Capítulo 32

25K 2.2K 335
                                    

EMMA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

EMMA

—Emma, vuelve conmigo, por favor —un nuevo ruego emerge en mi radar auditivo. Su voz suena rota, completamente devastada. Jamás la había oído así, de esa forma—. No me dejes, te lo ruego. Vuelve, amor.

Una mano toca la mía, su piel es suave, siento una especie de chispa —de electricidad— con su roce.

Intento mover mis labios para susurrarle que lo escucho, pero estos no me hacen caso. Sin embargo, unos brazos me rodean mientras que un cálido aire llega a mi oído.

—Emma, sé que estás ahí. Vamos, Honey, tú puedes despertarte, amor. Ya todo ha terminado, podrás ser libre al fin. Visitaremos a tu familia lo antes posible y verás a Mati, a tus amigas... —su mano se aferra a la mía y, cuando vuelve a hablar, escucho su voz quebrada—. Solo despierta, Honey. Por todos, por mí.

Su mano recorre temblorosa mi rostro hasta llegar a mis labios. Sus dedos se sienten muy cálidos en mí. ¿Él no puede escuchar mi mente? ¿Acaso no se da cuenta que estoy recuperando mi consciencia? Parece que no.

Con esfuerzo intento mover mi cuerpo, comenzando por los dedos de mis pies y manos. Owen no parece notar aquel movimiento por estar demasiado ensimismado en sus pensamientos, en sus miedos.

Pasan, tal vez, minutos hasta que logro, finalmente, tener control de mi cuerpo e intento hablar por primera vez.

—Owen... —susurro y sus yemas quedan atrapadas entre mis labios.

—¡Honey! —Suelta el aire de repente—. Sabía que lo lograrías, eres muy fuerte. Abre los ojos, cariño... Ya ha pasado todo, ya ha terminado todo, podemos ser felices...

Despierto sintiéndome mareada, fuera de mí, como si mi mente estuviera despabilada pero mi cuerpo no atendiera del todo su llamado de acción. Las paredes del castillo de Theodel me rodean, su majestuosidad solo me da un aire cínico y escalofriante. Las manos de Owen sujetan mi rostro, ansiosas, mientras que algo húmedo cae sobre mis mejillas: sus lágrimas.

Un ángel de ojos azules —algo hinchados porque estuvieron lagrimeando—, con su cabello negro —un poco crecido— que le cae sobre las cejas, susurra mi nombre. Una y otra vez. Agradeciendo que volví y besando mis labios sin cesar.

—Deja que te lleve a casa, Honey. Debes reponerte...

—¿Estás herido? —le pregunto antes de que siga hablando, sabiendo que lo habían lastimado antes de terminar con Theodel, cuando Owen se estaba comunicando telepáticamente conmigo.

—Nada de eso —sonríe—. Aunque me cueste admitirlo, Emmanuel me salvó en esa...

—¡¿Dónde está Emmanuel?! —inquiero algo asustada al recordar la última vez que lo vi, que ambos desaparecimos en la niebla.

—Estoy aquí.... —dice Emmanuel, aún acostado en el suelo, a dos metros de mí. Él estira su brazo izquierdo para llegar hacia mi cabeza y tocarme el cabello—. Estamos vivos, Emma. ¡Vivos los dos!

Alas de cristal [LIBRO 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora