14. Fiel al corazón

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Sam

No nos tomó mucho tiempo recoger mis cosas, porque no había desecho todo el equipaje. Me cuidé de no ser visto por Valentina, no tenía deseos de dar explicaciones y con lo insistente que era no iba a darse por vencida. Cuando Arthur viera la habitación vacía, iba a estar feliz, al fin Valentina tendría su atención.

Mi padre se había encargado de que me suspendieran el semestre, podría regresar cuando quisiera. Lo que me dejó con dudas fue que el papeleo de suspensión ya estaba listo antes de mi padre haber hablado conmigo.

Sentados en el avión, él se arreglaba la chaqueta con normalidad, su cabello oscuro está bien peinado hacia atrás, no llevaba puesto sus lentes así que lucía más joven. Era un hombre apuesto, y de gran inteligencia. Yo no heredé su físico, eso lo hizo mi hermano.

Papá reposaba con tranquilidad en su asiento, solo a mí me estaban carcomiendo los nervios. Las ansias de ver a Braden y el temor de ya haberla perdido se mezclaban para así atormentar mi cabeza.

―Papá... ¿Cómo supiste que mamá era la indicada?

Él tomó un café que le brindaba la azafata, mientras yo lo rechazaba con amabilidad. Tomó su tiempo para mirarme, y luego de darle dos sorbos a su café, me contestó.

―El amor no lo es todo en la vida, a veces se busca la mejor opción, no la que mejor ame.

Frío y calculador, pero mamá y él siempre se habían amado.

―¿Cómo supiste que aceptaría regresar?

Papá miró por la ventana, y tomó de su café.

―Eres mi hijo, te he criado para que tomes decisiones inteligentes―mi miró―, aunque me has fallado dos veces, Samuel.

Sequé el sudor de mis manos en el pantalón, era incapaz de mirarlo a los ojos y chocar con la culpa. Amaba saber que mi padre no me odiaba por lo que pasó con Chris, pero la culpa me invadía y sentía que en cualquier momento él iba a despreciarme.

―Quiero que la busques de inmediato―siguió hablando―, y gánate su confianza, aunque eso no será difícil ella es muy sentimental.

―Braden es muy orgullosa papá, no la conoces...

―Pero ella fue quien te dejó a ti, hazla sentir culpable por eso y la tendrás en bandeja de oro―no me gustaba el tono autoritario que utilizaba―, y te sorprendería lo que la conozco.

Me removí incómodo en el asiento. ―Eso suena a que voy a fingir que la quiero devuelta, y no es así, en verdad la quiero.

―El amor te hace débil, te provoca miedos y no te deja ver lo que en verdad te conviene. El amor es una trampa.

Quería no pensar en sus palabras, no llegar a la conclusión de que él no amó a mamá. Él podría aparentar ser frío e insensible, pero por dentro era un buen hombre que cuidaba de su familia. Giré la cabeza para ver por la ventana, aun nos quedaban cinco horas de vuelo, cinco horas para mis pensamientos torturarme.

Julieta

―Julieta―Igor me llamaba desde la puerta del comedor―, tienes visitas.

Me pusde de pie de inmediato. Naya miraba mi desayuno con ansias, lo empujé hacia ella y salí de prisa.

Llevaba puesto unos pantalones de chándal color gris, una camiseta negra y unas zapatillas deportivas. Mi cabello cada vez estaba un poquito más largo, eso, o mis esperanzas me hacían alucinar. En los pasillos nadie me sonreía, a poco me miraban, cada quién estaba envuelto en su propio mundo. Igor me señaló la sala donde se hacía el círculo de la confesión, o la confianza.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now