entender el misterio que rodeaba ese nombre en nuestra familia.

Mi madre me miró con sorpresa antes de responder. 

-¿Por qué hablaríamos de él?- preguntó, aparentemente evadiendo la pregunta.

Persistí, sintiendo que había algo más detrás de su evasiva. 

-Era tu mejor amigo y amigo de papá, ¿qué pasó?-, insistí, decidida a sacar la verdad a la luz.

Suspiró antes de responder con cautela. 

-La vida, eso pasó. Nos alejó y no sabemos nada de él-, dijo en tono apesadumbrado, revelando la tristeza que aún guardaba en su corazón por esa separación. 

-¿Por qué tanto interés, Annia?-, agregó con curiosidad.

Traté de disimular mi verdadera motivación detrás de mi pregunta. 

-Simple curiosidad- respondí con una sonrisa forzada, aunque en mi interior seguía intrigada por la historia no contada de nuestra relación con el señor Schumacher.

Me levanté del sofá y decidí romper el silencio incómodo. 

-Ah... Catalina llamó- anuncié, observando la reacción sorprendida de mi madre.

-¿Y qué te dijo?-, preguntó ella con evidente ansiedad.

-Se burló de todo esto, de Charles y de mí-, respondí con un dejo de resignación en mi voz.

Mi madre parecía consternada por las palabras de mi hermana. 

-Hija, esto no lo haces por ella, no lo haces por él- intentó consolarme, pero su tono paternal solo aumentó mi frustración.

-Mamá, basta, no quiero hablar de eso- le pedí con firmeza, sintiendo que no podía lidiar con más presiones emocionales en ese momento.

Decidí retirarme hacia mi habitación, pero en el camino me detuve frente a la puerta de la habitación de Catalina. Observé a su alrededor, contemplando los recuerdos que aún perduraban en ese espacio. Un libro en particular llamó mi atención era un libro Trampa, como solía llamarlo Catalina.

Lo tomé entre mis manos y lo abrí, encontrando una serie de cartas dirigidas a alguien llamado "Steve". Empecé a leer una de ellas, donde Catalina expresaba su profundo desprecio hacia Charles, revelando emociones que nunca había compartido conmigo. Cada palabra estaba impregnada de un odio visceral: odiaba su olor, su cara, su color de ojos, sus labios...

Me quedé en silencio, absorta en la lectura de estas cartas, mientras un torbellino de emociones turbias invadía mi mente. Las tomé y me retiré a mi habitación, donde continué leyendo, enfrentándome a una verdad que nunca había conocido sobre los sentimientos de Catalina hacia Charles.

Las palabras llenaban cada rincón de mi mente, como un vendaval de emociones turbulentas. Cada línea escrita por Catalina revelaba un lado oscuro y desconocido de su alma, un rencor profundo que había mantenido oculto. ¿Cómo podía haber tanto veneno en su corazón? Me preguntaba mientras leía, sintiendo cómo cada palabra resonaba en lo más profundo de mi ser.

A medida que avanzaba en la lectura, las cartas se volvían más intensas, más cargadas de odio y desprecio hacia Charles. Me estremecí al imaginar el tormento emocional que debió haber experimentado mi hermana para expresar tales sentimientos con tanta crudeza.

Immortal She - CHARLES LECLERC -+18Where stories live. Discover now