Capítulo 3: El mensaje

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—¿Max...? ¿Qué pasa? —Escucho la voz de Em, pero la siento lejana.

Es como si me encontrara a cientos de kilómetros de ella. Mi vista se torna borrosa, solo veo manchas blancas y verdes.

Por segunda vez y debido a la desesperación que me invade, intento ponerme de pie, pero la mano de mi amiga no me lo permite y por alguna razón, pesa como un ancla de muchos kilos.

—Hey, tranquilo... —Sus manos se posan sobre mis mejillas y al pestañar, vuelvo a verla.

Sus ojos azules son como un maldito tranquilizante, mi corazón parece volver a latir con normalidad, las manos ya no me tiemblan, pero mi piel sigue erizada.

—¿Qué sucede? —Me pregunta con dulzura y preocupación.

Respiro profundo y giro mi cuerpo en dirección a los árboles. Solo que ya no hay nadie.

Abro mis ojos completamente y recorro el lugar con la vista.

Nada, absolutamente nada.

—¿Max? —Wendy, quien acaba de presenciarlo todo, dice mi nombre.

—¿Qué? —Actúo de forma tranquila. —Oh, no es nada, creo que mi presión bajó un poco. —Añado.

—¿Estas bien? ¿Quieres que vayamos por algo dulce? —Sugiere Emily presionando mi mano.

—No, estoy bien. —Respondo.

—¿Seguro porque...?

—Estoy bien, solo, no te preocupes. —La interrumpo con una media sonrisa.

Emily me devuelve la sonrisa y lleva la vista hacia el frente, donde el padre Merrin está a punto de terminar su discurso.

—Toma. —Wendy saca algo de su bolsillo y lo deja en mi mano.

Es un caramelo ácido de limón.

Le agradezco de forma amistosa y desenvuelvo el papel.

Muerdo el caramelo con fuerza y en cuanto el ácido choca contra mis papilas gustativas pienso en lo sucedido; quizás estoy cansado.

Quizás deba dormir.

¿Recuerdan cuando dije que el padre Merrin estaba a punto de terminar? Bueno, solo quiero que sepan que me equivoqué completamente

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¿Recuerdan cuando dije que el padre Merrin estaba a punto de terminar? Bueno, solo quiero que sepan que me equivoqué completamente.

Tuvieron que pasar otros treinta minutos para que finalmente terminara de hablar. Fue recién entonces que las personas a mí alrededor se pusieron de pie e hicieron una fila india para pasar junto al ataúd.

En mi mano sostengo una rosa blanca idéntica a la de los demás.

Emily está delante mío mientras que Wendy y Lily se encuentran detrás. Los cuatro avanzamos a un paso lento, pues la mayoría de sus familiares se quedan varios minutos junto a Sam.

El asesino de Brooklyn © [1] (NUEVA VERSIÓN YA DISPONIBLE)Место, где живут истории. Откройте их для себя