𝐗𝐕𝐈𝐈𝐈

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Algunos días habían pasado e Itadori debía volver a la universidad. No podía seguir ausentándose más o eso afectaría gravemente sus calificaciones. Yuuji comprendió que el tiempo no iba a detenerse solamente para que el pudiese sanar sus heridas, así que el debía continuar con su vida, e ir sanando mientras avanzaba.

Y, por sorprendente que parezca, continuar no fue realmente difícil. Tenía personas a su alrededor que lo querían. Tenía a su padre, a su hermano, a Kaori, quien se había comportado como la madre que Yuuji nunca había tenido, y sobre todo, tenía a Satoru. El alfa dominante se había convertido en una figura clave en su vida, brindándole amor, apoyo y protección.

Con Satoru a su lado, Yuuji se sentía seguro y amado. Juntos, compartían momentos de intimidad y exploraban su conexión especial. Satoru se había convertido en su confidente y en alguien en quien podía confiar plenamente.

A medida que avanzaba en su proceso de curación, Yuuji se daba cuenta de que tenía una red de personas que lo querían y lo respaldaban. No estaba solo, y eso le daba fuerzas para seguir adelante.

También fue Satoru quién le acompañó en todo este raro proceso que atravesó debido a la repentina manifestación de su rasgo. Fue difícil para Yuuji comprenderlo, e incluso se negaba a aceptarlo. No fue hasta que Satoru lo llevó al médico y le fue 100% confirmado su rasgo. Era un omega, no había dudas de eso. Aquella confirmación cambió las cosas para Yuuji. Aunque al principio se había negado a aceptar su nueva identidad, ahora comenzaba a comprenderla. Satoru había sido su guía en este proceso, enseñándole sobre su naturaleza omega y ayudándolo a aceptarla.

Tres meses habían pasado. Tres meses sin saber absolutamente nada sobre aquellas dos personas, y ciertamente, aunque no sabía nada sobre la vida de esas dos personas, Yuuji estaba cómodo con la situación. No sentía la necesidad de buscar respuestas o saber los detalles. Lo que importaba era que estaba bien y podía seguir adelante con su propia vida.

Yuuji se enfocaba en su propio crecimiento y bienestar, rodeado de las personas que le importaban. Estaba agradecido por la tranquilidad que había encontrado y estaba dispuesto a disfrutar de ella sin preocuparse por el pasado.

Yuuji bostezaba mientras caminaba por los pasillos de la universidad. Era extraño, incluso si se iba a dormir temprano para poder descansar debidamente, el menor aún así seguía sintiéndose agotado. Realmente era difícil luchar por no quedarse dormido en clases.

El menor salió del edificio, y sonrió al observar al auto de Satoru estacionado. Se había hecho una costumbre que el alfa fuera siempre a recogerlo al finalizar las clases. Yuuji se acercó al auto, jugueteando con las correas de su mochila, y pronto se montó dentro, en el asiento del copiloto.

"¿Cómo te fue en clases, cielo?" Satoru le cuestionó al mismo tiempo que lo saludaba y le regalaba un bonito beso en la mejilla.

Yuuji se dejó llevar por el cálido gesto de Satoru y se acomodó en el asiento del copiloto, sintiéndose reconfortado por su presencia.

"Fue un día agotador, pero valió la pena. Estoy feliz de que estés aquí." Respondió el menor con una sonrisa cansada pero radiante. "Tu beso me da energía, Satoru."

Satoru acarició suavemente la mejilla de Yuuji con el dorso de los dedos y le susurró al oído:

"Descansa ahora, pronto estaremos en casa."

Condujo suavemente el auto, disfrutando de la compañía de Yuuji mientras se dirigían hacia el hogar del menor.

"Mmm... Satoru." El menor habló suavemente, mirando con aquellos enormes y brillantes ojos al alfa. "Quiero un helado." Mencionó el menor con una voz bajita, mientras jugueteaba con los dedos de sus manos.

𝐸𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎𝑠 𝑦 𝑓𝑎𝑙𝑠𝑒𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠. | 𝑮𝒐𝒀𝒖𝒖Where stories live. Discover now