𝐕

290 66 10
                                    

"Pero estoy solo, estoy solo, estoy solo de nuevo.
Y todo lo que quiero, todo lo que quiero es sentir de nuevo."






Satoru observaba con detenimiento a aquel hombre que había llegado, y al escuchar a Yuuji referirse a aquel extraño como "Suguru", Satoru rápidamente cayó en cuenta de que aquel chico era la persona quien siempre mantenía a Yuuji en un constante estado de tristeza e inseguridad.

El alfa dominante frunció el ceño al notar un aroma a limón, extremadamente dulce y sofocante, que se desprendía del cuerpo del tal Suguru. Feromonas. Y no, aquellas no eran feromonas alfa. Aquel tipo apestaba tan dulcemente, como si se hubiese bañado en las feromonas de algún omega. No era un aroma ligero, como el que se puede pegar a ti al caminar por las calles. Era más fuerte que eso.

Yuuji, al ser un beta, por supuesto que no podía darse cuenta de situaciones como estas. Para el pasaba inadvertido el hecho de que su novio tenía pegado el aroma de algún omega desconocido. Satoru pudo ver como Yuuji se acercaba a su novio, claramente buscando su afecto.

"¡Suguru! Creí que lo habías olvidado." El pequeño peli rosado mostró una enorme sonrisa en su rostro, y Satoru no pudo evitar apretar sus puños y endurecer la expresión de su rostro.

Yuuji se movió de su lugar, y abrió sus brazos, tratando de abrazar el cuerpo de su novio. Sin embargo, Suguru lo apartó bruscamente, dejando al pequeño peli rosado en un momentáneo estado de shock.

"¿Quién es ese tipo, Itadori?" Yuuji se encogió en su lugar, notando el enfado en la voz de Suguru.

Yuuji trató de controlar su respiración, notando que la tensión en su estómago estaba aumentando. Abrió su boca para responder la pregunta de su novio, sin embargo, alguien habló antes que el.

"Soy Satoru Gojo, vecino y amigo de Itadori." El alfa dominante respondió, su voz sonando neutral, mientras extendía su mano hacía Suguru.

Suguru observó con disgusto la mano que el aquel hombre le ofrecía, y percatándose de lo cerca que Satoru se encontraba de Yuuji ahora, el pelinegro tomó la mano del menor y lo jaló bruscamente hasta su cuerpo, atrapándolo entre sus brazos, y en una demostración de meros celos y queriendo marcar territorio, Suguru atacó los labios del menor, devorando su boca con un salvaje beso.

Al abrazar a Itadori, al sostenerlo entre sus brazos, algo en su interior se encogió. Aquel abrazo no era tan intenso como antes, la pasión que solía sentir por su amado había desaparecido. De hecho, el solo pensarlo, hizo que el nudo en su pecho se tornara más apretado. Suguru notó cómo su corazón palpitaba desbordado, y se preguntó si estaría empezando a enamorarse de Hayato.

Mientras tanto, Itadori se encontraba atrapado entre la incertidumbre y la emoción. Sabía que Suguru había estado distante últimamente, pero nunca había imaginado que su amor lo pondría en esta situación. Aquel beso de Suguru era ambivalente, lleno de pasión, resentimiento e inseguridad al mismo tiempo.

En cuanto Suguru le soltó, Yuuji pudo sentir su rostro ardiendo, se sentía avergonzado por el comportamiento que su novio había tomado delante de Satoru. El menor tomó la mano del pelinegro y lo llevó consigo dentro de su departamento, dándole una última mirada de disculpa a Satoru, antes de cerrar la puerta.

Yuuji miró a Suguru, frunciendo el ceño, tratando de comprender todo lo recién sucedido.

"¿Qué sucede contigo, Suguru? ¿Por qué te comportas de esa manera?" Itadori soltó la mano ajena y comenzó a caminar de un lado a otro por la sala de su apartamento. "No lo entiendo. ¡Fuiste muy grosero!"

"Por Dios, Itadori, ¿cómo querías que actuara? Si lo primero que veo al salir del elevador es a mi novio siendo abrazado por un total extraño." Suguru apretó sus puños, y miró furioso al chico más bajito. "¿Estás seguro de qué ese idiota es solamente tú amigo?"

"¿Qué es lo qué insinúas, Suguru?" La voz de Yuuji sonó tensa, el enfado creciendo en su interior. "¡Por supuesto que es solamente mi amigo, Suguru! Yo jamás te he traicionado..."

Aquellas palabras mencionadas por el menor calaron en su interior más lo que Suguru hubiese querido, y pudo sentir la sangre hirviendo dentro de sus venas.

"¡Bueno! ¿Qué es lo qué quieres qué piense? ¿Un amigo? ¡Ja!" Suguru soltó una risa burlona, antes de volver a hablar. "Si es solamente un amigo, entonces, ¿por qué no me lo habías presentado, Itadori? ¡¿Por qué?!"

Itadori apretó los labios, la poca paciencia en su interior al borde de romperse y esfumarse.

"¡¿Y cuándo querías qué te lo presentara, Suguru?! ¡Sí ni siquiera nos habíamos visto!" La respiración de Itadori estaba agitada, perdiendo los estribos cada vez un poco más. "Hacía semanas que no nos mirábamos, Suguru. ¡Ni siquiera te dignabas a mandarme un maldito mensaje o contestar mis llamadas!"

"¡Con una mierda, Itadori! ¡Ya te lo había dicho! ¿No? Soy un maldito hombre ocupado... ¡No voy a descuidar mis estudios por ti!" Suguru gritó, acercándose peligrosamente a Yuuji. "¡Deberías entenderme! Pero, en lugar de hacer eso... ¡Andas por ahí actuando como una maldita zorra!"

Y para Yuuji eso fue el colmo, un hilo dentro de su cabeza se rompió, su paciencia se esfumó. Todo explotó. Y lo próximo que sintió Yuuji fue la palma de su mano picar después de haber abofeteado con fuerza a Suguru en la mejilla.

"¡Cuida como me hablas, Suguru! Yo no soy ninguna zorra..." Y pronto Yuuji no podía parar el llanto. Era enorme el sentimiento de decepción en su corazón, la impotencia y enfado que sentía en su interior, que lo único que pudo hacer, fue llorar. "¿Por qué me hablas de esa manera?"

Y Suguru nunca respondió, simplemente lo miraba con odio mientras sostenía su mejilla herida, y antes de que el enfado lo obligase a hacer algo de lo que podría arrepentirse, simplemente se movió del lugar donde estaba parado, caminando hacia la puerta y poder salir de aquel departamento. Se sentía sumamente asfixiante dentro.

Yuuji dió un brinco en su lugar, asustado, después de escuchar a Suguru azotando la puerta con fuerza al salir. Apretó sus pequeñas manos contra su pecho, y pronto cayó de rodillas al suelo, soltando un sollozo desgarrador. Le dolía. Su corazón dolía demasiado.

Cada lágrima que caía parecía moldear la intensidad del dolor que sentía en su corazón. Su mundo se desmoronaba a sus pies, y no podía evitar sentirse confundido y traicionado.

La furia que había explotado en esa pelea no hacía justicia a los sentimientos más profundos de Yuuji, pero la verdad era dura de asumir. El amor que profesaba por Suguru había sido correspondido con indiferencia y palabras crueles.

𝐸𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎𝑠 𝑦 𝑓𝑎𝑙𝑠𝑒𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠. | 𝑮𝒐𝒀𝒖𝒖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora