Epílogo

721 60 41
                                    


El viento soplaba con fuerza mi cabello, revolviéndolo y enredándolo. No era para menos si estaba apoyada en la barandilla del balcón, en el último piso de aquel edificio. Estaba cansada, fue un día largo de trabajo, y aquellas niñas tenían una batería eterna, y no se cansaban tan fácilmente. Tal vez la diferencia era que yo había crecido. Habían pasado cinco años desde la última vez que había competido, cinco años de aquel año de éxito y fama, de entrenar duro, y que éste de sus frutos. A veces no podía creer cómo había pasado el tiempo... Hace unos años, era entrenada para llegar a ser profesional, hasta que lo logré. Y ahora, yo me convertí en entrenadora. Ocupé el club de Leo en el que él me entrenaba, en hacer una escuela de patinaje artístico. Todo el día, en diferentes horarios, tenía niñas de todas las edades. Tenía cierta ganancia económica en ella, pero no era demasiado. Lo hacía por gusto, así como también me había vuelto a vivir en la ciudad, en el último piso de uno de los edificios de Leo. Ver a aquellas niñas poder comenzar a crear sus castillos de sueños, superándose día a día, siendo felices haciendo lo que les gusta. Y yo era feliz viéndolas. Me recordaba lo feliz que había sido, y que lo era.

— ¡Mami!—oí que la puerta de la sala se abría, y aquella voz se hizo oír. La voz que me daba paz en los momentos en que sentía una guerra dentro de mí.

— ¡Cariño!—me di la vuelta, para recibirla con los brazos abiertos, y envolverla en mis brazos.

— ¡Tara!— la voz de Logan se hizo presente desde la sala. — ¡Será mejor que enseñes modales a tu hija! ¡Puede que tenga sólo cinco años pero tiene una mente perversa!—

— ¡No es cierto!—gritó la niña mientras entraba a la sala, y yo la seguía por detrás.

— ¿Qué hizo esta vez?—le pregunté a Logan con media sonrisa.

—Tu querida Jackie...—la miró de mala manera a la niña que se había parado sobre un sofá y lo miraba desafiante —Se encerró en mi auto, y lo puso en marcha. No sé cómo diablos hizo para quitarme las llaves del abrigo, pero lo hizo. —

—Es que el tío se tardaba demasiado por hablar con esa mujerzuela Jessica—Jackie se cruzó de brazos. —El tío sabe que yo soy su única chica—no pude evitar sonreír, eso lo había sacado de mí, yo siempre había sido celosa con Logan, y aunque con el tiempo entendí que debía dejarlo crecer, siempre iba a ser mi pequeño.

— ¡¿Lo ves?! Tras que la llevo al parque, me reprocha si me cruzo con un alguien—se quejó Logan.

—Así que... ¿Jessica?—le pregunté con una sonrisa burlona.

— ¡Tara!—

—De acuerdo, de acuerdo—me senté junto a la niña. —Jackie...el tío ya es grande. Tiene que conocer a alguna mujer, para que te de primitos...—

— ¡¿Primitos?!—gritó, emocionada, saltando en el sofá. — ¡Tío quiero un primito! ¡Porfa!—

— ¿No tienes otra cosa que decirle a la niña?—me miró serio.

— ¿Qué? Yo también quiero un sobrino algún día— me encogí de hombros. Y enseguida continué, sabía exactamente cuáles eran los planes de mi hermano. —Bueno, luego de que te recibas, y consigas el trabajo que quieres. Luego habrá espacio para formar una familia...—recité aquellas palabras como si fueran un verso. Él suspiró, y se sentó con nosotras en el sofá, al lado de su sobrina.

—Tú eres la mujercita más importante en mi vida, Jackie. No hacen falta celos para recordarlo. Eso siempre será así—dijo y la abrazó. No había cuadro que me hiciera emocionar de tal manera como lo hacía verlo a Logan y a Jackie compartir momentos de sus vidas.

Corazón de CristalWhere stories live. Discover now