XVI. ¿Segura Karls?

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Esas dos simples palabras inundaron la habitación. Karlie no tuvo ni siquiera que darse la vuelta para enfrentar a la dueña de esa voz, ella sabía que era la voz de Taylor, su característica voz ronca y áspera, en un tono dulce. Fue como si de inmediato la casa cobrara calor y vida, ya no era la frívola mansión a la que había entrado en un comienzo.

El corazón de la modelo latía a toda prisa, era como si hubiera corrido todo un maratón...y es que prácticamente había corrido todo un maratón. Las piernas de Karlie comenzaban a arder por el dolor, la fatiga había llegado a su punto máximo; sentía que si daba un paso más seria probable que uno de sus músculos se desgarrara.

-"¿Estas bien Karlie?"- De nuevo la voz de Taylor invadía la habitación. La cantante debió notar que algo andaba mal. Dio unos pasos más cerca hacia donde estaba la modelo.

Karlie dio la vuelta para por fin ver donde estaba parada Taylor. Estaba justo bajo el marco de la entrada a la sala; más lejos de donde esperaba encontrarla, el eco de su voz la había engañado un poco. -"Hola Taylor"-logró decir manteniendo el contacto visual unos instantes.

-"¿Estas bien?"- de nuevo la pregunta de Taylor

-"Pero claro que..."- la frase fue interrumpida al momento en el que la modelo intentó caminar hacia la cantante pero sus piernas fallaron. Una de sus rodillas cayó doblada al piso; la otra iba a tomar el mismo camino que la anterior, sólo que algo logró detenerla... mejor dicho alguien logró detenerla.

Taylor estaba sosteniéndola. Con uno de sus brazos logró rodear la cadera de la ojiverde para detenerla del golpe seguro que le esperaba en el piso.

-"...sí"- finalmente terminó de decir Karlie dándose cuenta de que la situación en la que su cuerpo estaba. Su cadera siendo sostenida por Taylor, sintió la fina y suave piel de la misma, el pecho de la ojiazul estaba contra el costado de la modelo. Taylor olía a flores, "¿acaso ella misma habría escogido las flores de mi obsequio?" pensó la modelo. Los rostros de ambas estaban a centímetros de distancia, podrían besarse en cualquier momento. Y es que tal vez eso era lo que se necesitaba, un beso.

Ahora fue el pensamiento de Karlie el que fue interrumpido por la voz de Taylor. –"¡¿Para qué me molesto en preguntar?! Se nota que no estás bien"- dijo intentando poner de pie a Karlie, ayudándola a erguirse –"Espera un momento"- le dijo al oído.

La ojiazul se separó apenas unos centímetros, Karlie notó la ausencia de su calor. –"Big Joe"- gritó de forma fuerte y clara. El gritó desconcertó un poco a la modelo, nunca la había escuchado gritar, y menos gritar por alguien. La cara de Karlie debió ser un poema, porque Taylor inmediatamente soltó una carcajada sonora, una risa contagiosa rodeó la habitación, la sonrisa de Taylor era hermosa, era muy diferente a la Taylor que había encontrado hace unos instantes con su saludo frio. Karlie rompió en risas de igual forma.

Entre las risas de las mujeres rubias un hombre de piel negra, muy alto y fortachón apareció en la habitación. Vestía un traje negro, en definitiva era uno de los guardaespaldas de Taylor.

-"Joe lleva a la señorita Kloss a la habitación principal, no se encuentra bien"- ordenó la cantante.

-"Enseguida señorita"- respondió el hombre y sin esperar una autorización de Karlie, la cargó en brazos y la subió a la segunda planta, dieron un par de vueltas entre los pasillos hasta llegar una habitación sumamente grande, la modelo la reconoció de inmediato, después de todo había sido ella quien eligiera la casa de sus sueños.

El guardaespaldas depositó con cuidado sobre la cama a la modelo y enseguida caminó hacia la puerta, donde se encontró con Taylor e intercambiaron unas palabras. Karlie no alcanzó a escuchar la conversación, era como si su vista hubiera invadido el resto de sus sentidos.

Ilusiones AjenasWhere stories live. Discover now