Capítulo XVI: La Historia del Fantasma

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- Mi madre se embarazó de mi padre estando... es complicado. Verás ella estaba casada con mi padrastro, pero se embarazó de otro hombre, así nací yo. Mi padrastro la odiaba por ello, y siempre se lo echaba en cara, a mí también, claro, pero yo era sólo un niño. Según me dijeron, mi padre biológico intento convencer a mi madre de marcharse juntos, pero ella no accedió. Tuvimos que quedarnos con la basura de su esposo. Ella huyó cuando yo tenía unos 9 años, me abandonó con su esposo, dijo que regresaría por mi pero eso nunca sucedió, como es de imaginarse, su esposo comenzó a desquitarse conmigo...

- No tienes que seguir. – le dije.

- Quiero hacerlo, eres la primera persona a la que se lo cuento, por favor. Necesito sacarlo. – asentí con la cabeza. – Una noche, él se emborrachó, me sacó de la cama mitad de la noche hacia el jardín y comenzó a golpearme, pero esta vez me defendí, había aprendido a lazar, había una cuerda cerca, logré derribarlo, y comencé a correr buscando ayuda, pero nadie quiso siquiera prestarme atención; él me alcanzó, me dio la paliza de mi vida, entonces llegó Madame Giry, esa buena mujer se interpuso antes de que el hombre me matara a golpes.

Se quedó callado por unos segundos, giró a ver el fuego de la chimenea y se hundió profundamente en sus llamas.

- Recuerdo con perfecta claridad aquella noche, como no tienes una idea. La maldita oscuridad y las puertas de las casas, todas cerradas. Algunas personas mirándome correr através de toda la calle gritando por ayuda, parecía divertirles mi situación. Yo era sólo un niño, alguien debió de abrir la puerta y esconderme dentro.

"Él me acorraló donde la calle terminaba, no había más casas, sólo un enorme terreno abandonado lleno de hierbas y animales rastreros. Se acercó a mí con paso tambaleante por el alcohol.

- ¿A dónde correrás ahora, pequeño engendro? – me dijo – La calle ha terminado. Nadie vendrá a salvarte.

- Por favor, no. – le dije sollozante. El dolor en mi cara era inmenso, todo gracias a uno de los golpes que me había propiciado antes de que huyera.

- No supliques por tu miserable vida, demonio. No mereces vivir. Eres un bastardo. Y una basura de hijo.

- No...

- Tu madre te abandonó aquí.

- Ella iba a regresar. – lloré

- ¿Estas seguro? ¿Por qué entonces no te llevo con ella desde un principio? No te quería, nunca te quiso. – en sus ojos pude ver todo el odio hacia mí y hacia mi madre.

Jamás en mi vida había estado tan asustado como aquella noche. Creí que ahí acabaría todo.

- Eso no es cierto. Ella me ama.

- No lo hace. Si lo hiciera te hubiera llevado con ella. Sólo eres un estorbo, un paria. Un error. Pero ahora, voy a terminar con el error.

Comenzó a acercarse a mí, y yo comencé a retroceder de espaldas, como no podía ver hacia donde me dirigía ni en dónde pisaba, tropecé con una piedra y caí de espaldas. Aquello le dio la oportunidad que él tanto deseaba. Rápidamente se arrodilló junto a mí y comenzó a golpearme en el estómago; en el rostro. Por momentos perdía la conciencia, no sé por cuanto tiempo estuvo así.

Cuando vio que yo ya no pelearía por mi vida, se levantó, tomó la roca con la que yo había tropezado y se dispuso a darme el golpe final. Con el cual terminaría mi horrenda existencia. Recuerdo que abrí muy bien los ojos, quería ver la luna una última vez.

Pensé en mamá, y rogué internamente para que ella estuviera en un lugar mejor, a salvo. En mi mente comenzaron a sonar las notas de la primera melodía que aprendí a tocar en piano, una canción de cuna. La canción de cuna que mi madre solía cantarme antes de dormir; la vi arrodillaba a mi lado, toda de blanco, tomó mi mano y comenzó a cantar. Sabía que aquel era el fin. Entonces una nueva figura apareció detrás de mi padrastro, lo tomó del cuello de la camisa y lo jaló con fuerza hacia atrás, él cayó, se golpeó en la cabeza.

PhantomWhere stories live. Discover now