𝐕𝐈𝐈𝐈

255 54 3
                                    


"¿Quién te crees qué eres para hacerme sentir tan patético?"






Hayato conducía a una velocidad bastante alta. Había cancelado una reunión, y al salir de la universidad se dirigió directamente al apartamento donde "vivía" junto a Yuuji. La realidad era que llevaba meses sin pisar aquel apartamento. Siempre solía dormir en su oficina de la universidad, o pasaba las noches en algún hotel junto a su estudiante.

Hayato maldijo para si mismo al pensar en todo lo que había ocurrido aquella misma mañana, y estaría mintiendo si dijera que no se sentía la basura más inmunda que podría existir.

Hayato aparcó el auto en el estacionamiento privado para residentes, e inmediatamente subió al elevador. Dentro de pocos minutos ya se encontraba frente a la puerta de su apartamento. Al entrar no se encontró con nadie, por lo que suponía que su hijo se encontraba en su habitación, y soltando un pesado suspiro, se acercó hasta la habitación de Yuuji, llamando a la puerta.

Solo pasaron algunos segundos antes de que la cabellera rosada de su hijo se asomara. Yuuji le regaló una linda sonrisa al descubrir su presencia, encontrándose con su mirada.

"¡Mama!" Yuuji le saludó alegremente, saliendo de su habitación y observando con detenimiento a su madre omega. "Es extraño verte por aquí." Confesó el menor, soltando una risita.

"Bueno, cariño. Creí que era importante venir a hablar contigo." Hayato y Yuuji se sentaron en el bonito sofá de la sala. El hombre castaño no pudo evitar el posar una de sus manos contra una de las suaves mejillas del menor, quien se acercó más a su toque, cerrando sus ojos. Yuuji disfrutaba de ese toque maternal. "Sé que ya no eres un niño, pero aún así, no puedo evitar el preocuparme por ti."

En su mente, Hayato luchaba por mantener la culpa fuera de sus pensamientos, al igual que todos los recuerdos obscenos que tenía de Suguru. Era una mierda de persona. Una pésima madre.

Itadori sonrió de nuevo, acariciando la mano de su madre con su dedo índice. "Lo sé, mamá. Y te agradezco por preocuparte por mí. Pero, ¿qué pasa? ¿Hay algo que necesites hablar conmigo?" El menor miró directamente a su papá, con una expresión seria y curiosa.

Yuuji era consciente de que su relación con su mamá nunca había sido la mejor. Hayato no era una madre amorosa, y siempre priorizó su vida profesional por sobre todas las cosas, así que, de ese modo, Hayato solamente proporcionaba el dinero para que otras personas se encargaran y se preocuparan por el bienestar de Yuuji, sin tener que involucrarse en ello. Pero Yuuji no lo odiaba. Yuuji lo entendía, e incluso se sentía orgulloso de que Hayato, su padre omega, fuese un profesor conocido y respetado. Lo merecía, había luchado duro por ello.

Hayato respiró profundamente, tratando de encontrar las palabras adecuadas. "Sí, Yuuji. Hay algo que necesito hablar contigo. Pero, no sé cómo empezar..." La mano de Hayato se tensó contra la mejilla de Itadori, y luego se retiró, como si temiera lastimar a su hijo.

Itadori notó cómo la tensión crecía en el ambiente, y se sintió un poco intranquilo, pero decidió escuchar atentamente a su madre.

"Mamá, no tienes que dudar en decírmelo. Simplemente di lo que te preocupa o quieres decirme. Puedo manejarlo". El menor le ofreció una sonrisa tranquilizadora, tratando de calmar los nervios de Hayato. "¿Es sobre Suguru? ¿Hay algo qué te haya molestado respecto a nuestra relación?" Yuuji preguntó, sintiendo que su corazón comenzaba a latir más rápido en su pecho.

El hombre de cabellos castaños posó sus ojos en su hijo, dedicándole una mirada cansada, antes de negar para si mismo y bajar la cabeza.

"¿Por qué nunca me hablaste de... Suguru?" Pronunciar aquel nombre se sintió como si alguien le hubiese atravesado la lengua con alfileres. "¿Acaso no me tienes confianza? Yo sé que casi no estoy en casa, pero, cariño... Sabes que solo basta una llamada para que yo venga corriendo hacia a ti."

El menor observó a su madre. El sabía que aquello no era verdad. En el pasado, Yuuji le llamó, lo buscó incontables veces, pero Hayato nunca vino. En ese tiempo, Yuuji era tan solo un niño pequeño, uno que, a pesar de tenerlo todo, anhelaba el cariño de su madre. Itadori solo ladeó el rostro y asintió a las palabras de su padre, sonriéndole. No serviría de nada reclamar por cosas del pasado.

"No es eso, mamá." Yuuji mencionó, hablando suavemente. "Solo estaba esperando por el momento adecuado, tal vez cuando Suguru y yo hubiésemos formalizado nuestra relación en algo más serio."

Itadori pudo ver como su padre sonreía para si mismo de nuevo, y volvía a negar, sin decir nada. Le observó ponerse de pie, y dudar por algunos momentos, antes de volver a decir algo.

"Honestamente, Yuuji... No creo que Suguru sea el indicado para ti." La voz de su padre sonaba firme al pronunciar aquellas palabras, y antes de que Yuuji pudiese hablar, Hayato alzó la mano, deteniendo las palabras que Itadori estaba por decir. "He trabajado con el joven Geto estas últimas semanas, y he de admitir que, no me agrada para que sea tú pareja, Yuuji."

Itadori miró fijamente a su madre, la confusión dibujada completamente por todo su rostro. Hayato se encogió de hombros, antes de soltar un suspiro y acercarse al joven de cabellos rosados. Hayato posó sus manos en los hombros del menor, y se acercó al rostro de Yuuji, dejando un pequeño beso en su frente.

"Sabes que solamente quiero lo mejor para ti, cariño... Y ese chico no me inspira la mas mínima confianza." Hayato apretó ligeramente su agarre en los hombros de su hijo, para finalmente soltarlo.

Yuuji se quedó quieto, aún sentado en el sofá, mientras su mente trataba de procesar todo lo que su padre le había dicho. Itadori no lo entendía. Realmente, dejando de lado el comportamiento que Suguru había tenido estás últimas semanas, este nunca se había comportado o tratado de mala manera a Itadori anteriormente. Entonces, ¿por qué su mamá le decía eso? ¿Acaso había algo sobre Suguru qué el no sabía?

Itadori mordía su dedo pulgar, mientras se mantenía pensativo, sin embargo, el sonido un teléfono sonando lo sacó de sus pensamientos. Era el teléfono de su padre el que estaba sonando. Itadori solo observó en silencio como Hayato sacaba su teléfono del bolsillo trasero de su pantalón. También pudo notar como el cuerpo de su padre omega se tensó después de haber visto la pantalla de su teléfono. Hayato no contestó la llamada, y Yuuji solo entrecerró los ojos, observándolo con ligera sospecha. Ahora que lo pensaba, nunca antes había visto a su mamá luciendo tan tenso, tan nervioso. Justo como lo estaba ahora.

"Lo siento, cariño. Es una llamada... del trabajo." Hayato hablaba dudativamente, rascándose la cabeza mientras le mostraba una pequeña sonrisa a Itadori. "Tengo que regresar ahora."

Itadori asintió, regalando una sonrisa a su madre, antes de que este tomara sus cosas y saliera a toda prisa del apartamento.

𝐸𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎𝑠 𝑦 𝑓𝑎𝑙𝑠𝑒𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠. | 𝑮𝒐𝒀𝒖𝒖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora