𝐗𝐗

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Las cosas en la universidad habían estado un poco complicadas desde aquel día. El video se propagó como fiebre, que incluso el foro online universitario había sido cerrado temporalmente, sin embargo, aún con todo el esfuerzo de los directivos, el escándalo no pudo ser ocultado y rápidamente salió a la luz.

Los rumores rápidamente corrieron, por lo que Yuuji pudo enterarse sobre como su madre había sido rápidamente despedido, sin oportunidad de poder apelar la decisión de los directivos. Al igual que Suguru, quien fue expulsado inmediatamente. Era evidente que ambos estaban pagando las consecuencias de sus acciones.

Yuuji, sin poder evitarlo, sintió algo de pena por su madre. Pensó en como Hayato, en un abrir y cerrar de ojos, había perdido todo por lo que alguna vez había luchado, todo con lo que había soñado. El menor suspiró, y negó con la cabeza. Su madre no se merecía su simpatía. Itadori pensó en cómo su madre estaba pagando por haber sido una muy mala persona, una mala madre. Al igual que Suguru. Realmente, ambos estaban hechos el uno para el otro.

"Escuché... De unos conocidos que son cercanos a la familia Geto..." Jin dejó los cubiertos a un costado del plato, para después alzar la mirada y observar a su familia, todos reunidos en la mesa. "Al parecer ambos se fueron de la ciudad, huyendo de todo el escándalo."

La mujer de cabellos oscuros, Kaori, dejó soltar un pesado suspiro y soltó sus cubiertos, los cuales resonaron con fuerza contra el mármol de la mesa.

"No importa cuando intentes huir del pasado, este nunca va a desaparecer." La mujer habló con voz firme, claramente molesta. "Los errores que cometieron, todas sus malas acciones... No van a desaparecer, ni tampoco serán olvidadas."

La mirada castaña de la mujer se posó en aquel pequeño cuerpo de cabellos rosados, quien solo jugueteaba con la comida mientras se encogía en la mesa, claramente incómodo. Y la sangre de Kaori volvió a hervir, simplemente no lo entendía. ¿Cómo una madre podría llegar a ser tan cruel? ¿Cómo las personas podían ser tan crueles? Y aún así tener el atrevimiento de huir como si nunca hubiesen hecho nada malo, en lugar de disculparse.

Kaori se puso de pie, y se aproximó hasta donde se encontraba el menor.

"¿Has perdido el apetito, cariño?" Kaori le cuestionó al menor, posando suavemente una de sus manos contra el hombro del menor, dándole un ligero apretón. "¿Quieres qué pida qué preparen otro tipo de comida para ti?"

"Gracias, Kaori." Respondió el menor con voz suave. "No, no he perdido del todo el apetito, pero no tengo muchas ganas de comer en este momento."

Kaori asintió comprensivamente y le dio una sonrisa reconfortante.

"Entiendo, cariño." Kaori entrecerró los ojos observando al menor, quien se puso a charlar animadamente con su hermano mayor.

Algo le estaba sucediendo al menor, y Kaori, siendo la mujer observadora que era, lo había notado desde días atrás. Notó cómo el apetito de su hijastro parecía desaparecer repentinamente. Notó las náuseas. También notó como el menor comía tan cómodamente cuando llevaba alguna prenda de aquel alfa peliblanco, que el menor juraba, era su "amigo".

Sin embargo, nada pasaba por desapercibido bajo la mirada aguda de la mujer. Notaba la mirada brillante que Yuuji tenía en el rostro cada vez que hablaba sobre Gojo Satoru. Notaba las sonrisas genuinas que el menor le daba a aquel alfa dominante. Y ahora, cada vez que observa al menor jugueteando con su comida, con un gesto de indiferencia en el rostro, Kaori juraba que podía verse a si misma, reflejada en el comportamiento del menor. Ella era igual, algunos años atrás, cuando estaba en la dulce espera de su hijo.

*** *** ***

Yuuji se levantó de la cama, vistiendo solamente una camiseta del alfa. Las caderas le dolían, mientras sus piernas estaban temblorosas. Itadori se despertó, y al no encontrar a Satoru en la habitación, decidió salir a buscarlo. El menor caminó con cuidado, saliendo de la habitación, sus pies descalzos desplazándose con cuidado por el frío piso.

Junto a Satoru, habían decidido pasar juntos el fin de semana en aquella bonita casa que el alfa había comprado recientemente. El menor caminó por los amplios pasillos bien iluminados, llegando hasta la cocina. Yuuji sonrió al observar al alfa peliblanco cocinando, estando completamente desnudo, cubierto solamente con un delantal rosado. Aquella imagen fue como un extraño deja vu.

Satoru se giró al escuchar los pasos de Yuuji y sonrió al verlo allí, admirando su belleza mientras se movía por la cocina.

"Hola, cariño." Dijo Satoru con una sonrisa cálida. "¿Quieres ayudarme a preparar la cena?"

Yuuji asintió emocionado, acercándose a Satoru y envolviéndolo en un abrazo.

"Me encantaría ayudarte, Satoru." Dijo Yuuji con una sonrisa. "Es genial estar aquí contigo, se siente como un sueño hecho realidad."

Satoru sonrió cálidamente al sentir el abrazo de Yuuji y lo miró con ternura.

"Tú eres mi sueño hecho realidad, Yuuji." Mencionó el alfa dominante mientras acariciaba suavemente la mejilla del pequeño pelirosado.

El menor atrapó los labios del alfa, uniendo sus bocas en un tierno beso, para después alejarse del hombre peliblanco, mostrándole una sonrisa coqueta. El menor se acercó a la estufa para poder ver lo que Satoru estaba preparando, sin embargo, tan pronto como el aroma que desprendía aquel platillo llegó a su nariz, unas fuertes ganas de vomitar lo invadieron. El pelirosado cubrió su boca con su pequeña mano, y se dirigió corriendo hasta el baño.

Satoru se preocupó al ver la reacción de el menor y rápidamente fue tras él. El alfa dominante lo alcanzó en el baño, posándose a su costado, acarició suavemente la espalda de Yuuji mientras este se inclinaba sobre el lavabo, respirando entrecortadamente.

"Tranquilo, cariño." Dijo Satoru con voz calmada y amorosa. El hombre se mantuvo a su lado, brindándole apoyo y cuidado al menor hasta que esté se sintiera mejor.

Yuuji se relajó al sentir un suave aroma a lavanda flotando en partículas invisibles, y rápidamente las náuseas desaparecieron. El menor limpió su boca con agua, para después girar sobre sus talones y mirar al hombre más alto.

Satoru sonrió con ternura al observar aquel bonito rostro con mejillas sonrosadas. Aquellos bonitos ojos grandes y brillantes, los cuales le miraban con ligera inseguridad.

"No sé que me sucede... Últimamente todo me da asco, y no puedo comer nada a menos de que esté expuesto a tus feromonas." El pequeño pelirosado habló con voz temblorosa, mientras limpiaba las lágrimas que se habían escapado sin permiso de sus ojos. Últimamente sus sentimientos también estaban a flor de piel. Cualquier mínima cosa le hacía querer echarse a llorar.

Satoru se acercó suavemente a Yuuji, envolviéndolo en un cálido abrazo para brindarle consuelo. El alfa acarició suavemente el cabello de el menor, para después posar sus manos en su bello rostro, secando sus lágrimas con ternura.

"Estoy aquí para ti, siempre, mi amor. Si hay algo que pueda hacer para ayudarte a sentirte mejor, por favor, dímelo." Satoru sonrió enormemente, mientras volvía a atrapar entre sus brazos el pequeño y delicado cuerpo del omega, posando pequeños y sonoros besos en los bonitos cabellos rosados de Yuuji, quien aún temblaba ligeramente entre sus brazos, soltando leves sollozos.

"Pienso que... Deberíamos agendar una cita con el médico, mi pequeño." Con delicadeza, Satoru se separó lo suficiente para mirar a Yuuji a los ojos.

𝐸𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎𝑠 𝑦 𝑓𝑎𝑙𝑠𝑒𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠. | 𝑮𝒐𝒀𝒖𝒖Where stories live. Discover now