Capítulo 19

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Le sonreí, falsamente, pero le sonreí a Jason cuando untó la tostada con queso y me la tendió. La noche anterior había sido... aburrida. Sí, esa era la palabra; y esta mañana me había despertado con los golpes de la puerta. Me encontré con Jason, y una bandeja con un desayuno que en mi opinión, hubiese servido para cinco personas. Tuve el instinto de querer echarlo de allí con una patada y tirarle la bandeja por la cabeza. Estaba de malas, pero aun así me contuve. Él no tenía la culpa de nada. También tuve la reacción de querer escupirle cuando me plantó un beso en los labios a modo de saludo, cosa que también me lo volví a plantear y preferí no hacerlo. Recién me levantaba y no me había lavado los dientes. Por un momento me alegré de creer que podía ahuyentarlo con el mal aliento; pero eso no le molestó en absoluto. O era demasiado caballero como para decir algo o hacer una mueca.

Estábamos los dos sentados en el sofá, sumidos en un incómodo silencio. Yo estaba incómoda. Di un mordisco a la tostada, pero volví a dejarla en la bandeja, y terminé por darle varios sorbos al café.

— ¿Qué tal dormiste?—me preguntó mientras él bebía jugo de naranja.

—Muy buen—mentí. Había tardado quien sabe cuánto tiempo en lograr dormirme, y cuando lo había hecho, un intento de príncipe azul golpeó mi puerta para darme el desayuno prácticamente en la boca. ¡Ni que fuera inválida! — ¿Y tú?—honestamente, no me interesaba en lo más mínimo.

—Mejor que nunca—se movió en el sofá para quedar pegado a mí. —Gracias a alguien especial—

— ¿Ah, sí?—

—Sí—

—Qué bueno—ojalá yo también pudiera decir lo mismo. Quería que se fuera en aquel momento. Quería y necesitaba estar sola. No tenía humor, y terminaría mandándolo al diablo por nada. Opté por aumentar mi paciencia. Él era demasiado perfecto, era un príncipe azul, con su caballerosidad y amabilidad. Yo no quería un príncipe. Quería un compañero, un amigo, una pareja, un amor verdadero.

—Estaba pensando...—comenzó—ya que Leo te dio un tiempo de descanso de entrenamiento, en la tarde podríamos ir a pasear por la ciudad. Te puedo llevar a algún centro comercial a que te des todos los gustos que quieras, o podríamos ir al cine, o.... —

—Jason—lo frené. Me estaba irritando de la nada; no sabía por qué, pero me sentía molesta. Y sin ganas de oírle. —Tal vez deberíamos dejarlo para otra ocasión—

— ¿Ocurre algo?—noté en su expresión, su decepción.

—Es que prefiero no hacer nada el día de hoy. Quiero estar sola. No es por ti, ni mucho menos, es que... creo que necesito un poco de soledad—quería que se levantara y se fuera. Hasta sentí cómo se me fruncieron los labios, me sentía molesta, y no entendía el motivo.

—Está bien—me besó la mejilla y se levantó para irse. Ahora sentía pena por él, pero mi orgullo era más grande. —Esperaré a que te comuniques conmigo cuando quieras verme. ¿Sí?—

—Sí. De acuerdo—no sabía cuándo sería. Bueno, con los cambios drásticos de humor que venía teniendo últimamente, podía llamarlo dentro de diez minutos con un ataque de arrepentimiento y desesperación por estar en soledad. No. No lo haría. Necesitaba ocupar la mente en algo, si esperaba un tiempo más en ese estado, de seguro iría al piso de Leo a rogarle que me perdone. Y yo no era de esas personas que dejan su orgullo por cualquier situación.

Tomé el teléfono, me desparramé en la cama, y llamé a Chloe. Hacía varios días que no recibía algún llamado de ella, ni yo la había llamado. La extrañaba, y mucho. Varias veces se me cruzó la idea por la cabeza de ir a visitar el pueblo, pero luego recordaba el principal motivo por el que me fui. Mi padre. De sólo pensar me ponía nerviosa y comenzaba a temer. En cualquier momento podía aparecer, luego de la nota que dejó.

Corazón de CristalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora