Capítulo 5: A ciegas

2.7K 294 36
                                    

En menos de treinta segundos, el fresco aire se ha convertido en una espesa cortina que dificulta mi respiración, mamá está atónita, parada en el mismo lugar en el que estaba cuando entré.

—¡¿Qué es lo que tienes que decirme? —Repito al no obtener una respuesta de su parte.

—Hijo... ¿Qué haces aquí? —Su pregunta desviadora me desconcierta mucho, siento la necesidad de gritar, pero no lo hago, sino todo lo contrario, conservo la calma.

—Es mi casa ¿no? —Digo segundos después. —¡Ahora dime! ¿Qué me estas ocultando?

—Nada hijo. —Reitera amorosamente.

—¡Ya deja de mentirme! —Siento mi cuerpo arder, es como si estuviera en llamas.

—Es la verdad. —Continúa mintiendo, algo dentro mío se quiebra, no puedo creer que siga fingiendo.

—Escuché cada palabra que dijiste por ese maldito teléfono, ¡Así que dime la verdad de una puta vez!

—Hijo yo...

Me quiebro totalmente al escuchar esa palabra, su rostro, ahora repleto de lágrimas forma un nudo en mi garganta que me es muy difícil tragar.

—Solo dime... —Tiemblo por completo, las piernas no me responden, pero me apoyo en la mesada para mantenerme de pie. —¿Sabes por qué está sucediendo esto?

Su boca se cierra como una tumba egipcia, desvío la mirada, evitando ver esos ojos lagrimeantes.

—No. —Pronuncia finalmente.

—Increíble. —Musito, su ceño se frunce. —Desde la muerte de Sam has estado comportándote extraño, desde la simple mentira del ajo, hasta las misteriosas llamadas por teléfono. —Me reincorporo y doy vueltas sobre mí mismo, conteniendo las ganas de lanzar los platos que desde hace unos segundos estoy viendo.

—Estas paranoico. —Se limita a responder.

—Escuché cada palabra... —Repito lentamente. —Sé que tienes que decirme algo.

Pero ella no responde, se queda callada, mirándome fijamente a los ojos.

—¡Solo di algo! —Grito con todas mis fuerzas, golpeo la mesa lastimando mis manos y haciendo un humilde sonido.

—¿Qué diablos quieres que diga? —Pregunta de forma retórica. —Te estas comportando como un lunático.

—Solo responde...—Pido un poco más tranquilo, estoy agitado. —¿Sabes por qué está pasando esto?

—¡Sí! —Ella es quien grita ahora, retrocedo sorprendido y algo intimidado, ella limpia su rostro con rabia y abre sus ojos completamente. —¡¿Eso querías oír?! Sí, sé por qué está sucediendo esto.

—Mamá. —Continúo retrocediendo, no sé qué decir, sabía que estaba mintiendo, en verdad lo sabía, es solo que escucharla confesar, decir que lo que yo creía es cierto, me provoca dolores en el cuerpo, e incluso, nauseas.

Para cuando me doy cuenta, estoy bajo el umbral de la puerta vaivén, mamá está apoyada de espaldas al refrigerador. No puedo irme ahora, no cuando acaba de confesar, necesito más respuestas y puede ser mi única oportunidad.

—¿Con quién hablaste la mañana siguiente a la muerte de Sam? —Pregunto en voz baja. Ella logra escucharme y yo reafirmo mi postura

—Con el Sr. Dikerson. —Responde en un tono normal, doy un paso al frente. —Me enteré de que fuiste a su casa. —Mierda, ¿acaso él me delató?

—Eso no me interesa. —Miento, tratando de fingir desinterés. —Ahora dime... ¿Con quién estabas hablando?

—¿Qué?

El asesino de Brooklyn © [1] (NUEVA VERSIÓN YA DISPONIBLE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora