30. Fotografía

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Julieta

Samuel se había enterado de que no me secuestraron, era la única explicación para su mensaje. No lo culpaba, si me ponía en su lugar también odiaría a quien me traicionara de esa manera. Aunque quería justificarme diciendo que era la única forma de librarme de su padre, sabía que le había hecho daño.

―¿Desea ordenar? ―preguntó la camarera. Llevaba cuarenta minutos sentada en la misma mesa.

―Un vaso de agua.

―Ya ha pedido tres vasos―dijo en forma de reclamo.―Tiene que ordenar o le pediremos que desocupe la mesa.

Ella se retiró. Esperaba a Samuel, tenía que hacerle entender lo peligroso que era su padre y estaba manipulándolo. Le escribí para que se reuniera conmigo pero él no apareció. Me levanté de la mesa, dejé una propina y salí del restaurante.

Introduje las manos en los bolsillos y miré hacia el cielo, unas nubes grisáceas empezaban a formarse sobre la ciudad. Al regresar la vista al frente vi el auto de Samuel. Mi cuerpo se puso rígido al verlo desmontarse y caminar hacia mí.

―Supongo que debo estar feliz de verte viva―dijo. Su mirada era implacable.

―Hice lo que tenía que hacer.―miré hacia el restaurante, no me apetecía volver y tampoco entrar al auto con Sam. Eso no dejaba muchas opciones para hablar. ―Intento sobrevivir Sam.

―Estás tan podrida como ellos.

―Me conoces―dije en voz baja―si no, ¿Por qué aceptaste venir?

―Quería verte la cara Julieta.

―No me llames así―le exigí.

―Es que para mí Braden murió, la que está en frente es una cruel mentirosa―retrocedió unos pasos―Mereces todo lo que te suceda de ahora en adelante.

Algo en mi cabeza hizo click, sin pensarlo me acerqué a Samuel y lo sujeté por su camiseta.

―¿Qué va a suceder? ―le grité―¿Te atreverás a ser cómplice de tu padre?

Samuel se quedó en silencio. ―Quise matarte ayer―le confesé―solo de pensar que le diste información a tu padre sobre Dolly. Pero pensé y me convencí de que solo eres una víctima de sus manipulaciones.

―La única que me ha manipulado, has sido tú.

Sujetó mis manos y me empujó con demasiada fuerza, al retroceder perdí el equilibrio y caí. Al instante Samuel se puso en cuclillas e intentó levantarme.

―No quise... yo lo siento...

―No me toques imbécil.

Se puso de pie y corrió hacia su auto, un hombre salió del restaurante y me ayudó a levantar, bombardeándome con preguntas sobre lo que pasó. Me limpié los pantalones y me alejé de ese lugar.

No podía pensar claramente, me costaba creer lo que había visto. Mi móvil sonó, era Ryan, decidí ignorar su llamada, mi ánimo no estaba como para sostener una mentira. Sus llamadas fueron insistentes al punto de que terminé por contestar.

―¿Dónde andas?

―¿Qué quieres Ryan? ―pregunté cortante.

―No sé qué mosca te ha picado y tampoco me interesa―me contestó en el mismo tono―. Tienes que entrenar, dile a Zack que pase por ti.

Colgó. Maldije por lo bajo, no debí pagar los platos rotos con él, lo único que hizo fue llamar en un mal momento. Le envié un texto a Zack para que me recogiera en casa de Thomas.

La locura de JulietaWhere stories live. Discover now