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Estábamos en un restaurante elegante, pero mi mente estaba en otra parte. George y Jules estaban teniendo una conversación animada, pero yo estaba sumida en mis pensamientos, incapaz de prestar atención.

De repente, George dijo algo y me sacó de mis cavilaciones. 

-¿Cierto?- preguntó.

-¿Qué?- respondí, avergonzada. -Perdón, no estaba escuchando.-

Jules, siempre atento, intervino. 

-Papá estaba diciendo que tendré un hermano o hermana-

-Oh...- murmuré, sin saber qué decir. -Eso... eso es posible, Jules, pero aún no lo sé con seguridad.-

George, con su confianza habitual, intervino. 

-Lo tendrás, Jules. Es solo cuestión de tiempo-, dijo con una sonrisa que me hizo sentir incómoda.

Apreté los labios, luchando por mantener una sonrisa en mi rostro mientras mi mente daba vueltas

Después de que Jules se fue al baño, la atmósfera en la mesa cambió drásticamente. George me miró con desprecio y comenzó a hablarme con un tono cortante.

-Deja de poner esa cara-, me espetó, con un gesto de disgusto evidente en su rostro. -Estoy harto de tus dramas, Annia.-

Tragué saliva, sintiendo el peso de sus palabras. 

-Lo siento-, murmuré, sintiéndome pequeña e impotente frente a su actitud.

George continuó, sin mostrar ninguna consideración por mis sentimientos. 

-Estoy seguro de que en cuanto puedas, irás tras Charles-dijo con un tono sarcástico y mordaz.

Mi corazón dio un vuelco ante sus palabras. ¿Cómo podía ser tan cruel? Me sentí vulnerable y herida, pero luché por mantener la compostura mientras esperaba que Jules regresara y la cena terminara.

George continuó lanzando sus palabras hirientes mientras esperábamos a que Jules regresara del baño. Cada frase resonaba en mi mente, haciéndome sentir más vulnerable y despreciada.

-¿Acaso no te das cuenta de lo afortunada que eres?-continuó George con su amargura evidente. -Te estoy dando una vida cómoda, te estoy dando una familia, y todo lo que haces es lamentarte y buscar a ese tipo-.

Me sentí enjaulada por sus palabras, incapaz de defenderme. Traté de mantener la compostura, pero el peso de su desprecio era abrumador.

-Lo siento- fue todo lo que pude decir, aunque sabía que mis disculpas no harían ninguna diferencia. George continuó con su diatriba, y cada palabra era como un golpe directo a mi autoestima.

Finalmente, cuando Jules regresó a la mesa, traté de mantener una fachada de normalidad, pero las palabras de George seguían resonando en mi mente, haciéndome sentir pequeña e insignificante.


Jules expresó su deseo de ver a Charles, y aunque me costó contener mis propias emociones, traté de manejar la situación con calma. 

-Quizás mañana, cariño- le dije a Jules, tratando de ocultar cualquier rastro de conflicto interno.

Sin embargo, George intervino de inmediato, imponiendo sus condiciones con un tono firme. 

-Jules, irás al box de Ferrari, pero mamá se quedará en el de Mercedes, ¿de acuerdo?- dijo, con una autoridad que no dejaba lugar a dudas.

Jules asintió con confusión, aparentemente aceptando las reglas impuestas por George

Jules, con su inocencia infantil, planteó una pregunta que me sacudió por dentro. 

Immortal She - CHARLES LECLERC -+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora