21. Arizona.

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Si les da la reverenda gana comenten, porfis, me gusta leerlos.

Narrador Omnisciente.

Kendall quería meter la cabeza en un balde de agua para poder gritar como una desquiciada sin que el mundo entero la escuchara.

Estaba furiosa, furiosa con ella misma por no haber evitado esto, aunque ella ni siquiera lo sabía, pero daba igual.

Aún estaba sorprendida, pero ya su cerebro entendía muy bien lo que estaba pasando, sin querer, hizo que Deerfield invitará y recibiera a los malnacidos que arruinaron la vida a Sadie.

Aún tenía las esperanzas de que solo se tratará de Jayden, de que los demás no estuvieran aquí.

Una fuerte y dolorosa punzada empezó hacerse presente en su cabeza, hoy sería uno de esos días.

—¿Sabes si aquí puedo conseguir un doctor para perros?— preguntó el rubio mientras mecía a la criatura entre sus brazos.

—¿Un veterinario?— frunció el ceño, era primera vez en su vida que escuchaba "doctor para perros"

—Si, eso— sonrió Jayden.

¿Él fortachón enfurecido que pateó a un chico hace cinco minutos es el mismo que ahora está arropando a un cachorro con su chaqueta y parece inofensivo?

—No creo que haya un veterinario aquí, pero los de salud sabrán que hacer con él— señaló el perrito— sígueme.

Jayden cerró su camioneta y fue detrás de la pelinegro que caminaba a paso firme.

Durante el camino Kendall miraba de reojo al rubio, el chico iba con la cabeza alzada mirando a todos lados, parecía agobiado por las frías y modernas paredes de Derfieeld.

—Esto es muy lujoso...— comentó.

Otro pueblerino.

Pensó Kendall.

—Si, un poco— la presencia de Jayden no era ni de lejos lo qué la pelinegro pensó que sería.

Kendall supuso que el día que tuviera al ex novio de Sadie enfrente sentiría asco y rechazo por él.

Que sería alguien tan desagradable con el que ella no podría entablar ni una sola conversación tranquila, pero aparentemente, se equivocó.

—Como te decía, me gustan los perros, pero desde que murió panchito no he querido tener otro.

—¿Te dolió mucho su pérdida?

—Eh... si, pero más que el dolor era todo lo que daba que hacer, el muy desgraciado siempre parecía bola de pelos con sobredosis de cocaína.

Kendall no pudo evitar reír.

—Brincaba aquí, saltaba allá, me dañaba la ropa, un día lo encontré comiéndose mi almuerzo, lo gracioso era que estaba sentado en mi silla y todo, parecía una persona.

—Suena a que era un compañero divertido.

—Lo era— afirmó— un día lo llevé a la escuela escondido en la mochila...— Kendall lo miró intrigada— atacó a la vieja de mantenimiento, me expulsaron una semana, pero valió la pena.

Ambos rieron.

—Aquí es— llegaron y pasaron al área de salud.

Kendall habló con los chicos de allí, ellos aceptaron al cachorro diciéndole que se encargarían todo.

Para Jayden no era inusual encontrarse con personas amables, pero en el caso de la pelinegro le sorprendió, ya que a simple viste parecía alguien malhumorada, pero fue muy gentil guiandolo para ayudar al cachorro.

El desorden de ser Joven [+18]Where stories live. Discover now