33. El próximo

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No sabía por qué tuve la necesidad de subir al ático de Ryan, estaba sentada con las fotografías que él guardaba. Me embargaba una mezcla de sentimientos, era algo agridulce.

Mordí mi labio inferior al pensar en la noche anterior con Ryan, insistí en dormir en la otra habitación, pero él me atrapó entre sus brazos y no me dejó salir de su cama. Nos reímos y luego tuvimos nuestra típica discusión, pero en vez de terminar en insultos como siempre, no tuvimos que utilizar palabras. Cuando nuestros cuerpos necesitaron un respiro, nos quedamos dormidos.

Al despertarme, corrí al ático. Me sentía tan extraña que no podía imaginar qué le diría a Ryan cuando lo viera frente a frente, o como mirarlo sin sentirme culpable por los pensamientos que me ocupaban. Estaba acorralada por el hecho de que disfruté cada segundo con Ryan, sentí que vivía nuevamente, pero la culpa me carcomía.

Abracé mis rodillas y apoyé mi cabeza en ellas, escuché los pasos por la pequeña escalera. Sin duda era Ryan.

Se sentó a mi lado y colocó una mano en mi cabeza. —¿Te arrepientes?

Negué con la cabeza. Entonces Ryan tomó las fotografías y las colocó en su lugar.

—Lo siento Ryan, pero no pude evitar que mi mente hiciera comparaciones—sentí que se aligeraba la opresión que había en mi pecho.

Ryan suspiró con alivio. —No eres la única Braden, me parece lo mas normal, no es un secreto que antes de esto ya le habíamos entregado alma y cuerpo a otras personas.

—Dime lo que piensas, sin temor, porque yo quiero ser absolutamente sincera contigo.

Respiró hondo. —No puedo explicar con palabras la sensación de satisfacción luego de querer a alguien por años y ver que al fin se cumplió. Mientras dormías en mis brazos admito que no eras mi único pensamiento. —nuestros ojos se encontraron—, pensé en Helena, y en lo diferente que es todo contigo. Me sentí culpable porque su recuerdo aun ocupa un lugar en mí, a pesar de que quiero estar contigo.

Me sentí rota por un largo tiempo Ryan, hasta que encontré a Sam, o él me encontró a mí—sonreí con nostalgia—, le tocó amar la peor parte de mí, ver la oscuridad y aun así brindarme un poco de luz. Hoy soy diferente y es gracias a él, así que eso no lo olvidaré.

—No quiero que lo hagas. No nos apresuremos a sacarlos de nuestra vida, solo vivamos el hoy, hasta que un día despertemos y solo nos queden recuerdos borrosos. Sin prisa.

—Somos dos seres patéticos.

—Tienes razón. Debería ir a llorar en la ducha, estás invitada —hizo un guiño y se levantó—, y solo para aclarar, es sin ropa.

—Eres un pervertido.

* * *

Thomas retiró la mano de mi boca, ni siquiera me daba cuenta de que mordía mis uñas. Había pasado el día vigilándolo, hasta que en la noche llegó a casa y fingí una visita casual. Lo obligué a llamar a Lola, así podía tenerlos vigilados. Ya tenía un gran cargo de conciencia por lo que sucedió en la cafetería de Dolly, como para dejar que el Juez los lastimara.

—¿Qué sucede loca? —preguntó muy serio.

—Solo extrañaba a mi viejo amigo. —me encogí de hombros—, pero entiendo que no quieras verme después de todo yo era la que se esforzaba por mantener nuestra amistad.

—Te la pasabas llamándome con nombres femeninos, vaya forma de hacer amigos.

Traté de ocultar una sonrisa. —Bueno, estoy aquí porque quieren matarte por mi culpa.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now