Capítulo 6

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Me dirijo al baño para estabilizarme un poco. No es posible que me haya perdido así en el aroma fresco de mi hermana y que mis hormonas hayan viajado a mil por hora, no es aceptable que mi corazón se emocionara así como lo hizo al sentir sus brazos alrededor de mí. He temblado. Estuve temblando. Estoy temblando.

¡Dios su aroma! ¡Su aroma!

Me tapo el rostro con mis manos y doy un gritito de emoción al recordar su aroma. ¿Ella sintió mi cambio? ¿Habrá sentido mi corazón latir a mil por hora? Espero que no. De momento siento como empiezo a sudar. Me despojo de mi ropa. Me quedo en ropa interior. No importa la sensación de que me vea así enciende otra parte de mi cuerpo que solo Danielle logra hacerlo con sus besos y otro métodos para hacerme calentar más.

Tomo unos short negros y una blusa de tiras blanca, me queda algo ajustada, tomo la ropa del piso y salgo del baño después de mojarme el rostro tres veces y darme ánimos para salir y enfrentar a mi hermana. Camino el corto espacio que hay entre el baño y mi cuarto, abro mi cuarto y tiro la ropa. Cierro la puerta y veo la de Vanessa abierta, mis pies avanzan lentamente y estiro mi mano para abrir más la puerta pero me detengo en seco cuando escucho algo extraño.

Algo que nunca había escuchado después de la ida de Vanessa de la casa. Risas. Risas que provienen de la cocina. Olvido entrar al cuarto de mi hermana y camino con curiosidad hasta la cocina. Se hacen más fuertes las risas y sonrío sin darme cuenta. Antes de que ella se fuera, ese sonido era tan regular en la casa que siempre inundaba cada rincón de mi vida y la de mi madre. Ahora es extraño.

Me asomo tratando de que no me vean y allí estaban las dos soltando carcajadas por algo que mamá hizo o Vanessa dijo. Mi hermana se ve tan hermosa, reluciente, esa sonrisa en sus labios. Sus labios. Llenos de carne, deliciosos, rojos, están allí para ser mordidos por mí. El perfil de su rostro, delineado, hermoso mentón, todo delicado. Empecé a morder mi labio sin darme cuenta.

Mis ojos viajaban a cada parte de su rostro. Me detuve en sus ojos. Me estaba mirando. Su mirada se suavizo y al mismo tiempo sonrió de tal manera que su rostro se relajó, sonreí un poco sonrojada, agache la cabeza negando entre una risa suave. Me encuentro cediendo muy rápido ante esta situación. No es ceder a arreglarlo sino a mis sentimientos que había reprimido tanto tiempo

— ¿A qué se debe su fiesta de risas? — Digo entrado en la cocina. Vanessa no dejaba de mirarme. Sentía que su mirada recorría cada esquina de mi cuerpo y era capaz de ver dentro de mí.

— Tu hermana dijo algo gracioso — La miré y aún sus ojos se mantenían sobre mí, sonreí y agaché el rostro y caminé hasta al lavaplatos pasando a su lado.

— ¿Qué dijiste, Vanessa? — Le pregunte curiosa mientras recargaba mi cadera al lavaplatos.

— Sabes que mamá se ríe de todo — Dice restando importancia.

— ¡Eso es mentira! — Protestó mamá.

Tanto Vanessa como yo empezamos a reír y luego se unió mamá al concierto de carcajadas. Vanessa se acercó al lavaplatos y se recargó sobre su espalda riendo. Se veía tan ella. Mis carcajadas disminuyeron mientras la veo sin ningún descaro, disfrutaba verla reír y a mi mamá también. Así debe estar el ambiente aquí, a esto me refiero de arreglar las cosas entre nosotras.

— Me confesó que no la haces reír como yo — Dijo Vanessa después de un rato.

— ¿Es cierto eso o lo inventó Vanessa? — Dije dramáticamente insultada.

— ¡Vanesa! — La regañó mamá pero la aludida empezó a reírse y mi mamá se puso en jarras — No digas tal cosa -— Dijo señalándola con la espátula — Tú no le creas — Me señaló a mí.

— ¿Yo qué? — Dije con indignidad — No hice nada — Levanté las manos al cielo — Ella es culpable de todo — Hago un puchero y señalo a Vanessa.

— ¡No es cierto! — Recibo un golpe de ella en la espalda.

— Esa me la pagas — Dije en tono mafioso.

— No vayan a pelear niñas — Soltó mi madre — Vamos a comer, Valery pon la mesa y Vanessa sirve la comida y yo... Me sentaré — Dicho eso se fue dejándonos solas en la cocina.

Esta es la familia que éramos y lo que hubiera seguido siendo sino ese momento. Debo calmar mis emociones si quiero mantener a Vanessa cerca. Mantener a raya mis sentimientos. No los acepto y ahuyentaría a todos aquí si tuvieran la mínima idea de lo que sucede en mi cabeza y en mi corazón. Nos quedamos ahí mirándonos la una a la otra sin saber exactamente que hacer.

— Las estoy viendo chicas, no se mueven y tengo hambre — Declara mi madre.

Una pequeña isla separa la sala de la cocina y el comedor, es por eso que nos ve. En la isla hay bancos altos que los uso para desayunar o cenar. Camino fuera de la cocina para hacer la mesa, llevo los platos y los cubiertos, junto con los vasos y las coloco bien sobre la mesa. Me senté a la mesa esperando a que Vanessa apareciera. Tomé un pedazo de pan y empecé a masticar ociosamente.

— ¡Por fin! — Exclamé — ¡Tu hija se dignó a servir la comida! — Digo y siento la mirada fulminante de Vanessa.

Contengo las ganas de reír pero Vanessa comenzó a servir la comida y no quería que me la lanzara encima, ¡Es pollo! Yo amo el pollo. Mamá nos mira con mala cara, ella está sentada a mi derecha y Vanessa se sentó frente a mí. Madre empieza a comer sin esperar a que nosotras levantemos los cubiertos para comer. Al rato la llaman y veo que come con desesperación.

— Tengo que ir al trabajo de urgencia — Dijo masticando el pollo y partiendo el pan.

— Debes comer tranquilamente, madre — Comento picando el pollo.

— De urgencia — Repitió — Conoces lo que es urgente.

— Por eso, porque lo conozco sé que comer es más urgente que tu trabajo — Añado masticando tranquila y pausadamente.

— ¿Qué es eso "urgente" madre? — Preguntó Vanessa estirando sus piernas que tocaron las mías.

Frunzo mis labios y el ceño, ella me mira y alza mi ceja, pateo suavemente sus piernas y ella las recoge, trato de no reírme para no molestar a mamá, ella me devuelve el golpe un poco más fuerte, resoplo recogiendo mis piernas y sentándome bien en la silla. Mira su plato de comida, niego con la cabeza y empiezo a comer, alza la vista a mí en señal ganadora y sonríe triunfal.

— La adopción de un niño — Responde con la boca llena mi madre.

— Es de mala educación comer con la boca llena y apresurada — Digo sutilmente.

— Es verdad lo que dice Valery, mamá — Concuerda Vanessa conmigo dándome un golpe en la espinilla haciéndome que me ahogue con el pedazo de pollo que iba a tragar.

— Aquí tienes — Mamá me pasó un vaso lleno de zumo de naranja para pasar el pedazo de pollo. Vi de reojo a Vanessa reírse de mi desgracia.

2 de 3, pensé, me las pagará.

Tragué con dificultad, mis ojos llenos de lágrimas y un dolor ardiente en mi garganta. Vanessa me miraba tiernamente y no iba a caer en su juego. Sentí sus piernas moverse debajo de la mesa, una de sus pierna la colocó en medio de las mías, ese pequeño roce me fascinó, tanto que empecé a mover mi pierna para rozarle y sentirle. Osé por levantar mi pierna y pasar mi pie sobre su muslo, sentí su mirada fija en mí y sonreí para mis adentros.

Ahora sé cómo me las pagaras, hermanita.

— Me tengo que ir — Dice mamá sacándome de mis pensamientos — Valery lava los platos.

— ¡¿Por qué yo?! — Protesté bajando mis pies de su muslo.

— Porque tu hermana cocinó — Responde saliendo de la casa.

— Dormiré bien después de esta rica comida — Comentó Vanessa.

No respondí porque ahora tenía un arma perfecta para hacerle sufrir cada vez que ella se metiera conmigo.


***

¡Empezaron las torturas!
¡Las venganzas!

Su escritoraWS

Mariposas DesorientadasTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon