No me busques

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Una vez todo acabó, fuimos a dormir juntos. Me mantuve por al menos dos horas contemplando como su belleza aún se me hacia vulnerable. Me sentía tan miserable. Y la duda de qué pudiera llegar a ocurrir al día siguiente me carcomía por dentro.
En el cuarto reinaba un silencio sepulcral, el sueño abrumador me despertó, una pesadilla que me perló la mayor parte de la cara de un sudor frío y que me obligó a abrir los ojos. Trent yacía pesadamente sobre el colchón, lo que me dio la oportunidad de tomar aire.
Salí velozmente de la casa, comencé a correr por las calles de Londres, hasta llegar a un callejón. Las piernas no me daban más, estaba temblando. Me deje caer contra la pared y me ahogue en un llanto ya inaguantable. Sentía una angustia en el medio del pecho, como si me hubieran clavado un cuchillo y este no quisiera salir.
No podía vivir con la idea de no tenerlo cerca, no escuchar su risa, sus llantos, la manera en que me miraba; de que siempre, consiente o inconcientemente estuve enamorada de el.
Millones de recuerdos vinieron a mi cabeza, como una lluvia sin final y lo único que lograban eran hacerme aún peor.
Eran tantas cosas las que había vivido con el, teníamos un historia mágica, única, como ninguna otra. Lo amaba demasiado para hacerle perder una oportunidad de trabajo así, no soportaría vivir con la culpa de eso; pero tampoco con la idea de mantenerme en esa casa cuando todo me hacia acordar a el, seria absurdo intentarlo porque sabía que no lo lograría. Así que opte por la única opción que se me ocurría, pero tal vez la más difícil.
No iba a decirle que no lo amaba, porque era mentira. Solo iba a despedirme para siempre, de la manera que mejor sabía. Me iba por miedo a algo, temor a algo que no entendía muy bien; tal vez era a verlo irse y dejarme sola, o quizás era porque no creía en el amor a la distancia, y si se iba, todo se acabaría de una manera u otra.
Sabía bien lo que iría a hacer y no quería tener ni la mínima oportunidad de arrepentirme.
Regresé a la casa a las siete de la madrugada y comencé a empacar todas mis cosas. Observé aquella habitación y a aquel chico con lujo de detalle y lentamente bajé al living. No pude contener el llanto, este poco a poco brotaba por mis ojos, cuanto extrañaría esa casa, ese aroma, ese "buenos días'' por parte de los chicos, echaría de menos todo. Pero mi madre siempre decia que ante situaciones desesperantes, había que aplicarles medidas desesperadas.
Una vez en la cocina tomé una hoja y sobre la mesada escribí la bendita carta, para Trent. No hice nada más que plasmarle todo lo que sentía en ese momento. Quisiera haberle puesto millones de cosas más, pero ya no me quedaba tiempo. La mojé un poco con lágrimas que caían de mis mejillas y haciéndole unos dobleces le garabateé su nombre y la pegué en la heladera. No era el mejor lugar para una carta tan importante, pero al menos así me aseguraría de que la lea.
Agarré todas las pesadas maletas y me paré en la puerta principal, mirando de frente la sala.
La observé por última vez, lo que más me costo fue recordar la imagen de Trent el primer día que llegue a la mansión. Había sido en ese exacto lugar, donde me había regalado las flores. También recordé la arruga que se le formaba cada vez que me sonreía cuando llegaba, y la sonrisa de bobo que me regalaba mientras me saludaba.
Suspiré tratando de regular mi respiración y suavemente giré el pestillo de la puerta, poniéndole punto final a la mejor etapa de toda mi vida.

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Trent despertó de golpe, sudaba como si hubiese corrido un maratón y alarmado miro a sus costados. Abrió los ojos y pestañeó fuertemente al notar que su novia no estaba allí. Intentó calmarse y se incorporó rápidamente, ¿sería que ella no lo quería despedir?, ¿sería que no podría con esa situación? Giró el pestillo de la puerta para ir a buscarla en la planta baja. Pero justo antes de salir retrocedió al ver un portarretratos con Mels y el. Lo tomó y soltó un largo suspiró. Lo recorrió con sus ojos y no dejo escapar ni un detalle; la foto era de aquel día de compras. En ella estaba Trent cargando una pila de ropa, y Mels se encontraba graciosamente ruborizaba.
Fue en ese momento, en ese candoroso segundo; donde se dio cuenta de que no estaba haciendo lo correcto. ¿Desde cuando abandonarla por su carrera era lo adecuado? Ella valía mucho más que su trabajo. No estaba dispuesto a dejarla, y como siempre; se dio cuenta tarde, muy tarde.
Una felicidad inocultable inundo su cuerpo, estaba algo así como aliviado. Salió corriendo a buscarla, a contarle que no estaba preparado para dejarla, que nunca lo había estado.
Bajo las escaleras algo extrañado porque no encontraba a nadie en la casa. La sala era un desastre. Los muebles estaban en otras ubicaciones, algunas cosas hechas de cerámica y porcelana se hallaban rotas en mil pedazos.
-¿Hola? ¡Chicos! ¿Dónde diablos están? -preguntó lloroso-
Pero nadie contestó.
Con precaución atravesó la sala y se dirigió a la cocina. Algo le sabía muy mal. El corazón le palpitaba fuerte, y no sabía porque. Fue cuando vio la nota; frunció el ceño y la tomo entre sus dedos. La volteó, decía su nombre.
La abrió lentamente, cuestionándose que diría; apenas le dio un vistazo supo que era de ella, su aroma se lo informaba. Suspiró e intentó regular sus latidos, cuando estuvo listo, la leyó:
"Querido Trent,
Sabes que siempre se me ha dado mejor escribir que hablar, por eso he decidido despedirme así. ¿Por donde empezar? Intentaré hacerlo por el comienzo, aunque es difícil porque la verdad es que no se cuando empezó todo esto, tampoco se como, ni cuando, simplemente pasó. Jamás imaginamos enamorarnos, pero nuestros caminos se juntaron de la manera más inesperada; y ninguno de los dos pudo evitarlo. Quiero decirte cuanto me transformaste, me convertiste en una gran mujer al amarme de esa manera, me hiciste ver el mundo a través de tus ojos, y sin darme cuenta te convertiste en lo más importante. La palabra imposible contigo no existe. Pero existe si no estoy contigo, entiende que cuando te vayas no podré aguantar en esta casa, sería más de lo que puedo.
Nunca olvidaré ni un solo segundo de nuestra historia, fue lo mejor que me pasó, y no me retracto de nada. Por favor no me busques, no hagas esto más difícil de lo que está siendo.
No le debes tener temor a volver a enamorarte, estoy segura que la vida te dará todo lo que mereces, ojala seas feliz. Aunque no sea a mi lado.
Te amo...nunca lo olvides"
Se quedo paralizado. El muchacho de estaba mirando hacia la nulidad, con la cabeza gacha, sostenía la carta arrebujada entre sus dedos, con el rostro completamente indescifrable...

Seras Solo MiaOù les histoires vivent. Découvrez maintenant