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—Me siento mal— murmuró Joshua con voz dolorida al entrar en mi habitación.

Desperté apenas lo suficiente para darle espacio en la cama. Joshua se acomodó entre las sábanas y lo rodeé en un abrazo antes de volver a sumergirme en el sueño, seguramente al igual que él.

Nos levantamos tarde, el sábado nos otorgaba la indulgencia del tiempo extra. Después de la fiesta de anoche, decidí darle un respiro a mi personal.

—¿Ya no te duele nada?— pregunté con suavidad.

—No— negó con un susurro, acurrucándose más contra mí— No te levantes, por favor.

—No lo haré— prometí, apretándolo un poco más.

Jugué con los mechones de su cabello castaño, fascinado por su textura suave.

—Tengo hambre— su estómago emitió un gruñido.

—Pediré que nos traigan el desayuno a la cama. ¿Qué quieres?

—Fruta.

—¿Solo eso?— inquirí, sorprendido.

—Sí, no tengo mucha hambre.

Tomé el teléfono de mi mesita de noche y llamé a la línea de la cocina. Heejin, la amable señora encargada de la comida, nos aseguró que pronto nos traería algo para comer.

—¿Cómo amaneciste tú?— Joshua parecía diferente hoy, actuaba de manera distinta.

—Bien, hasta que me despertaste.

—Perdón, pero no cuenta porque volviste a dormirte.

—Entendido...

—¿Qué te gustaría hacer hoy?— preguntó.

—No lo sé, ¿tienes alguna preferencia?

—Pues la verdad, me gustaría nadar un poco… ¿Nadarías conmigo?

—Por supuesto, ¿por qué no?

Minutos después, la puerta sonó, revelando a Minji con una bandeja de desayuno. La dejó sobre una mesita y con una mirada indicó que mirara hacia abajo, revelando un movimiento sugerente con su trasero antes de salir de la habitación.

Durante el desayuno, conversamos sobre cualquier cosa, una rareza para nosotros ya que usualmente la incomodidad llenaba nuestras interacciones.

—Voy a ducharme— anuncié.

—Yo llevaré estos platos a la cocina— dijo él.

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Coloqué los platos sobre la bandeja con cuidado y me dirigí a la cocina, deteniéndome antes de entrar al escuchar una conversación interesante. Cada vez se me hacía más común espiar conversaciones ajenas.

—Mira, Heejin, el señor parece que está pensando en engañar a su esposo. Además, duermen separados, no creo que su relación esté del todo bien.

—Está mal lo que haces o insinúas, sin importar que, él está casado y ambos son nuestros jefes. Debemos respetarlos a ambos.

—Lo haré, pero si él me da una oportunidad... la tomaré.

Contuve las palabras que quería decir y entré a la cocina con una sonrisa.

—Buenos días, Heejin. Por favor, ¿podrías prepararme una limonada y algunos snacks? Hoy tendremos una tarde en la piscina Jeonghan y yo, quiero que sea perfecta— dije con entusiasmo, asegurándome de dejar claro que Jeonghan es mío, y de nadie más.

No eran celos, simplemente era dejar en claro que él me pertenecía.

Salí de la cocina, decidido a persuadir a Jeonghan para que empezara a dormir conmigo, con algún pretexto falso. Nadie me iba a arrebatar a MI esposo.

Subí a mi habitación, reflexioné sobre mis planes y luego fui a la habitación de Jeonghan.

Entré sin tocar la puerta y lo que vi me dejó helado: Jeonghan estaba desnudo de espaldas, pero enseguida salí de allí y cerré la puerta.

Lo que vi, debo admitir que me gustó. Nunca había visto un trasero tan... Dios.

Matrimonio Forzado - JihanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora