Capítulo 1

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EMMA

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EMMA

Mi corazón está latiendo exageradamente deprisa y no es para menos. ¿Hace cuánto estoy entrenando? ¿Una semana? ¿Un mes? No... Incluso parece más. Mucho más. Bueno, no es que hubiera entrenado sin parar pero, a pesar de los descansos, estoy agotada. No es fácil todo esto, y menos estando tan lejos de lo que más podrías extrañar.

Pero hay que seguir adelante. Siempre adelante.

Y últimamente me repito demasiado eso.

Una mano pasa a mi lado, rozándome el cabello. Debo esquivarla lo más rápido posible; lo hago, y respondo moviendo mi puño hacia el objetivo, pero no llego a darle y éste escapa de mí. ¡Rayos! Le busco con mi vista, intentando equilibrarla junto a mis otros sentidos, pero al encontrarlo, éste me toma de la cintura, me hace girar sobre mí misma tapándome la boca y susurrando en mi oído: ―Has tenido suficiente, Honey.

Yo sonrío.

―¿Suficiente?

Centro mi energía en el saco de boxeo que está detrás de Owen, desprendiéndolo de su cuerda; sin avisarle, golpeo su espalda y giro sobre mí misma para quedar frente de él. Con mi dedo índice levanto su barbilla y le miro, él corresponde mi mirada con una sonrisa impactante en su rostro, a pesar del semblante cansado.

―Creo que me equivoqué.

Controlar la habilidad de usar energía es lo que más me ha costado en este tiempo... de lo que sería el trabajo físico, porque todavía hay cosas que no puedo manejar. En las peleas he estado mejorando un poco, cada día más. Y, créanme, luchar contra Owen no es fácil. Contra Steven tampoco.

Y que ellos no peleen entre sí la mayor parte del tiempo es un milagro.

Un milagro que casi nunca sucede.

Desde que estamos acá, he perdido noción de los días que pasan. A pesar de que podamos obtener sol desde esa especie de cúpula que tenemos oculta, saber cuándo termina un día y empieza otro es un fastidio. ¡O peor! Es una tortura... A veces solo me dan ganas de escapar y entregarme a esos Ángeles Vengadores, trato de no pensar demasiado en cómo era mi vida, pero con frecuencia se torna imposible.

Extraño a mi familia. A mis padres...

O los que pensé que eran mis padres.

¡Joder! Me golpeo mentalmente por el hecho de preguntarme si debo decirles así a mis papás humanos. ¡Claro que debo! ¡Ellos me criaron, me dieron su amor! Entonces, ¿por qué me siento mal por mis padres... inhumanos? Tal vez... ¿porque ellos murieron por mí? No vivieron lo suficiente como para ni siquiera cargarme en sus brazos... Y también son mis padres, a pesar de no haberlos conocido. Y está mal que compare unos con otros.

Además, algo tienen en común: me quisieron como hija.

¿Mis amigas? Claro que las extraño. Incluso al colegio...

Alas de cristal [LIBRO 2]Where stories live. Discover now