6. Visitas inesperadas

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Sentía que en cualquier momento iba a colapsar. Mi cuerpo temblaba ligeramente, mis manos sudaban, sentía mi corazón bombear como si quisiera abrir mi pecho y escaparse. Era incapaz de permanecer tranquila en el asiento. Ryan a mi lado se veía tan calmado, su mirada estaba perdida en el camino, pero era en su cuerpo donde notaba la tormenta que llevaba dentro. Sus hombros estaban tensos, apretaba tanto el volante que las venas se notaban a través de sus fuertes brazos.

Era un momento de incertidumbre, donde no se sabía con certeza lo próximo que iba a pasar. La vida de mi hermano pendía de un hilillo, la cirugía podía salvarlo, como también podía hundirlo.

Llegamos al hospital en un silencio sepulcral. Subimos directamente a la oficina del doctor encargado de JJ, Ryan tocó a su puerta.

―Me alegro que llegaran rápido―dijo el doctor al abrir la puerta―. Pasen y tomen asiento.

Yo estaba muda, como si no encontrara palabra alguna en mi cabeza. Ryan a mi lado, parecía padecer el mismo caso.

―Esta clase de cirugías siempre tardan más porque se espera alguna institución que done el dinero necesario, muy pocas veces los adjudicados pueden costear todo―el doctor nos sonrió―, William ha tenido suerte y alguien pagó por la cirugía completa.

Ryan abrió los ojos como platos.

―Eso no puede ser posible―dijo sorprendido―Pero ¿Quién?

―La fuente pidió ser anonima―contestó el doctor.

―Pensé que el dinero de mis padres cubría todo―miré a Ryan confundida.

El negó con la cabeza. ―No es tan fácil extraerlo todo, el dinero que conseguí se fue como agua entre las manos.

―¿Y cómo íbamos a pagar la cirugía? ―pregunté sintiendo un atisbo de rabia emergiendo dentro de mi―¿Cuándo ibas a decírmelo?

―No te lo iba a decir de todas formas, Zack y yo nos estábamos ocupando de eso.

―El equipo se está preparando para empezar―interrumpió el doctor―, mientras yo quiero ponerlos al tanto de la realidad. La cirugía no asegura que el joven quede completamente saludable, hay muchos riesgos de que su cerebro quede con daños irreversibles.

Un grito ahogado escapó de mi garganta.

―Yo preferiría hablar esto sin la presencia de Julieta.

Ryan me miró y con mis ojos le supliqué.

―Seguro que ya sabe que no soy más que un amigo de William, su único familiar es ella, tiene más derecho que cualquiera de saber lo que pasa.

―Pero su salud emocional... ―Prosiguió el doctor.

―Si quiere llenar esta oficina de lágrimas, nadie puede culparla, no es un robot―Ryan colocó esa cara de prepotencia, esa que asustaba y hacía que cualquiera cavara su propia tumba.

El doctor carraspeó. ―Así también, puede salir bien de la cirugía y las lesiones del cerebro no ser tan graves como se piensa. Las últimas tomografías nos revelaron un veinte por ciento de progreso después de inducirlo al coma, así que existe una gran probabilidad de que William pueda recuperarse.

―Todo es cuestión de un milagro―dijo Ryan.

―Tienen que estar preparados para afrontar los hechos. Ahora es cuestión de esperar.

―¿Cuánto tarda la ciruía? ―Preguntó Ryan.

―Tenemos un estimado de ocho horas, pero todo pende de lo vayan viendo los cirujanos en el proceso.

La locura de JulietaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora