Capítulo 7: El partido

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Después de dos años consecutivos yendo con Emily, llego solo a la escuela.

Mis oídos son aturdidos con los sonidos de diversas trompetas y bombos sonando, a mi alrededor las porristas corren con sus pompones en alto, diablos, lo había olvidado por completo, hoy se juegan los cuartos de final del torneo de fútbol americano.

No es hasta que cruzo el umbral de la puerta doble que todo cambia, el alboroto de afuera es contrastado por un silencio aterrador, las pocas personas que habitan los pasillos me observan y comienzan a murmurar unos con otros.

Me siento incómodo, por lo que bajo la cabeza para no tener contacto con nadie a mí alrededor.

Llego al salón de clases y me siento en mi lugar, volviendo a recibir miradas de todos los estudiantes presentes.

Me refugio en la pantalla de mi teléfono; reviso Twitter esperando con demasiadas ansias que el timbre suene

—Max. —Un cuerpo delgado se para frente a mí. Levanto la mirada, es Wendy.

—Hey... —Guardo mi teléfono.

—Me enteré de lo que sucedió... —¿Espera qué? ¿A qué se refiere? —¿Cómo estás? ¿Cómo está la madre de Emily? —Agrega, su voz suena preocupada.

Mis ojos se abren como platos, ¿Cómo es que se enteró de esto? ¿Esa es la razón por la que todos me observaban en el pasillo?

—¿Max?

—Oh, sí, está bien, quiero decir. —Carraspeo. —Se recuperará.

—Me alegra oír eso. —Responde a la par que suena el timbre.

Estoy a punto de preguntarle de dónde obtuvo la información, pero ella se aleja al instante, la sigo con la mirada y luego vuelvo hacia el pizarrón. Finalmente voy a tener

un poco de tranquilidad.

La maestra entra, y llámenme loco, pero parece estar mirándome todo el tiempo. Finalmente ocurre lo que temía, y mi nombre es pronunciado por sus labios.

Me pongo de pie y me acerco con mis piernas temblándome, la directora Stricher me solicita en su oficina.

Mierda, ¿Ahora qué?

Recojo mis cosas llamando la atención de todos en el salón, especialmente la de Peter, quien no deja de observarme. Camino a paso lento por los pasillos completamente vacíos, evito pisar la serpentina y los trozos de papel picado que invaden el suelo. Giro una vez más a la derecha y toco la puerta de la oficina.

—Pase... —Escucho que dicen.

Obedezco y cruzo el umbral hacia el interior de la oficina, la cual tiene un aroma a limón extrañamente adictivo. La directora me espera sentada en su silla negra giratoria, me siento en frente y antes de que yo pueda decir algo ella habla.

—Max, ¿cómo estás? —Su pregunta me descoloca, la miro con una expresión confusa y al ver esto, prosigue. —¿Cómo están Carolina y Emily? —Y en ese instante lo entiendo todo, solo me ha llamado para chismosear, Dios, a veces en verdad detesto la "cultura curiosa" de este pueblo.

—Ellas están bien. —Respondo de forma corta, sin dar detalles.

—¿Carolina se recuperará?

—No quiero sonar grosero, pero... ¿Esta es la razón por la que me llamó?

René se acomoda de forma incómoda en su silla y carraspea con la garganta, sus manos se entrelazan sobre el escritorio que nos separa.

—No, quería preguntarte si quieres seguir con las tutorías, con todo lo que sucedió, entiendo que no tengas-.

El asesino de Brooklyn © [1] (NUEVA VERSIÓN YA DISPONIBLE)Where stories live. Discover now