𝐗𝐈𝐈𝐈

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Yuuji se mantuvo quieto y en silencio, sentado en el asiento del copiloto en el auto de Gojo, con la mirada fija en algún punto ciego en la carretera. Ya era bastante tarde, pero simplemente no quería regresar a aquel apartamento, que hasta ahora, había sido su hogar, y tampoco quería causar más molestias a Satoru, pidiéndole asilo por esta noche. Sin embargo, la realidad era que no quería regresar para nada a aquel edificio, ya que temía encontrarse con aquellas personas. Así que, por eso ahora se encontraba en camino hacia la casa de su padre, Itadori Jin. La idea original de Yuuji era ir el mismo por su propia cuenta, sin embargo, Satoru no lo dejó. El menor supuso que el mayor aún se sentía inseguro con la idea de dejarlo solo, y no lo culpaba, después de todo, Satoru lo había salvado de haber tenido terribles heridas por lanzarse contra un auto. Entendía que Satoru se sintiera nervioso y se rehusara a dejarlo solo.

Yuuji se encontraba tan inmerso en sus pensamientos, que ni siquiera se dió cuenta de que el auto había dejado de moverse, estando ya estacionado frente a la gran casa de los Itadori. No fue hasta que Satoru le tocó el hombro suavemente, que Yuuji finalmente pudo volver a la realidad, dándose cuenta de que ya se encontraban ahí.

"Lo siento..." La voz del menor fue apenas un susurro, mientras apretaba con fuerza la cinta del cinturón de seguridad, para finalmente desabrocharlo. "Gracias por traerme hasta aquí, Satoru." Yuuji le dió una media sonrisa, sin embargo, para Satoru fue fácil notar la tristeza en aquellos bonitos ojos color caramelo.

El mayor le tomó del brazo, deteniendo al menor antes de que este pudiese bajar del auto.

"Llámame si necesitas hablar con alguien, Yuuji... Incluso si no quieres hablar sobre tus problemas, podemos hablar de cualquier otra cosa, recuerda, siempre estaré para ti."

Yuuji solamente pudo mostrarle una pequeña sonrisa mientras asentía, para finalmente salir del auto. El menor se quedó fuera, observando como el auto de Satoru desaparecía en la distancia, y luego de eso, tocar el timbre de aquella casa. Solo algunos segundos después, el menor ya se encontraba dentro, sentado en el enorme sofá de aquella lujosa sala. Realmente su padre tenía gustos muy ostentosos. Kaori, la esposa de su padre, se encontraba sentada justo frente a el.

"No sabía que mi padre no se encontraba en casa, creo que debí llamar antes, perdón..." El menor mencionó, dubitativo, y la mujer notó un ligero temblor en las manos de aquel chico de cabellos rosados, y solamente pudo sonreírle en respuesta.

"No hay ningún problema, Yuuji, sabes que esta es tú casa también." Kaori mencionó, con aquella suave y tranquila voz que siempre parecía llenar el ambiente de tranquilidad.

El menor solamente asintió, y bajó la mirada. Se sentía tan pequeño sentando en ese enorme sofá, se sentía tan diminuto, tan insignificante, y Yuuji se cuestionó si, en algún momento, Kaori también llegó a sentirse así.

"Hay algo atormentando esa cabecita tuya, ¿verdad?" Kaori le cuestionó, levantándose y caminando hasta al menor, para poder tomar asiento a su lado. "¿Hay algo que te aflige? ¿Hm?" La mano de la mujer se deslizó por la espalda de Yuuji, dándole un toque reconfortante. "Pregunto, porque, tú nunca vienes a esta casa por cuenta propia, vienes solamente si tú padre te lo pide, y... Tú semblante me hace sospechar que no te encuentras bien."

El menor jugueteo con los dedos de sus manos, nervioso, cuestionándose internamente sobre si debía hablar o no, después de todo, Kaori también había sido herida por la misma persona que lo había lastimado a el. El menor soltó un largo suspiro, y alzó su vista, encontrándose con la cálida mirada de Kaori.

"¿Tú odias a mi madre, Kaori?" El menor cuestionó, luego de habérselo pensado por un rato, rogando por no incomodar a la esposa de su padre con aquella pregunta.

Kaori abrió sus ojos ligeramente, demostrando sorpresa por aquella pregunta tan repentina. Hacia años que nadie mencionaba a aquella persona delante de su presencia, ni siquiera su marido.

"Bueno... Si te soy sincera, hubo un tiempo en que lo hice, lo odiaba y bastante." La mujer habló calmadamente, para posteriormente negar y tomar las manos del menor con las propias, dejando pequeñas caricias en estas. "Pero, ¿por qué me preguntas eso, Yuuji?"

"Descubrí que mi madre se acuesta con mi novio." Yuuji soltó aquella información sin siquiera detenerse a pensar en como decirlo de una mejor forma. Itadori no cree que realmente haya una mejor forma de decirlo, seguirá siendo doloroso sin importar como lo diga. "Los encontré justo en el peor momento... Y yo... Yo aún no puedo creer que todo esto sea real. No puedo creer que me hayan estado viendo la cara de estúpido todo este tiempo."

Itadori se encogió en su lugar, el dolor aún era intenso dentro de su pecho. Realmente sentía como si alguien hubiese tomado su corazón para aplastarlo y hacerle un montón de heridas con un cutter. Le dolía en demasía. El cuerpo de Yuuji temblaba, mientras sollozaba con fuerza, apretujándose la camiseta a la altura del pecho.

Kaori, quien se había quedado en un completo estado de sopresa al escuchar las palabras del menor, fue sacada de su estado ensimismado al escuchar el fuerte llanto, y lo único que pudo hacer fue rodear con sus brazos el tembloroso cuerpo de Yuuji.

"Dios mío..." Fueron las únicas palabras que la mujer pudo pronunciar, mientras acariciaba los rosados cabellos del menor, quien se aferraba a ella con fuerza. "Shh, es doloroso, lo sé, pero el dolor no dura para siempre, Yuuji, todo estará bien."

Itadori se hundió dentro de aquel abrazo. La mujer daba pequeñas palmaditas a su espalda, mientras su otra mano se mantenía acariciando su cabello, y Yuuji simplemente podía aferrarse a aquel calor que emanaba del cuerpo de Kaori, derritiéndose en aquel abrazo tan maternal.

*** *** ***

Algunas horas habían pasado, su padre, Jin, había llegado a casa hacia algún rato, por lo que, Itadori pudo contarles todo respecto a su situación actual, tanto a Jin como a Kaori, con más tranquilidad. Era por eso que ahora los tres se encontraban sentado en la sala, con un ambiente de incomodidad rodeándolos.

Su padre se puso de pie, y caminó hasta el menor, solamente para poder darle un abrazo. Yuuji sonrió ligeramente al sentir como Jin despeinaba su cabello, soltando una pequeña carcajada.

"Cariño, sabes que puedes mudarte y vivir con nosotros, ¿verdad?" Itadori observó a su padre, y asintió en respuesta, aceptando inmediatamente. No pensaba seguir viviendo en aquel maldito lugar ningún día más. "Este es tú hogar ahora."

La puerta principal se escuchó ser abierta, y pronto pudo ver a su hermanastro, Choso, entrando a la sala, alzando una de sus cejas al verlos a todos ahí reunidos.

"¡Oh! ¿Por qué tú cara de papa está hinchada?" Yuuji pudo escuchar la pregunta hecha por Choso, viendo como este se acercaba el, sin embargo, rápidamente Jin le dió un golpe en la cabeza al pelinegro.

"No molestes a tú hermano ahora, Choso... Yuuji no se encuentra muy bien." Sin embargo, toda esa escena fue bastante graciosa para Yuuji, quien no pudo evitar echarse a reír, olvidándose por un momento de sus problemas.

El peli rosado se acercó a Choso, rodeándolo del torso en un fuerte abrazo, ocultando su rostro contra su pecho para que el pelinegro no pudiese ver que se encontraba llorando de nuevo. Itadori pensó que así era realmente lo que significaba tener una familia.

"¿Estás libre mañana?" El menor le cuestionó a Choso, su voz sonando amortiguada contra el pecho del pelinegro. "Quiero ir mañana por mis cosas al departamento, pero... No quiero ir solo."

Choso soltó una ligera risa, e Itadori también sonrió, sintiendo como el pecho de su hermano vibraba mientras reía. Era una sensación muy reconfortante.

"Claro que sí, enano... Haré tiempo solo para tí."

Itadori despegó su rostro del pecho ajeno, alzando la vista para poder observar el rostro de su hermano, cerrando sus ojos y sonriendo al sentir como Choso depositaba un pequeño besito en su frente. Y Yuuji pudo olvidarse del dolor en su corazón, al estar ahí, rodeado de personas que lo apreciaban.

𝐸𝑛𝑡𝑟𝑒 𝑚𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟𝑎𝑠 𝑦 𝑓𝑎𝑙𝑠𝑒𝑑𝑎𝑑𝑒𝑠. | 𝑮𝒐𝒀𝒖𝒖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora