Capítulo 26

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EMMA

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EMMA

—Vuelve a intentarlo —repite un apaciguado Emmanuel por quinta vez. Éste se encuentra rodeado por un campo de energía que me impide lograr llegar a él.

El salón de la gran casa Liv se encuentra tan pulcro que el piso parece brillar tanto como el techo.  Emmanuel vive solo en esa gran casa, así que no nos preocupamos porque alguien nos interrumpa. Él me contó que el personal que limpia la casa va cada dos semanas, ya que siendo él solamente el que habita en la mansión, no ensucia tanto. Y, además, Emmanuel es lo suficientemente ordenado como para mantener los lugares más concurridos limpios.

A mamá le agradaría que yo fuese tan ordenada como él. 

La sala es muy grande: recuerdo la primera vez que la vi. Esas dos escaleras que se encuentran frente  a la puerta, enfrentándose entre sí, son realmente anchas. No hay demasiados objetos; alguna que otra planta ubicada en las columnas talladas con figuras que parecen renacentistas, unos sillones ubicados más que nada por la estética, con unas mesitas que parecen de cristal...

Me concentro nuevamente en Emmanuel, en lo que estamos intentando hacer, y que fallamos. Bueno, yo fallo. Por un momento pienso que él es Owen, quiero que sea él el que está aquí conmigo. Es tan parecido físicamente que sus diferencias de personalidad resaltan muchísimo más.

—¿Por qué no puedo romper la energía? ¡Es imposible! —exclamo indignada conmigo misma.

Emmanuel se cruza de brazos.

—Porque la estoy generando todo el tiempo, Emma. Porque no es estática, como la del techo —asiento con la cabeza, aceptando su respuesta—.  Vale, entonces intenta buscar un punto débil. Algo que no me rodee.

—¡Estás cubierto de energía! ¡Y toda te rodea!

—Bien. Entonces intenta patearme, lanzarme algo. Algo que me haga distraer.

Ruedo mis ojos. —¿Eres sadomasoquista, Emmanuel? ¡Quieres que te golpee! No quiero hacerlo...

—¿Qué es eso? —pregunta intrigado.

«Uh...»

—Eh... Nada, descuida —siento el rubor aparecerse en mis mejillas—. Pero no quiero golpearte.

—¡Ah, estás ruborizada! ¿Es un tema incómodo? ¡Oh! ¡Es una de esas cosas que hacen los humanos para reproducirse y para sentir... eso que le llaman «placer»! ¿No? —arruga la nariz mientras me estudia con aquellos ojos azules. Ahora parece un niño curioso que no debe curiosear sobre esas cosas—. Acá eso no se hace generalmente, está mal visto ya que es dejarse llevar por la pasión. Solo lo hacen los ángeles cuando hay una camada, luego de varios años. Los demonios sí tienen esa predisposición. 

—Pues, olvida lo del sadomasoquismo. Es un tipo de práctica sexual y...

—¿Eres sadomasoqueso

Alas de cristal [LIBRO 2]Where stories live. Discover now