Capítulo 9

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Caminé para despejar mi mente y no hacer sentir mal a Vanessa por el descaro de Danielle esta tarde, ya era de noche cuando llegué a casa, perfecto momento para ver la película. Llego a la casa y no veo el auto de mamá, ya es otra semana más que no viene a trabajar, los niños en adopción dan más problemas que los propios. Entro a la casa con cuidado porque todo está apagado y no quiero molestar a Vanessa.

— ¡Llegaste! — Exclamó Vanessa regalándome una hermosa sonrisa que me tocó el corazón y cambié mi forma de ser en un instante — Pensé que me habías dejado plantada.

— ¿Cómo dejar plantada a mi hermana? — Sonreí.

Camino hacia ella por impulso, la abrazo por detrás, ella dio un respingo por el susto pero no la solté, en vez de eso la apreté más a mí, ella pasó sus manos sobre mis antebrazos y posé mi mentón sobre su hombro para respirar su aroma y sentirme libre y que mi estado de ánimo mejore. Ella siempre tuvo ese poder de hacerme sentir mejor con tan solo un abrazo, caricia o una sonrisa.

— ¿Estás bien? — Dijo con dificultad.

— ¿Te aprieto muy fuerte? — Pregunte aflojando un poco.

— ¡No! No, no está bien — Se gira y me mira a los ojos.

Todo entre nosotras es tan intenso, mis manos no se alejan de su cintura y ella no se mueve para separarnos, menos mal que la cocina está apagada porque se hubiera quemado todo por este momento tan excitante que se está creando alrededor y dentro de nosotras, suspiro y por un segundo se me pasa por la mente querer terminar lo que empezamos en la ducha pero sé que no podré.

— Estaré bien si hacemos lo que te dije por mensajes — Me di una cachetada mentalmente porque eso no es lo que quería decir.

— Entonces empecemos — Dijo.

Ninguna de las dos se movió sino que nuestras miradas se intensificaron. Ella mueve su mano sobre mi mejilla y cierro mis ojos, su toque era suave y delicado, tomé su mano y bese la palma de su mano. Abrí mis ojos y su expresión era diferente. Me encontré acercándome a ella, ya cerca de sus labios suena el teléfono de la casa, maldigo dentro de mí dando un resoplido fuerte.

— Yo contestaré — Dice Vanessa caminando lejos de mí.

Me quede de pies un momento para calmar mi agitación y la sensación que dejó su mano sobre mi mejilla. La voz de Vanessa me obligó a buscar las cosas que necesitaremos para ver la película. Tomo del refrigerador el helado, el chocolate y la gaseosa, y del microondas las palomitas de maíz. Cuando salgo de la cocina, Vanessa está colocando el auricular en su sitio, me sonríe y eso para mí es más que suficiente para devolverle la sonrisa.

— Era mamá, dice que no volverá sino hasta mañana — Me informa y yo asiento — Tiene que salir de la ciudad con urgencia.

— ¿En tu cuarto o en el mío? — Pregunto sonriendo, noche de nosotras.

— En el tuyo — Responde sonriendo — Siempre me ha gustado tu cuarto — Comenta riéndose.

— Siempre — Me río.

Nuestra primera pelea fue por mi cuarto porque es más grande el mío que él de ella, mamá se enojó mucho con nosotras y nos encerró en el baño juntas, le dije que le daba mi cuarto a cambio de que no estuviera así conmigo. Después ciertos acuerdos, nos abrazamos y pasamos todo el día en el baño abrazadas y riéndonos, hasta se durmió en mis piernas por lo cansada que estaba.

Tomó mi cuarto por un mes y luego cambió conmigo porque no le gustaba ya que había una rama que siempre la hacía asustar por las noches y por ende no podía dormir. Mi cuarto es más amplio tiene muchas cosas: consolas de juego, tv gigante, un hermoso closet, cama queen y un escritorio para mi computadora. Caminamos hasta mi cuarto y dejé que ella pasara primero para ver su trasero.

Mariposas DesorientadasWhere stories live. Discover now