XIX. Enseñanzas

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Una muy asombrada Taylor Swift se encontraba frente a ella. Las miradas de ambas chicas se mantuvieron cruzadas durante unos muy cortos segundos. Taylor no movía ni una sola parte de su cuerpo, estaba completamente inerte a unos cuantos pasos delante de la puerta que la habían conducido al baño; tenía un pie delante del otro, uno de sus brazos sostenía la agarradera de una bolsa de papel, mientras que el otro se mostraba libre. Su rostro era todo un enigma, mostraba sorpresa, fascinación, deleite; pero sobre estas emociones se notaba la mucha fuerza de voluntad que la cantante estaba teniendo para no hacer lo que pensaba hacer, o quizás, para dejar de hacer lo que hacía.

Karlie se sintió intrigada por el semblante de la ojiazul. Era tan complejo, tan fascinante. Era como si estuviera presenciando una pequeña guerra que ocurría dentro de Taylor, para ver quien ganaba el mando.

La mirada de Taylor se desvió de la de Karlie. Sus ojos empezaron a bajar sobre sus pómulos y sus mejillas, llegando a sus labios. La modelo sintió un escalofrío que le recorrió toda la espalada al mismo tiempo un hormigueo sobre su boca, en definitiva deseaba contacto en ellos. Los ojos de Taylor ya no mostraban ese azul brillante, en su lugar sus pupilas se habían dilatado y su mirada se había ensombrecido.

La cantante siguió contemplando la piel de su cuello, la musculatura que lo unía a sus hombros, como sus hombros se mostraban estáticos. La mirada de Karlie seguía fija en la de Taylor, pero la de ella siguió explorando todo el cuerpo desnudo de la modelo. De sus hombros, bajo a sus brazos y en cómo sobre uno de ellos descansaba la toalla con la que se había secado. De nuevo subió a la altura de sus hombros, pero ahora su vista fue descendiendo de una manera más central primero sobre su pecho hasta sus senos.

Karlie sintió como si una ráfaga de aire se hubiera colado por la habitación haciendo que sus pezones se excitaran y elevaran un poco; y es que no se podía negar la mirada que tenía Taylor realmente la excitaba.

La ojiazul siguió en lo suyo, su mirada seguía clavada en el cuerpo de Karlie, solo que su cuerpo ya se había movido. Había soltado en el piso la bolsa que antes sostenía y había dado un par de pasos firmes hacia la modelo dejando entre ellas un espacio de aproximadamente un metro.

Taylor notó la excitación de los senos de Karlie, pero eso no hizo que se detuviera. Sus ojos se habían detenido justo en esa zona. Karlie no era precisamente de busto grande, pero tampoco estaba plana. Gozaba de una copa A, que con un poquitín de relleno se hacía B. Siguió bajando la mirada hacia su abdomen, era completamente firme y musculoso; podía notar sus oblicuos y las líneas que con tanto trabajo se obtienen en el gimnasio. Las piernas de la modelo se encontraban de igual forma, perfectamente tonificadas y muy largas. La mirada de la ojiazul se quedó fija en su centro. Una nueva punzada de electricidad le recorrió la espalda a Karlie. La mirada de la cantante se mantuvo estática en este punto, era como si Taylor quisiera recordar todos los detalles que había en este.

Apartó la mirada de esta zona y de nueva cuenta, con su mirada ensombrecida por el deseo, dio un vistazo general a todo el cuerpo de la modelo. Todo el cuerpo de Karlie era largo y esbelto, pero se notaba su trabajada musculatura perfecta para el cuerpo de una mujer. Sus músculos eran firmes y tonificados. No había una sola parte de su cuerpo que no se encontrara de esa manera.

Era extraño como la mirada de Taylor la estuviera excitado. Y no era simplemente porque la este viendo desnuda; en muchas ocasiones, para sesiones de fotos había posado semidesnuda y para hacerlo tuvo que mostrarse de esta forma ante al menos tres personas quienes formaban parte de su equipo de trabajo; inclusive en desfiles de moda entre pasarelas no había tiempo de vestirse prendas demás, así que se optaba por andar desnuda entre cambios de vestuarios frente a otras modelos y equipo de trabajo. No era simplemente la desnudez, sino la forma en la que la veía. Era una forma de deseo, Taylor la deseaba de sobremanera, pero se notaba que no sabía cómo acercase a ella. Esa era la guerra que había en el pensamiento de Taylor.

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