Capítulo 22

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De cualquier manera eres feliz. La felicidad llega a ti en el momento indicado, con la persona que está destinada para ti. Empecé con un loco pensamiento de querer tener a mi hermana en forma sexual y ahora la quiero para hacerle feliz. Verla reír y caerse de la risa, pelear conmigo y entrar en disputa por cualquier indecisión que se tenga, es la mejor manera de tener una relación.

Han pasado cuatro meses desde que iniciamos esto. Mamá aún no se ha dado cuenta de que nos comportamos de una manera diferente a la de ser solo hermanas. Ellas aún no han tenido el encuentro con el padre biológico de Vanessa, ninguna de las dos están ansiosas por verle. Ella no podrá ser hija de mamá biológicamente pero lo es por haber pasado la mitad de su vida viviendo con nosotras.

Vanessa encontró un trabajo de medio turno, es asistente de una diseñadora de ropa, por lo que nos repartimos los trabajos domésticos de la casa. Últimamente hemos estado juntas a escondidas en mi cuarto y en el de Vanessa, mamá siempre está pendiente de nosotras, además ella está más afuera que aquí. Siempre dejo mi cuarto de último por lo mismo, porque sé que está más puerco que los demás.

— ¿Por qué no limpiaste los cuartos ayer? — Le pregunto a Vanessa.

— No soy tu chacha — Me responde acostada en mi cama.

— ¿Al menos me podrás ayudar? — Trato de que se mueva pero no lo logro.

— No — Niega con la cabeza — Limpie ayer, te toca hacerlo — Responde mirando sus uñas.

— No se dañaran si me ayudas hoy — Digo sonriendo — No se te han daño con todos los rasguños que me haces — Vanessa me mira sorprendida y sonrojada.

— ¡Valery! — Exclama sorprendida — Nunca te he rasguñado — Dice algo ofendida.

— ¿Me saco la camiseta para que veas que es verdad? — Pregunto alzando mi ceja.

— Mamá siempre tiene razón — Responde ignorando mi petición — Todo es sobre sexo.

— Contigo no es sexo — Respondo saliendo de mi cuarto para buscar una bolsa para meter los desperdicios.

Regreso recogiendo todos los desperdicios para trapear luego. Vanessa no se ha levantado de la cama, no continué con la plática para no molestarme más, me concentré en hacer los trabajos domésticos para distraerme. Encontré varias cosas que daba por perdidas y otras que son de Danielle pero las tire a la bolsa de basura para no tener ningún recuerdo de ella en mi cuarto y que haga molestar a Vanessa.

También me encuentro con las cartas que aún no he tenido el valor de dárselas, tengo que hacerlo antes de que ella las encuentre, se la pasa tanto tiempo aquí que a veces tengo miedo de lo que pueda encontrar. Conoce mejor mi cuarto que el de ella, eso me preocupa. Aunque ella se ve quieta y tranquila, cuando se alborota y le hacen sacar sus demonios es la propia diabla en persona.

— Mamá quiere hacer la reunión dentro cinco días — Comenta de la nada.

— Parece buena idea — Respondo sin mirarle.

— Porque el señor le ha estado escribiendo a mamá — Añade — Parece que estar muy apresurado en hablar con nosotras.

— Así parece — Me encontré con una carta que nunca había visto.

La abro para leer lo que contiene. Tiene la letra de Vanessa. Lo que tiene escrito me deja sin palabras, abro mi boca y no sé qué pensar sobre esto. Todo me da vueltas y creo que voy a desmayarme. Me siento en el piso de mi cuarto para apoyar mi cabeza sobre mi mano, necesito estabilizarme y calmarme, estoy sudando frío. ¿En serio ella escribió esto pensando en nunca volver?

—... es mi opinión — Escucho que dice a lo lejos.

Doblo con cuidado la carta y muy lentamente me levanto, con mucha dificultad, meto ese papel en mi bolsillo trasero de mi short. Continúo con la limpieza, tratando de ignorar mis pensamientos ¿nunca iba a volver?, suspiro y me siento mal, triste. Siento la mirada de Vanessa sobre mí pero tengo miedo que encuentre mi mirada la sorpresa que me di al leer esa carta.

— ¿Escuchaste lo que dije? — Negué con la cabeza — ¿Qué ocurre? — Escucho como baja de la cama y se coloca frente a mí.

La esquivo pero ella me busca. Hizo que la mirara a los ojos. Esos ojos llenándome de ternura pero a la vez preguntándome. Mis ojos hacían una pregunta. ¿Por qué no lo dijiste? ¿Por qué? ¿Por eso te fuiste? ¿Por qué no querías volver? Necesitaba que ella me diera respuesta pero no sé si está preparada para decirme cual es la verdad de todo esto. Por qué guardó ese secreto tanto tiempo.

— ¿Qué encontraste? — Me preguntó.

— Esto — Le enseño la carta y ella se sorprende, sabe de qué trata.

— ¿Dónde lo encon...? — La interrumpí.

— Debajo de mi cama, en estos momentos — Le digo mirando el lugar.

— ¿Quieres qué te explique? — Suavidad en sus ojos y ternura en sus palabras, me hicieron estar tranquila. Asiento.

— Por favor — Respondo sentándome en la cama y ella en el piso.

— Escribí eso a los 15 años, cuando lo que sentía por ti crecía más de lo que yo esperaba — Mira la carta — La escribí pensando en entregártela en tus 18. Para eso debía tener valor, al principio creí haberla tenido, pero cuando te vi besando aquel chico en tu cuarto, la arrugue como mi corazón quedo arrugado — Se detiene y piensa un momento — Me fui por ti, todo lo que hacíamos juntas dolía y tú eras feliz con los demás... — Empecé a hablar pero ella me interrumpió — No, no me interrumpas — Frunció los labios — Yo debía tragarme los celos, no es que me ignorabas, sino que, deseaba que solo estuvieses para mí siempre — Suspiró — Me alejé de ti por eso. Me dolió — Clavó sus ojos en mí — Me dolió tanto como a ti mi ida — Lágrimas de sus ojos brotaron, salté de la cama para abrazarla y mimarla, no reconocía el dolor en ella, me siento como una estúpida al pensar solo en mí — Estando allá pensaba que sería fácil que esa locura de quererte más que como una amiga o hermana se iba a esfumar pero no fue así, fue todo lo contrario. Me odiaba quererte y no ser correspondida. Mi deseo de verte o tocarte, quizás el tan simple hecho de respirar el mismo aire que tú me haría feliz y me sentiría bien — Me miró a los ojos llenos de esperanza — Comprendí que debía esperar el momento indicado para tenerte como en mis sueños muchas veces te he tenido.

Nos quedamos así por un buen rato, no tengo las palabras para decirle que debió haberme dicho antes de irse, hubiese buscado una solución para eso. No la hubiera dejado salir así de mi vida. Algo dentro de mí se activó diciendo que siempre la había celado de sus compañeras y amigas, las veces que salía con sus novios, cuando la veía besarse con algún chico. Sabía en el fondo sabía que me pertenecía.

Su lugar es estar conmigo. Al lugar de mi corazón.

— Te hubiese correspondido — Suelto sin más.

— ¿Qué? — Pregunta distraída.

— Sí, si me lo hubieses confesado antes, nada de esto hubiera ocurrido — Comento mirando el piso — Es que creo... que sentía lo mismo por ti — Añado.

— ¿Por qué nunca me lo dijiste? — Pregunta mirando mis ojos buscando la verdad.

— Porque siempre te lo dije con mis acciones, mis celos y el "No vas si yo no voy" — Respondo sinceramente.

— Te quiero y no te quiero perder — Dice tomando mi rostro — Eres hermosa, Valery.

No pierdo oportunidad y la beso como si no existiera un mañana, como si nunca hubiese tocado sus labios, como un desierto anhela la lluvia.

— Te quiero y no me perderás — Dije con convicción.

Es la primera vez en toda una relación que digo palabras sinceras. Palabras que salen de mi corazón. Nos quedamos mirando nuestras manos, yo besé una de ellas y empezamos a arreglar la casa antes de que mamá llegara y nos castigue a las dos.

Mariposas DesorientadasWhere stories live. Discover now